sábado, 21 de julio de 2018

SPITSBERGEN: EL GUARDIÁN DEL ÁRTICO. En Súper-8 4K de Kodak. Cuaderno de bitácora número 10.

¡ATRAPADOS EN EL HIELO!
Si en el caso de quien esto escribe, la misión encomendada por Kodak era filmar en condiciones extremas con la versión beta (para pruebas) la totalmente nueva Kodak Ektachrome 100D 7294, todavía en fase experimental y de desarrollo, a bordo del rompehielos Malmö había otras tareas científicas que llevar a cabo: una de ellas, la recuperación de una cámara del fondo del fiordo Hornsund, adonde fue arrojada, en un respiradero de focas, por un oso que, por lo visto, debe ser “nikonísta”, o "fujísta", ¡pues desató toda su cólera sobre la pobre Canon!
UNA NOCHE INFERNAL.
La tranquilidad, y el sol de medianoche, del fiordo Isfjorden, de donde partimos la tarde del jueves 3, desapareció al llegar al Océano Glacial Ártico, con un mar de Groenlandia encrespado y con niebla. Ya he referido, en la entrada anterior, que el ojo de buey del camarote que compartía con Eric Fokke ¡estaba mas veces sumergido que fuera del agua!
De madrugada, gracias a la biodramina que uno no quería llevar pero que, previsoramente,  me metió mi esposa, que es médico, en el equipaje (¡Dios la bendiga!: no la dejé de tomar el resto de la travesía), y cuyos efectos de madrugada hicieron posible mi recuperación, el viernes 4, a las ocho de la mañana, pude dar buena cuenta de un desayuno tipo escandinavo, que me vivificó como si estuviera consagrado, tras una primera parte de la madrugada penosamente transcurrida entre regurgitaciones y hasta apariciones del espectro del mismísimo “el pirata”, el fantasma del escritor sueco Fritjof Nilsson (de quien el seguidor de esta bitácora ya sabe que fue viajero habitual del “Malmö”);  en este rompehielos no es raro se aparezca, golpeando desde la bodega, especialmente en las oscuras navegaciones invernales inmersos en la bruma y la noche perpetua.
¡Oscar y Per me pìllaron filmando en Súper-8!
UN FIORDO ¡HABITADO!
Hornsund fue descubierto en 1610 por el intrépido inglés Jonas Poole, la primera persona que hizo de la caza de ballenas una actividad comercial. En 1613, llegaron a la zona barcos balleneros de Holanda, Francia y España, pero casi todos fueron expulsados por los ingleses, que impusieron una especie de monopolio de la captura de ballenas en la zona, obligando a otros países a entregar una quinta parte de sus cargamentos en un “impuesto” que se mantuvo hasta que los hijos de Albión abandonaron este fiordo en 1650.
En uno de los lados de la bahía, camuflada entre la neblina y la nieve, se encuentra una diminuta estación meteorológica polaca, erigida en plena guerra fría, en 1957, habitada en la actualidad por 9 científicos. En plena época de los satélites, el interés por mantener esta base es principalmente político: con un pie en el territorio, es más difícil no perder derechos en un archipiélago que, con todo tipo de riquezas en su subsuelo, puede ser muy valioso en el futuro, derechos que también tiene España pero que ninguno de nuestros gobiernos hace valer, inmersos, como nos encontramos, en batallitas entre regiones hermanas que llevamos tantos siglos juntos.
El hecho cierto es que los derechos españoles se fundamentan en que nuestros marinos vascos y gallegos estuvieron décadas, en distintos siglos, explotando estas latitudes, cuando Noruega ni existía como país.  La diferencia entre España y otras naciones, es que las demás, en política internacional,  velan por sus intereses nacionales, gobiernen unos u otros, y aunque haya cambios radicales de sistema político, como, por ejemplo, en el caso que nos ocupa, ocurrió en Polonia, donde se pasó de la ortodoxia comunista mas sangrienta a un recto conservadurismo. Pero, siempre, para los polacos, el interés nacional ante todo. 
 LO IMPOSIBLE, SUCEDIÓ: ¡¡¡ATRAPADOS EN EL HIELO!!
