En los rodajes de documentales en lugares lejanos, a los que debo trasladarme a cinematografíar sólo, cargando sin ayuda el equipo, la reducción de peso y piezas es algo fundamental. Siempre prefiero llevar dos cuerpos idénticos de cámara de cine y una óptica de cada tipo que vaya a necesitar. Así trabajé siempre con mi cámara de cine favorita, la única e inimitable Fujica ZC1000. No puedo hablar mas que bien de la ZC1000 no sólo en cuanto a sus recursos técnicos, sino también en cuanto a su fiabilidad. De las arenas del desierto, a casi 50 grados Celsius, hasta el Ártico, a -20 grados Celsius, jamás necesité usar el segundo cuerpo de reserva. Además, ¡qué espartana resulta! Uno termina por cambiar las baterías no porque se agotase su energía tras 30 o mas cartuchos, sino por vergüenza.
El problema, con la ZC1000, es que desde que Fujifilm no sirve película de cine en sus cartuchos, debe uno recargar emulsiones de otras marcas, en una labor que exige un tiempo que escasea.
Por razones prácticas, pues, para proyectos largos, me veo obligado a usar el cargador Súper-8, para el cual, con óptica intercambiable, sólo hay dos opciones, Beaulieu o Leicina.
Beaulieu es una marca mítica, y la 4008, con su curvilíneo diseño, es un modelo icónico. Pero, hace años, viajando con dos cuerpos de 6008, ¡¡¡los dos me dejaron tirado!!! Nunca mas, pues, Beaulieu, para filmaciones lejos de casa: es hermosísima pero poco de fíar. La expedición de Spitsbergen la cubrí con dos Bauer A512. No puedo escribir mas que bien sobre la A512 pero, al no ser de óptica intercambiable, es menos versátil y me obliga a cargar innecesariamente dos Schneider Variagon que lleva incorporado.
LEICINA SPECIAL: BAYONETA M
Este modelo de Leitz, a menudo caminado como el Rolls Royce de las cámaras, destila robustez (aunque Anselm Vidal cuestiona esto). Uno prefiere, sin embargo, la ZC1000, pues la Special, incomprensiblemente, no dispone de obturador variable. Sin embargo, la razón principal por la que no empleaba, en rodajes alejados, la Leicina Special, es que sólo disponía de una unidad.
No me agrada, tampoco, la ergonomía de su empuñadura, acostumbrado como estoy a la ZC1000, ni la disposición antinatural de ciertos controles, para un camarógrafo sin asistencia, pero, sin embargo, la Leicina Special ofrece:
1) Tres tipos de visores, muy bien centrados de fábrica: ay, donde esté Leitz, que se quiten los demás;
2) En su objetivo de serie, el fantástico Optivaron 6-66 mm, un dispositivo de macroenfoque muy versátil (se activa entre los 30 y los 66 mm; en el Fujinon de la ZC1000 es macroenfoque es mejor, pues funciona en todas las focales);
3) La mejor ventanilla para Súper-8. Su diseñador, Willi Goldberg, no hizo caso de Kodak e ideó una que difiere a todas las demás de Súper-8, pero que permite que la película se transporte perfectamente plana;
4) La Leicina Special permite la selección de la sensibilidad de forma manual.
Son máquinas difíciles de encontrar pues sólo se contruyeron seis mil unidades, y quien posee una, es raro que se desprenda da ella, salvo en caso de muerte. Algún ejemplar que ocasionalmente ví a la venta, no me convencía por estar muy usado.
Sin embargo, todos mis padecimientos han llegado a su fin, pues he tenido la oportunidad de conseguir mi segunda Leicina Special en estado impecable, "nueva", sin apenas uso, medio siglo después de haber salido de fábrica.
Esta Special viene además con el controlador ST1, tan difícil de encontrar, y que, aparte de servir de compartimento externo de baterías, para llevar bajo la ropa a temperaturas bajo cero, es a la vez: intervalómetro, autodisparador, sincronizador de sonido y dispositivo de exposición lenta.
La cámara, inmaculada, virginal. Ahora, antes de usarla, toca mandarla a Mateu, de http://www.microdeltabalears.com/, para su revisión y engrase.
¡Mateu, no me tardes!
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