Tras mas de dos meses, cuando ya lo daba por perdido, viendo su errática trayectoria por toda la Argentina, ¡¡¡por fin me entregaron el paquete que me mandé por Correos desde Ushuaia!!! Menos mal que no contenía las películas filmadas pues sabe Dios a que calores estuvo expuesto su contenedor en el verano austral.
Dado que en Ushuaia cerró el agente de DHL, con el que pensaba enviar mis películas de regreso a fin de evitar algún posible escáner tipo CT en algún aeropuerto (como había hecho, al partir, desde Nueva Zelandia), parecía que no me iba a quedar otra opción que retornar el material fílmico a través de correos.
Pero, gracias a dos contactos de Facebook, que amablemente fotografiaron los escáneres de los aeropuertos de Ushuaia y Buenos Aires, tras comprobar que eran normales y antiguos, decidí traerme las películas conmigo, en el equipaje de mano, y en el paquete para España, por Correos, remitir simplemente ropa polar, botas, un trípode y algunos artículos fotográficos, todo ello, material que se puede reponer en caso de extravío (por cariño, me fastidiaría haber perdido el trípode de fibra de carbono con cabeza Manfrotto que lleva conmigo desde 2007).
Aunque tardó, ¡¡¡menos mal que ha llegado todo!!!, y a salvo. No puede uno hablar mas que bien, pues, de los Correos argentinos. En Ushuaia, en la oficina de Correos, la inspectora me obligó abrir la caja para ver su contenido, y, después, traspasar todo a un embalaje normalizado, vendido por ellos, que, menos mal, me ayudaron a empaquetar. Quedé sorprendido de la cantidad de papeleo, ¡¡¡con papel carbón!!!, reutilizable de usuario a usuario. Todo esto es necesario, me explicó, pues Ushuaia tiene un sistema fiscal aparte del resto de Argentina, de forma que el paquete tendría que pasar varios controles aduaneros en su camino a España.
En la siguiente entrega, contaré como pude traerme 30 kilos de material fílmico para revelar en el equipaje de mano.
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