Temprano, en la mañana del viernes 4, el rompehielos “Malmö” enfiló la bocana de 12 kilómetros de ancho que da acceso al fiordo Hornsund, cabeceando entre la lluvia, la niebla y el frío. Conforme la derrota de la nave nos adentraba en los casi treinta kilómetros de longitud,  sus aguas se tornaban cada vez más tranquilas.
Aunque era el primer navío que se aventuraba en la bahía esta temporada, el capitán, Viktor Karlsson, sabía, gracias a los informes de la estación polaca, que la zona a la que teníamos que llegar, al fondo del fiordo, estaba completamente cubierta con una banquisa helada. Al poco de entrar en el fiordo cesó la pluviosidad (rara en el Ártico) y despejó la neblina, si bien el cielo se mantuvo encapotado.
El “Malmö” avanzaba a cinco nudos cuando, de repente, mi corazón se aceleró de la emoción: frente a la proa del "Malmö", una caliginosa linea blanca, misteriosa y siniestra, surgía de la superficie: ¡¡¡el casquete helado!!!
El "Malmö" fue resquebrajando sin problemas la superficie de un hielo primeramente fragmentado pero que, cuando se compactó, originó que el casco del barco produjese atronadores ruidos cada vez que se levantaba y caía sobre el hielo que, una vez roto, se desplazaba hacia los lados; a este arañar del hielo en el casco, y el crujido de su rotura, casi satánico, se añadía el nada amigable ulular de un viento inmisericorde que, en estas latitudes, parece el lamento de un alma en pena.
¡Desde la cubierta superior, inmediatamente encima del puente de mando,  pude distinguir a un oso polar! Delphine Dupré, la vigía armada, verificó con su catalejo, de alto poder magnificador,  que se trataba de un elusivo macho.
El gris y blanco circundante me dió la oportunidad de filmar en blanco y negro, con la veterana Kodak Tri X: mi objetivo, transmitir al espectador la sensación de desolación. La monocromática Tri X, aunque produce alergia a los programadores de televisión, es la película idónea para hacer resaltar las irregularidades del desierto helado que se abría en nuestra derrota. 
El "Malmö" avanzaba abriéndose paso entre los bloques de hielo que, despedazándose, se acumulaban a ambos lados de las amuras de proa. 
De repente, cuando aún faltaban una cinco millas naúticas para llegar a nuestro destino, súbitamente, escuchamos un estruendo siniestro, como de una detonación, y el “Malmö” se detuvo de forma brusca: la capa de hielo sobre el mar era de un grosor tan grande que haría falta un rompehielos nuclear para poder seguir avanzando. ¡Nos quedamos atrapados en el hielo!, encajados entre montañas, y, según el sonar, con un abismo bajo la superficie de unos 250 metros de profundidad.
Ni el capitán ni el científico de a bordo, Audun Rikardsen, esperaban encontrar hielo de tanta espesura  habida cuenta que, este invierno en Svalbard (como dicen los noruegos), fue anormalmente “cálido”, y que Hornsund se encuentra al sur de Spitzbergen.
Dado que el tiempo, aunque no despejó, había mejorado, Audun tomó la decisión de partir caminando sobre la superficie congelada al punto cerca de la costa donde el localizador de la cámara, pese a permanecer sumergida durante todo el invierno ártico, todavía seguía emitiendo su pulso.
Audun nos explicó que el hielo es debido a que la temperatura en la zona fue inferior a 35 grados bajo cero en el invierno. En esas circunstancias, el agua de mar se hiela unos quince centímetros el primer día, diez más el segundo y así sucesivamente, hasta que la temperatura vuelve a ascender. 
 En primer lugar, el grumete Lars Mattsson bajó, con una broca que asemejaba a un sacacorchos descomunal, para medir el grosor del hielo: ¡superaba el metro! Según explicó el capitán, el rompehielos mas potente del mundo, ¡con dos reactores nucleares como fuerza motriz!, puede romper y atravesar masas de hielo de hasta casi tres metros, pero este no es el caso del entrañable “Malmö”, botado en 1943, que tiene su límite en banquisas de alrededor de un metro de grosor.
