lunes, 14 de abril de 2025

ELEGÍA AL PLUMACHO: Así se hizo. Entrega segunda y final.

Ya saben los lectores de esta bitácora que "Elegía al Plumacho" nace del deseo de rendir homenaje a una planta hermosa pero denostada, que algunos llaman “hierba de la Pampa” o Cortaderia selloana, pero que aquí, en Galicia, conocemos simplemente como plumacho. La filmé en los acantilados de mi ciudad, La Coruña, ondeando al viento atlántico, acompañada por la voz de un texto que escribí desde la contemplación y la ternura, en una reflexión, visual y sonora, sobre la belleza silvestre de una planta considerada invasora en Galicia, y sobre la paradoja de la pertenencia en la naturaleza. Una elegía superochista que nos recuerda que, en la historia del planeta, todos hemos sido invasores alguna vez.

Diapositiva Kodak Ektachrome con la ZC1000N en primer término

Este cortometraje está filmado y sonorizado completamente en Súper-8, pero lo que ustedes quizá no sepan es que no con los cartuchos comerciales del formato, sino con cartuchos de Single-8, un sistema que ya no existe, recargados personalmente en mi cuarto oscuro, que es donde todo empieza y termina. Usé metraje sobrante del documental "Perfecta Locura Antártica" , película Kodak Ektachrome 7285, caducada en 2012 y conservada durante años en frío (en mi largometraje usé todas las emulsiones pasadas y presentes de fabricadas por Kodak en este siglo).  La elección del Single-8 no es caprichosa: es parte del alma material del proyecto.

La ZC1000N con el compartimento de película abierto y un cartucho personalizado recargado con colas de Ektachrome 7285
El problema (pero que es parte del arte) es que la película de Súper-8 viene en soporte de triacetato de celulosa, más grueso que el poliéster usado en los cartuchos de Single-8 entre 1965 y 2013. Ello implica que en lugar de 15 metros, en Single-8, sólo entran unos 12 de Súper-8 en triacetato, sobrando unos tres metros de cola por cartucho de Súper-8. Esos fragmentos de colas, que me sobraron del proyecto de la Antártida, los aprovecho empalmándolos en cuarto oscuro, hasta formar nuevas cargas de unos 10 metros (para dejar un cierto margen por el grosor de los empalmes de cinta).

Esta diaposita la disparé con óptica Zeiss con revestimiento Tarnug: ¡el EBC del Fujinon proporciona resultados mucho mejores, como se ve en "Elegía al plumacho"

Los empalmes físicos, por supuesto, impiden enviar la película a un laboratorio convencional. Pero eso no es problema pues revelo yo mismo todos mi material cinematográfico, con la ayuda fiable de una procesadora Jobo CPP Classic.

Ahora bien, cabe preguntarse: ¿por qué complicarse rodando con Single-8, en lugar de directamente en Súper-8 con cámaras de primer nivel como la Beaulieu 9008 o la Nizo Professional, que tengo a mano en el estudio?

La diosa de las cámaras de cine de 8mm: ZC1000N

La respuesta es sencilla: empleo Single-8 para poder seguir filmando con la que considero la mejor cámara de 8 mm jamás construida, la ZC1000N, esa maravilla diseñada por Shigeo Mizukawa, con cuya amistad me honro, y con la que llevo medio siglo inmortalizando lejanos confines.

Y, también, porque este tipo de cortometraje es, ante todo, una obra artesanal, en la que uno no sólo filma, sino que recarga, revela, monta, escribe, narra... buscando transmitir la pasión por lo fílmico (con la ayuda de Álex en el cuarto oscuro, en el etalonado, en el montaje y en el telecine).

Lo único que no hago es fabricar la película virgen, pero al traspasar la película de cartuchos de Súper-8 a Single-8, un formato que ya no existe, en cuarto oscuro con gafas de visión nocturna, la sensación se aproxima bastante a manufacturarla uno mismo (algo, dicho sea de paso,  imposible pues no hay reto industrial mas complicado que el producir una película de calidad inversible de color, técnica que conjuga principios del siglo XIX con tecnología del siglo XX y avances químicos del XXI).

...y más allá Irlanda

La filmación, como casi siempre, la hice solo, sin ayuda para cargar el equipo, durante dos atardeceres de otoño. También tomé las fotografías fijas, esta vez con la moderna Ektachrome 7294, que Kodak tiene en producción. 

