jueves, 21 de julio de 2016

DESDE DETRÁS DEL TELÓN DE ACERO: SU ÚLTIMA PELÍCULA.

DESDE DETRÁS DEL TELÓN DE ACERO: SU ÚLTIMA PELÍCULA.
Acabo de recibir un regalo asombroso e inaudito del cineísta y stopmotioner ferrolano, mi joven amigo Alex López: 40 metros de película inversible Sovcolor, fabricada en la desaparecida Unión Soviética, en la factoría Svema. La emulsión lleva caducada desde que se desmoronó el Telón de Acero: a ver que imágenes puedo obtener de aquí, cuando, una vez filmadas, la película sea procesada por esos alquimistas del fotoquímico que son el equipo de Retro Lab Cinema, en Málaga.
Los 40 metros, ya cortados del original en 16 mm,  están introducidos en 4 cartuchos Fujifilm:  ¡encomendémonos al Señor!


En la Unión Soviética, existieron dos colosales fábricas de película, Svema (en la actual Ucrania) y Tasma (en la actual República de Tartaria -que todavía fabrica hoy película para espionaje desde el espacio, así como para placas de Rayos X--).  Pese a las dos macrofactorías,  los cineístas de prestigio de la patria del llamado socialismo real, para grandes superproducciones, podían acogerse a un permiso especial para comprar hasta 10.000 metros de película Kodak cada año.
 

 
Svema, con la debacle del comunismo, se fue a la bancarrota; la ciudad que creció a la sombra de sus miles de trabajadores, Shostka, presenta hoy un escenario postapocalíptico, con la mitad de su población alcohólica y casi todo el resto dedicado a actividades criminales, según leo en el apretado estudio publicado por Klaus Krönhe,  colega mío en Schmallfilm, que viajó hasta allí. La película de color manufacturada por Svema (bajo varias marcas, incluyendo Sovcolor), y basada en la ingeniosa fórmula que los soviéticos robaron en la fábrica AGFA tras la caida del III Reich, presenta una textura y rendimiento de color muy distintos a cualquier emulsión en color occidental moderna, justo lo que necesito para uno de los cortometrajes de a serie "No hay futuro" (sobre la crisis española, a punto de cumplir su VIII año triunfal), cortometrajes en que las distintas texturas argénticas forman parte del metalenguaje fílmico de cada historia.

 
Filmar con una emulsión fabricada en la Unión Soviética con tecnología de la época de Hitler,  caducada hace unos treinta años y conservada sabe Dios como en un país en guerra,   significará "jugársela": pero a eso estamos acostumbrados los aguerridos defensores del fotoquímico.


La sensibilidad de la película no viene en ASA sino en Gost (escala soviética que ya no se usa),  con un valor que se corresponde a 25 ASA para temperatura de color de luz de día. Como es tan añeja, sin embargo, la expondré a unos 8 ASA, ¡así que necesitaré mucho, muchísimo sol! Seguiremos informando.
 

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