Tras las mediciones (operación que fue menester repetir durante los siguientes jornadas, en otros fiordos, pues era una de las misiones encomendadas a Audun Rikardsen por la Universidad Nórdica de Noruega de la que es profesor de biología), Lars clavó una estaca de madera en el hielo, para que, a modo de noray, sirviese para atar el cabo del “Malmö”.

MISIÓN PELIGROSA, EN TIERRA DE OSOS, CON LA LUISA LANE DEL ÁRTICO.
Audun, para recuperar su cámara, contó con la ayuda de Svein Wik (el ingeniero de computación reconvertido en explorador ártico, y líder del grupo) y del experto groenlandés Kannun Lennert, la persona que manejaría un dron submarino con baterías especialmente aisladas para aguas muy frías y dotado con ganchos prensiles. Con ellos, para grabar la hazaña con destino a la televisión noruega, Norwegian TV NRK, partirían la periodista Kari Toft, una especie de Luisa Lane del Ártico, y su Jimmy Olsen, el cámara Reidar Gregersen.
Tanto Svein, como Kannun y el propio Audun iban armados con sendos rifles Mauser, obligatorio por ley en la inmensidad de Spitzbergen con la sola excepción de los pequeños perímetros de Longyearbyen, Ny Alesund y Barentsburg.
En todo momento, a la intemperie, encima de la cubierta superior,  Delphine, la amazona del Ártico, armas según el reglamento, permanecía atenta, con prismáticos y catalejos, pensando no sólo en la seguridad del barco, sino, también,  para prevenir al equipo de "rescatadores de la cámara" anticipadamente en caso de avistamiento de algún oso.
Si casi todas las osas polares llevan un emisor que permite que científicos como  Audun puedan seguir su presencia y movimientos, los machos deambulan sin control pues, aunque se les instalen los dispositivos estando sedados, consiguen zafarse de ellos. Ello es la causa que, en Spitsbergen, no queda otra alternativa que la vigilancia visual, a la usanza clásica, teniendo bien claro la peligrosidad de los machos, no sólo en cuanto a su ferocidad, sino también por su envergadura (que puede superar los tres metros, con mas de una tonelada de peso), su velocidad (por encima de los 40 kilómetros por hora), la dureza de su cráneo (las balas de pistola son, pudiera decirse, confeti para ellos), y su fuerza descomunal, capaz de partir de un manotazo un bloque de hielo de un metro si su fino olfato detecta que hay una foca nadando por debajo.
Fue toda una epopeya ver partir a los expedicionarios, con el mismísimo Audun Rikardsen arrastrando sobre la superficie helada un pesado trineo en el que llevaba ¡hasta una tienda de campaña polar! Sobre hielo de agua dulce, deslizar un peso es tarea relativamente sencilla pero hacerlo sobre el océano helado resulta en verdad penoso: la sal incrementa la fricción y disminuye, hasta casi eliminarla,  la capacidad de deslizamiento.  Me parecía estar viviendo ciertas experiencias imaginadas hace años en la lectura del libro “El terror”, de Dan Simmons, de Editorial Roca. ¿Para qué la tienda de campaña? En estas latitudes, hay que estar siempre preparados para lo peor, aunque luego, lo que venga, no sea tan malo.  
DOBLE PRUEBA SUPEROCHÍSTICA: ¡¡¡FILMANDO CON UN DRON EN SÚPER-8!!!
Los demás expedicionarios tuvimos que aguardar un tiempo hasta que el capitán Viktor Karlsson nos autorizó a desembarcar sobre el hielo. En la espera, hice compañía a Delphine en la cubierta sobre el puente de mando. ¡Vaya par de horas, inolvidables, con el “Malmö” embutido en el hielo, entre níveas montañas!
¡Qué inmensa fortuna, gracias a Kodak, formar parte de una expedición en la que se confía en el valor, el ingenio y el trabajo en equipo, y no en sistemas GPS ni en móviles que, en estas latitudes, no tienen cobertura! Como ya se manifestó en otra entrega, este rodaje me demostró que es posible sobrevivir sin Internet ni redes sociales: en el Ártico solo queda sobrevivir en comunión con la Madre Naturaleza, en un mundo imprevisible y cambiante.