Todo el metraje rodado ha sido aprovechado en el montaje final, excepto algunos pocos fotogramas, aquí y allá. Las veladuras, halos y aberraciones ópticas no son añadidas digitalmente, como groseramente intentar imitar las huestes del inframundo videográfico: están en la propia película que, como es inversible, esto es, como proporciona una imagen positiva tras el revelado, el original se puede proyectar.

Ni siquiera uso lo digital para las fotografías fijas

El plano final es, en mi opinión, espectacular. En la penumbra del ocaso, decidí arriesgar: cerré el diafragma casi dos pasos más de lo que indicaba el fotómetro (a f 3.5),  buscando extraer la máxima nitidez del objetivo Fujinon EBC, que al igual que la cámara, lleva medio siglo viajando conmigo: del Sáhara a la Antártida, del polvo al hielo. ¡Qué alegría, en el cuarto oscuro, cuando emergieron las primeras imágenes! No tenía la certeza de que saliese algo. Es una pena que este plano no fuese mas largo pero... ¡eso es todo, amigos: no disponía de mas película!

Colores que ya no existen con la Ektachrome

Mientras filmaba en los acantilados del occidente de mi ciudad, no podía quitarme de la cabeza una melodía del álbum Vortex, del gran gaiteiro gallego Anxo Lorenzo, y será esa la música que cierre el cortometraje, sin voz, dejando que la imagen y el sonido digan lo que el texto ya ha dejado latente.

Maravilloso Ektachrome

Como el guion es algo más largo que el metraje filmado —y dado que no hay más película que la que usé— decidí telecinar a 16 ⅔ fotogramas por segundo en lugar de los 18 originales. Así logré encajar toda la locución en el montaje. No soy locutor pero en el registro magnético de mi voz seguí los sabios consejos del maestro Santiago Fernández, a quien agradezco su ejemplo.


"Elegía al Plumacho" no es solo un cortometraje. Es una forma de entender el cine: una labor paciente, manual, donde cada gesto importa; un canto fílmico a lo humilde, lo natural, lo imperfecto y lo verdadero.

Pronto estará disponible en Vimeo, para que quien quiera pueda verlo. Será mi manera de compartir esta pequeña joya fílmica con quienes aún creen en el cine como arte hecho a mano.

Lea la primera entrega de este artículo PULSANDO AQUÍ

sábado, 12 de abril de 2025

ELEGÍA AL PLUMACHO, EN SÚPER-8: ASÍ SE HIZO (ENTREGA PRIMERA)

Estos días de recogimiento, tan propios de la Semana Santa en España —días de calma, de cierto paréntesis en el ritmo del mundo— me encuentro inmerso en el tramo final de mi cortometraje "Elegía al Plumacho". Como todos mis trabajos fílmicos, se trata de cine hecho a mano: un ejercicio de pura artesanía fotoquímica, rodado en película Súper-8 Kodak Ektachrome, revelado por mí mismo y montado a la vieja usanza, plano a plano, corte a corte, con empalmadora.

Este proyecto nace del deseo de rendir homenaje a esa planta que algunos llaman “hierba de la Pampa” y que aquí, en Galicia, conocemos simplemente como plumacho (cortaderia es su nombre). Filmada en los acantilados de mi ciudad, La Coruña, la planta ondea al viento atlántico mientras mi voz acompaña las imágenes, recitando un texto que escribí desde la contemplación y la ternura.

El cortometraje combina el rumor del mar y el viento como fondo sonoro con la música vibrante del gaiteiro Anxo Lorenzo, creando una elegía visual y sonora sobre la belleza silvestre de lo considerado invasor, y sobre esa paradoja profunda que es la pertenencia en la naturaleza. Porque, al fin y al cabo —como digo en el texto— en la historia del planeta, todos hemos sido invasores alguna vez.

En esta bitácora iré compartiendo el proceso completo de creación: desde la recarga, en cuarto oscuro, de película Súper-8 a cartuchos de Single-8 —para poder utilizar mi cámara ZC1000, compañera de medio siglo— hasta el revelado químico, el montaje con moviola y el sonido.

La escena final, en mi opinión, es especialmente poderosa. Pero de eso escribiré más adelante.



lunes, 7 de abril de 2025

FUMEO 9315: FINE-TUNING THE CAPSTAN DRIVE PRESSURE ROLLER ON A LEGENDARY WORKHORSE

There’s a certain kind of quiet that settles in on Sunday afternoons — the kind that invites you to step away from screens and deadlines, and lose yourself in the gentle ritual of adjusting gears, rollers, and levers. The kind of quiet where time slows down, and you find yourself face-to-face with a beautiful piece of machinery from another era.

