Desde que Kodak ha orientado el súper-8 al usuario profesional, ha interrumpido la fabricación de sus últimas inversibles de color, las lloradas Ektachrome 64 y 100 (todavía tengo unos poquísimos metros en la nevera de ambos tipos), y sólo dispone, en color, de emulsiones de la gama negativa Kodak Vision (de 50, 200 y 500 ASA); bien es cierto que la firma de Rochester ofrece una inversible, pero es en blanco y negro: la Kodak Tri X.
Otros fabricantes europeos también comercializan, en súper-8, emulsiones inversibles en blanco y negro, como FOMA u OrWo, por ejemplo. Y los italianos de Ferrania llevan años prometiendo que sacarán muy pronto al mercado varias inversibles de color (en un mañana que nunca llega).
El rescate ha venido con la Fujifilm Provia 100, de la mano de Tak Kohyama, el dueño de Retro Enterprises, actualmente el mayor laboratorio cinematográfico de Japón 8 (sino de Asia).
Los usuarios, como uno, del sistema de cine japonés inventado por Fujifilm, el Single-8, siempre fuimos lo suficientemente afortunados de estar abastecidos de
magníficas películas inversibles de color del portafolio Fuji. ¡Ay, como echo de menos la extraordinaria Fujichrome 64T o la Velvia 50, con sus colores casi émulos del Technicolor! (la película de Single-8, en proyección, es, en realidad, de Súper-8: las únicas diferencias son en el cargador de la cámara).
Como ya he publicado en esta bitácora, Tak ha venido al rescate de los usuarios del Súper-8 que buscaban una inversible en color de altísima calidad (de la AGFA Aviphot, mejor no hablar).
Hace unas semanas, mi amigo Tak me envió, para que la probase, unos pocos metros de la versión beta (de pre-producción) que filmé de inmediato con dos cámaras pequeñas: la Canon 514XL y la Eumig Naútica.
Ya escribí, en su momento, que, en ambas cámaras, la película avanzó con suavidad.
¡¡¡En menos de dos semanas he recibido el material procesado desde Japón!!! El revelado, ¡magnífico!: limpio, con generosa cantidad de cola blanca.
¡¡¡Qué calidad, señores!!! Ausencia de grano, colores saturados, negros profundos pero con la imagen ligeramente menos contrastada que la Velvia 100 y ya no digamos que la 50. No es baladí el tema del contraste pues, si es excesivo, aunque la proyección directa del original resulta más brillante, es muy difícil de digitalizar: y no olvidemos que la mayor parte del público, actualmente, no ve las películas en festivales con proyección en cine, sino digitalmente (en especial por Vimeo -dejemos YouTube para la morralla--).
La nueva Fujifilm Provia 100 de súper-8 es, pues, la película ideal para el formato: colores fantásticos, súper alta definición 5K y el contraste idóneo no sólo para proyección directa sino también para su digitalización.
¡Gracias a Fujifilm, por permitir que su Provia 100 de tercera generación esté disponible en el cartucho de súper-8 de su antigua competidora Kodak!, y gracias a Tak Kohyama por haber convencido al gigante nipón de la viabilidad del formato: un brillante futuro espera en el siglo XXI a los amantes, como uno, de la película inversible de color (la más difícil de filmar, dicho sea de paso, pues su latitud es de menos de medio diafragma).
Las buenas nuevas no acaban aquí: en camino se encuentra nada menos que la ¡¡¡Fujifilm Provia 400!!!
Ahora, todo el mundo a la iglesia, a rezar, para que la Virgen María interceda y el precio final sea razonable para un usuario europeo empobrecido (instantáneas tomadas con el móvil de la pantalla de proyección).
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