En este aislamiento, en un paisaje hostil, atrapados en el hielo, se sentía uno como una especie de intruso. Y eso era exactamente lo que éramos: unos intrusos que, sin la ayuda de nuestras máquinas y nuestros instrumentos, seríamos incapaces de sobrevivir mas que unas pocas horas en este desolado mundo. Fuera del "Malmö" estábamos tan desamparados como el Hombre en la Luna fuera de su nave. 
En una jornada gris, sin apenas color, nada mejor, para reflejar esta atmósfera irreal, en medio de la soledad ártica, con el incesante resoplido de un despiadado gélido viento, terroríficamente ululante, que ¡¡¡filmar en blanco y negro!!! con la veterana emulsión Kodak Tri X, que Kodak lleva produciendo sin interrupción, para su uso en cine, desde 1954 (si bien, el mundo de la fotografía la usaba desde 1940).
Algunos cineístas aseguran que la fricción de esta emulsión es mayor que la de otras, lo que puede dar lugar a problemas en el enrevesado recorrido de la película en los cartuchos de Súper-8, circunstancia que se agravaría al haberse eliminado, en este tipo de presentación, la lámina deslizadora interna; sin embargo,  pude verificar, y así consta en el informe remitido a Kodak, que la película Tri X avanzó  sin el menor problema con una temperatura alrededor de -5 Celsius (con una sensación térmica inferior como consecuencia del viento), frío que, precisado sea de paso,  tampoco ayuda a mantener flexible el material sensible. La Kodak Tri X cumplió con sobresaliente su misión. La digitalización de ese material se hizo a 4K, en el laboratorio español Ocho y Pico, pero, al tratarse de una material inversible, como realmente se disfruta es con la proyección directa del propio original. Las tomas, en bruto, que se reproducen en esta bitácora,  están grabadas de la pantalla de proyección con un teléfono móvil Kodak Ektra y son algunas de las que ilustran este capítulo.
El intenso frío y la necesidad de trabajar en determinados momentos sin guantes, para manipular los pequeños botones de la cámara Bauer A512, originaban que mis dedos fuesen perdiendo sensibilidad hasta el punto que, al finalizar la jornada, no fuí el único que requirió ayuda para desvestirse. La lección que obtuve es que al frío del Ártico hay que tenerle respeto. En ocasiones, el viento helado enrojecía mis ojos, a pesar de las gafas, y hacía destilar la nariz, mojando mejillas y barbilla, que se helaban rápidamente.
Atrapados en el hielo, se sentía uno como una especie de intruso que, sin la ayuda de nuestro rompehielos y nuestros instrumentos, seríamos incapaces de sobrevivir mas que unas pocas horas en este mundo desolado. Si el "Malmö" se fuera a pique, estaríamos totalmente desamparados. 
¡¡¡INUTILIDAD DEL FILTRO POLARIZADOR!!!
El espectacular blanco y negro  podría haberse mejorado, a la hora de ciertos reflejos sobre la superficie helada, con mi filtro polarizador B+W con cristal Schott de 16 capas: uno era desconocedor  de que ¡¡¡los polarizadores no funcionan en estas latitudes!!!
Aunque el blanco y negro es alucinante, en el montaje final de “Spitzbergen: el guardian del Ártico” voy a aprovechar muy poco del metraje con la Kodak Tri X ya que, a la hora de colocarlo en televisión, hay que tener en cuenta de que, por desgracia,  ¡los programadores huyen del blanco y negro como de la peste!
Si se mantendrá una toma en Tri X con la que se ha hecho historia mundial: la rodada en Súper-8 con un dron:

En cuarto obscuro, extraje 10.5 metros de un cartucho Kodak para traspasar a uno Fujifilm de Single-8 con una finalidad: ¡filmar con película de cine en un dron sobre el Oceáno Glacial Ártico congelado!, por primera, y tal vez última vez, en los anales del arte cinematográfico.