Yesterday, that ritual brought me back to one of my trusted companions: a Fumeo 9315, the 500W xenon 16mm projector. Not just the standard model — mine are fitted with rare swing-open mechanical heads, making the internal architecture delightfully accessible. A gentle click, a careful swing, and there it is: the heart of a precision-crafted Italian projector, waiting for a touch of care.

In the photo, you can’t see the upper loop former (an optional feature, unlike the lower one), but you can spot a few key elements:

  • The pressure pad for the sprocket roller

  • The variable format change lever for the window

  • The adjustable pressure regulator

  • The non-steel pad with variable pressure— designed with a specific material and thickness to minimize film wear

Most 16mm projectors don’t allow you to fine-tune the pressure exerted by the roller on the capstan. But the Fumeo 9315 does. I’ve set mine with the utmost delicacy: without film, the roller doesn’t even touch the capstan drive. It only presses — lightly, almost reverently — when film is threaded through. A subtle adjustment, but one that speaks volumes about the engineering behind this projector.

I bought this particular Fumeo directly from the factory around 1990 (the other one a couple of years earlier). More than thirty years of steady use, and not once have they faltered. A true testament to Italian craftsmanship — these machines weren’t just built to last. They were built to be loved.

domingo, 6 de abril de 2025

ELEGY TO THE PAMPA GRASS - Author´s Note

Last autumn, I shot the short film "Elegy to the Pampa Grass" using a few meters of old Kodak Ektachrome 7285 film, expired in 2012. Carefully removed the film from its original Super-8 cartridges, I reload it in 7.5-meter batches to Single-8 cartridges in order to use my loyal ZC1000N camera —a companion of a lifetime— which has followed me since my student years, from the deserts of Africa to the desolate Taylor Dry Valley in Antarctica.

I developed the film myself, in my own lab in La Corunna (Galicia, NW of Spain), using a JoBo Classic CPP processor and original chemicals. The initial edit was done the old-fashioned way: with a Goko viewer and a Fujifilm splicer, cutting and joining each shot with the same care one might use to bind a book.


Slide Ektachrome 7294

Over that first cut on film, this weekend —in the symbolic contrast of a new Mac computer— I’m writing a script that seeks to accompany the images with a slow reflection on the movement of species. A notion that some today attack in the name of ecological purity, yet one that has always been present in the very history of life’s evolution on Earth: life is movement, mixing, transformation.

This short film, like all my cinematic work, is a fully handcrafted creation: I shoot, develop, edit and write it myself. I may not manufacture the raw film —that’s still Kodak’s domain— but I come close: I repackage it, in dark room,  from Super-8 to Single-8 cartridges, a film system that officially ceased to exist in 2013.


Luckily, I’m not alone in this endeavor. In the editing, reloading and processing, I count on the help of my factotum Álex, who, like me, believes that real film cinema is more than just images —it’s a way of seeing the world.

For the musical accompaniment, I’d love to include a piece by the great Galician gaiteiro, Anxo Lorenzo.
But that… we’ll tell you more about soon.

PS Last minute: finally, I will record the locution in Spanish (with English subtitles): herr kommandat Javier, a patriot, convinced me with his arguments.

sábado, 5 de abril de 2025

LUZ, CÁMARA... ¡FUMEO 9119! SÚPER-8 CON MÁXIMA LUMINOSIDAD A 3.000 LÚMENES

Cuando hablamos de proyectores de Súper-8 con potencia luminosa descomunal, hay modelos que inmediatamente vienen a la mente del connoisseur: el Fumeo 9145, con su lámpara de xenón 500 capaz de alcanzar los 1.500 lúmenes; el legendario Beaulieu HTI250, que llega a unos 1.600 lúmenes; o el icónico Elmo GS1200 Xenon 250, que, equipado con el objetivo 1.0, tal vez roce los 1.000 lúmenes. Le siguen de cerca modelos como el Fumeo 9143 (también con unos 1.000 lúmenes, con la HTI250) y el 9139, que alcanza los 800 lúmenes, con la Marc 300. Todos ellos, fabricados a finales del siglo pasado.

Pero entonces… llegó el siglo XXI y, con él, una nueva bestia comenzó a gestarse.

Fumeo estaba explorando nuevas posibilidades, y puso a prueba una innovadora lámpara desarrollada para los proyectores digitales de auditorio por un reconocido fabricante japonés. Este avance fue pensado para un modelo muy especial: el FUMEO 9119 HP STEREO XENON.