El objeto de traspasar la película a Single-8 fue poder usar la cámara Fujica P2 que, con sus 265 gramos, es la mas liviana del mundo. Durante la filmación, en ningún momento se podía saber con exactitud lo que captaba el objetivo: la única guía era la visión aproximada que  ofrecía la camarita digital del propio dron. Ni siquiera podíamos asegurar si todo el tinglado que montamos funcionaría. El experimento, sin embargo,  ¡resultó un éxito! El disparador de la cámara llevaba acoplado un diminuto retardador mecánico construido por Bolex hace mas de medio siglo. Una vez activado el disparo, no había forma de detenerlo, y los dos minutos de película tenían que avanzar en su integridad.  El dron fue manejado expertamente por uno de los expedicionarios, el Dr. Gunnar Aus.
Cuando aterrizó, y comprobé que el carrete se había consumido, supuse que todo había salido bien, pero en cine nunca se tiene la certeza hasta que se revela la película: ¡tardé, por tanto, tres semanas en quedar tranquilo!
¿PUDO AUDUN RESCATAR LA CÁMARA?
Inolvidable la sensación de, cual Jesús, caminar por encima de las aguas, sabiendo que bajo la delgada capa de hielo ¡se abría un abismo de 250 metros! reino, según la leyenda, del “monstruo del hielo”.
¿Consiguieron Audun y su equipo, en su emplazamiento cerca de la costa, rescatar la cámara Canon gracias al dron submarino? Como el respiradero de focas al que el oso la había arrojado, se había cerrado, se vieron obligados a perforar la superficie helada para poder sumergir el dron. Y, si la recupearn, ¿se habrá salvado algo del contenido de la tarjeta gráfica? ¡¡¡No puedo desvelarlo hasta diciembre de este año, por un compromiso de confidencialidad con Norwegian Television NRK!!!
Audun Rikardsen me facilitó una diapositiva, tomada automáticamente con otra cámara, ¡del oso destroza-cámaras!, investigando que es lo que puede ser el artilugio que va a destruir: 
Derechos de esta diapositiva reservados por Audun Rikarksen, Prohibida su reproducción.
Posteriormente, Audun nos explicaría que, bajo el hielo, entre tres y cinco metros, la temperatura del agua es ligeramente superior, y ésta mas dulce, que en las profundidades donde recuperó su cámara, donde es mas fría y salada. Entre las dos capas de agua hay tal diferencia de densidad que, ciertas cosas, que se hunden en la capa superior, permanecen flotando sin entrar en la inferior.
LA PRUEBA CON LA EXPERIMENTAL EKTACHROME 7294.
Tras el desaparecido Kodachrome, la otra película inversible de color icónica, con la que filme hasta su final, en 2012 (y aun hasta hace dos años, caducada), fue la Kodak Ektachrome. En su sensibilidad de 100 ASA, se había convertido en la favorita de muchos fotógrafos profesionales de naturaleza, que la usaban en circunstancias en que se requería mayor sensibilidad que la ofrecida por la Kodachrome. La Fujifilm Velvia, la Fujifilm Provia y la Kodak Ektachrome son la cúspide, el non plus ultra, de la alquímica tecnología fotoquímica. Fabricar unas películas inversibles de color de tan alta calidad exige combinar principios del siglo XIX con los últimos avances en química del siglo XXI.
Pero 2012 fue un mal año para Kodak: la marca que había inventado la película, y que durante décadas fue un valor refugio en la bolsa, acabaría expulsada de Wall Street y obligada a declararse en bancarrota un desgraciado 19 de febrero de 2012. ¡¿Quién lo habría dicho hace 20 años, cuando Kodak tenía una plantilla de unos 150.000 empleados, 1.600 de ellos en España,  y un margen de beneficio en la producción de alrededor del 70 por ciento?!
Kodak se vió abocada a cesar la fabricación, complejísima, de la Kodak Ektachrome (que requiere de hasta 80 ingredientes aplicados en proporciones de precisión milímetrica), manteniendo solo su línea de productos negativos para cine y fotografía (con la sola excepción de la Kodak Tri X, fácil de producir).
A partir de entonces, el mundo del color inversible de alta calidad, pasó a tener ojos rasgados, con la gama Fujifilm Provia y Velvia.