Tras el cierre de la fábrica, un técnico visionario de Fumeo —poco antes de fallecer— logró adaptar dos o tres unidades del 9119 a esta nueva tecnología. Uno de ellos, afortunadamente, está hoy en manos de mi amigo Alberto Vangelisti, el director del famoso laboratorio especializado en aplicaciones de bandas magnéticas y doblaje Movie Magnetic, y que comparte conmigo la pasión por Fumeo. 

¿Qué tiene de especial esta adaptación? Primero, su diseño es compacto y sin necesidad de rectificador externo, algo inédito en estos niveles de potencia. Pero lo verdaderamente impresionante es su rendimiento: ¡3.000 lúmenes reales de luz desbordante!

Esta misma semana, Alberto proyectó una película con su Fumeo 9119 HP en una sala de cine... y nadie, absolutamente nadie del público notó que era Súper-8. La calidad de imagen, el brillo, la definición… todo, absolutamente todo,  parecía emanado de un formato mucho mayor. Y ahí está la magia.

El FUMEO 9119 HP STEREO XENON no es solo un proyector, es una joya de ingeniería cinematográfica artesanal, una explosión de luz que hace que el Súper-8 brille como nunca fue ni imaginado por Kodak.

viernes, 4 de abril de 2025

EL SÚPER-8 DE LOS SISTEMAS DE VIDEO: VCR

Hay algo especial en escribir rodeado de historia del audiovisual. Mientras mis dedos teclean sobre un Mac de 2025, junto a la cámara de Súper-8 Nizo Professional que tanto gustaba a Steve Jobs, mi mirada se distrae de vez en cuando con los reflejos cálidos del televisor Zenith Chromacolor de 1975 que preside mi estudio Nelson de trabajo. Pese a su medio siglo, completamente restaurado por Álex, con los sabios consejos de José Manuel, su tubo catódico brilla con orgullo, no solo por fuera, sino también por dentro: color, sí, pero también alma.

¡Mas de cien kilos entre ambos aparatos!

Justo debajo, como si hubieran nacido el uno para el otro, reposa un videograbador Nordmende VCR, también con cincuenta años, una pieza excepcional que llegó hasta mí, desde Barcelona,  gracias a la cortesía del hijo del antiguo importador de la marca en España. Ambos aparatos conforman un dúo que evoca otra época, una en la que el futuro se veía como un televisor "a colores", como se decía entonces,  y un cartucho coaxial.

¡¡¡Chromacolor!!!

Y es que mucho antes de que el VHS se convirtiera en el estándar de los videoclubes y los hogares, ya existía un sistema pionero, hoy casi olvidado: el VCR o Video Cassette Recording, también conocido como formato 1500. Fue lanzado por Philips en 1972, una época en la que el término “vídeo doméstico” era apenas una idea futurista. Aquella tecnología utilizaba cartuchos que recuerdan, por su disposición coaxial, a los del cine Súper-8. De ahí su encanto, casi artesanal, como si la imagen grabada todavía guardara algo del aliento de quien la registró.

Necesitamos ser tres para subir todo desde el taller

El VCR es voluminoso, robusto, de líneas sobrias pero elegantes, y guarda en sus entrañas una ingeniería que adelantaba los sueños de un futuro que todavía no sabía llamarse digital. No tuvo una vida larga, barrido en apenas unos años por el empuje imparable del VHS y el Betamax. Pero dejó su huella, especialmente en Europa, y particularmente en hogares pioneros donde la tecnología convivía con la expectación del porvenir.

¡¡¡VCR DE TUBULAR BELLS!!!

Hoy, ese Nordmende que ahora forma parte de mi estudio ha cobrado nueva vida. Y no solo eso: he podido ver, por fin, una cinta de Tubular Bells en formato VCR que me regalaron hace un cuarto de siglo. El sonido, las imágenes, todo tiene un aura distinta, como si el tiempo se replegara sobre sí mismo.

Es en este entorno, también con proyectores de cine, donde me encanta crear escribiendo. Este equilibrio entre épocas no es casual. Tiene que ver con una filosofía: la del reaprovechamiento, del rescate, del diálogo entre lo que fuimos y lo que somos. Porque la tecnología, lejos de ser un simple avance, también puede ser una forma de memoria.

Así, entre válvulas restauradas, cintas magnéticas y bits de silicio, seguiremos creando historias. Y cada una de ellas, como el cartucho coaxial, gira en espiral alrededor de un núcleo común: la pasión por contar, recordar y compartir.

P.S. Cuando yo era estudiante de bachillerato, Nordmende asombró a Europa con un telecine compacto capaz de reproducir Súper-8 sonoro en televisores en color.

VCR: cinta de video coaxial