Kodak consiguió superar la bancarrota, el gallego Antonio Pérez dejó la presidencia y, en 2015, el año en que el Súper-8 cumplía cincuenta años, el mercado de película tocó fondo e inició un sendero ascendente.
Desde luego, las cosas nunca iban a ser como antes, pero había toda una serie de directores, como Tarantino o Nolan, entre otros, que dijeron que dejarían de hacer cine si se interrumpía la fabricación de película. Incluso actores, como Daniel Craig o Tom Cruise, tras unas escarceos grabados en digital, manifestaron su compromiso de protagonizar exclusivamente filmes rodados con película.
La película argéntica, además de servir para crear obras y recuerdos, fotográficos y cinematográficos, ofrece otra virtud:  con unos mínimos cuidados, puede garantizar su conservación durante siglos o, incluso, milenios, algo ya descrito aquí (capítulo 2) en mi visita al Archivo Mundial del Ártico, (frente a la famosa Bóveda Global de Semillas), archivo donde, en película de cine, microfilmado, se almacena todo el conocimiento humano.
 El Archivo Mundial del Ártico funciona con la misma filosofía que la Bóveda Mundial de Semillas, sólo que en este recinto se almacena todo tipo de información, incluso digital, transferida a película fotoquímica capaz de durar, a temperaturas bajo cero, mas de 1.000 años con un coste de mantenimiento casi nulo (el frío se garantiza, al igual que en la Bóveda de las Semillas,  por el permafrost en cuyas entrañas se encuentra construida la cripta).
En apenas un año de funcionamiento, el Archivo Mundial del Ártico ya custodia valiosos documentos, fundamentales para nuestra civilización, del Archivo Secreto Vaticano; también, entre otros, los contenidos del Museo Nacional de Noruega o el Archivo General de la Nación, de México.
Incluso una empresa privada, Tata, guarda 50 millones de datos, para el gobierno indio, pues este sistema digital con soporte fotosensible tiene una virtud única que lo mantiene libre de revisionistas vaivenes políticos: al estar la información codificada en película resulta imposible modificarla o hacerla desaparecer (como ha ocurrido en España, con mucha documentación oficial, durante los primeros años de la transición).
Este tipo de tecnología, que transforma la película fotosensible en un medio de preservación digital, es el único método de archivo de datos que garantiza integridad y permanencia a través de los siglos, con bajo coste y sin necesidad de migraciones. Los datos, reiteramos que imborrables y no modificables, son totalmente accesibles de forma remota. Al ser fotoquímicos, con soporte de poliéster, se pueden almacenar, por los siglos de los siglos, combinando a la vez tanto el formato digital con imágenes de texto legibles a simple vista.
Esta virtud de la emulsiones fotoquímicas, de su permanencia en el tiempo, y su inalterabilidad, por ejemplo, por corrupción o cambios políticos, ya empieza a hacer que algunos jueces, en España, en caso de informes periciales,  exijan el uso de fotografías en papel químico disparadas con carretes de 35 mm o instantáneos, como me ha referido mi amigo arquitecto Antonio Deus que, recientemente, tuvo que ilustrar de esta forma un informe judicial por requerimiento del magistrado.
Si estas precauciones de conservación se extendiesen globalmente, la fabricación de película, aunque ya no fueran para el consumidor, conocería  un nuevo e importante nicho de mercado.
ALARIS VE UN FUTURO PARA LA DIAPOSITIVA EN EKTACHROME.
Alaris es una empresa británica constituida por el multimillonario fondo de pensiones de la filial británica de Kodak, con la gran liquidez cosechada,  penique a penique,  durante las décadas de bonanza y merced a buenas inversiones. Para los directivos de Alaris no pasó desapercibido el repunte en ventas del sector de película fotoquímica de Fujifilm a partir del 2012 (gran parte de los cuales vienen de la venta de carretes de fotografía instántánea Fujifilm Instax, sistema del cual Fujifilm había estado a punto de tirar la toalla cuando las ventas habían bajado a 200.000 unidades anuales, pero que ahora giran en torno a los ¡¡¡diez millones!!!, con otras marcas, algunas tan prestigiosas como Leica, vendiendo nuevas cámaras para el sistema).
Como no hay una experiencia audiovisual mas inolvidable que ver la proyección de una diapositiva original de una emulsión de color de calidad, como la Ektachrome, y dado que las estadísticas ascendentes de Fujifilm demuestran que hay un mercado, Alaris decidió persuadir a Kodak para el desarrollo de una nueva Ektachrome, con prestaciones que superarían la antigua, y, además, concebida con una tecnología medioambiental amigable.
UNA NUEVA KODAK EKTACHROME CON TECNOLOGÍA DEL SIGLO XXI.
Alaris y Kodak pronto llegaron a un acuerdo. El dinero para el desarrollo lo invertiría, en su mayor parte, Alaris, pero la película se produciría en la fábrica de Rochester, la central de Kodak. Alaris se reservaría los derechos para su comercialización en diapositiva de 35 mm, en todo el mundo, mientras que Kodak retendría los derechos para su uso en cine, en un principio sólo Súper-8 y 16 mm.
Fabricar una emulsión inversible en color de calidad es algo tan complejo (más que una negativa), requiere una combinación de tantas tecnologías, que, en todo el mundo, con AGFA-Gevaert fuera de combate, y Scotch con otros intereses, solo dos firmas pueden lograrlo, Fujifilm y la propia Kodak. El resto de fabricantes (que se cuentan con los dedos de las manos), deben limitar su producción a productos en blanco y negro.
Incluso para Kodak, pese a conocer todos los secretos, y haber conseguido mantener operativa la colosal factoría de Rochester durante esta travesía del desierto, la tarea no está siendo nada fácil: alguno de los 80 ingredientes que componen la Ektachrome ya no se fabrican o bien, por ecología, Kodak ha decidido sustituirlos por otros, lo cual exige experimentos de prueba y error, que cuestan millones de dólares, y que se están llevando a cabo desde diciembre de 2017 con el objetivo de que, en otoño de 2018, si no surgen inconvenientes, la inventora de la película pueda estar en condiciones de suministrar la nueva Ektachrome a creadores de todo el mundo.
Las pequeñas partidas de prueba que se están haciendo no representan en modo alguno el color, sensibilidad y latitud que tendrá la versión que finalmente entrará en producción pero, lo que se avanza, es prometedor: ¡las pruebas indican que la nueva Ektachrome superará en resolución a su antecesora!
En este lugar de tiempo imprevisible que es Spitzbergen, ya en mar abierto, cerca de medianoche el tiempo despejó y, con la temperatura de color del sol propia de un sol casi en el horizonte, puede probar unos metros de preproducción de Ektachrome, inmortalizando como Audun Rikardsen explica al equipo de la Noerwian TV NRK el tema del rescate de la cámara del fondo marino. 
Si esta muestra de la nueva Ektachrome 100D 7294 es la calidad del material experimental (los primeros "caldos" se hicieron en diciembre de 2017), los cineístas y fotógrafos (me refiero a los fotógrafos profesionales, no a los que usan digimerde), realmente alucinaremos con la Kodak Ektachrome 7294 en su versión final de final del verano: la única película inversible de color concebida con tecnología del siglo XXI. ¡La sana competencia entre Fujifilm y Kodak comienza de nuevo!
Las siguientes tomas están grabadas de la pantalla de proyección con un móvil Kodak Ektra pero sirven para hacerse una idea de la mangnitud de este milagro que estamos viviendo gracias a Kodak. Ninguno de los cuatro cartuchos facilitados desde Rochester para la prueba sufrió el menor atasco, si bien el sonido que hacían en cámara era bien distinto al de las Kodak Vision 50, 200 y 500 o al de la Kodak Tri X.
 Si es nuevo en esta bitácora, no se olvide de leer las inauditas informaciones publicadas en las entradas anteriores: 
Capítulo 1:  https://mimundoensuper-8.blogspot.com.es/2018/05/spitzbergen-el-guardian-del-artico-en.html
Capítulo 3 https://mimundoensuper-8.blogspot.com/2018/06/spitzbergen-el-guardian-del-artico-en.html  
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