lunes, 16 de octubre de 2017

BLADE RUNNER 2049: NO DEFRAUDA.

El título entró muy flojo en las taquillas. El primer fin de semana, en Estados Unidos, esperaban recaudar 100 millones de dólares,  y no llegaron ni a treinta (la producción costó 150 millones de dólares). En España, tres cuartos de lo mismo. Según el estudio de la distribuidora, "Blade Runner: 2049" sólo gusta al 20 por ciento del público femenino y a los varones de mas de cuarenta años. Debe ser cierto pues, cuando el pasado sábado fuí a verla, no había gente joven: todos éramos "talluditos".
LO MEJOR DEL INICIO DE LA TEMPORADA EN SALAS.
Escribo unas líneas, a vuela pluma,  para aportar mi granito de arena en la tarea de conseguir darle la vuelta a la taquilla: la obra lo merece. Es de lo mejor que he visto este otoño (aunque, si fuera un ejecutivo de Hollywood que amase el cine -y no solo "amasar pasta"--, habría encomendado la dirección a otro, como Zach Snyder, con capacidad demostrada para haberla rodado en película,  en lugar de grabado con una Alexa: por ello no la denomino "película" -- si bien no ignoro, gracias a Kodak, que se han tirado positivo de 70 mm, tanto de 5 perforaciones como de 15---).
¿MEJOR QUE LA ORIGINAL?
En cierto modo sí pues el guión responde a ciertas preguntas que la versión precedente dejó sin respuestas. 
Por otra parte, "Blade Runner 2049" respeta la esencia del universo de la original, con ese "nosotros contra ellos" que, además, actualmente, refleja la realidad que vivimos. Esta versión logra la inmersión inmediata del espectador en la trama. 
Es imprescindible verla en una buena sala pues el sonido se encuentra muy trabajado, lo mismo que la partitura musical. 
Los efectos especiales también están bien logrados, desde las holografías hasta los Peugeot voladores. Un gran detalle, el del guionista, el de empeñarse en incluir en los luminosos empresas que ya no existen, como Panam o Atari. 
¡Como disfruté, además, con la idea del "apagón digital! Si hubiesen guardado los datos en microfilms, nada se hubiese perdido.
Como en la original, "Blade Runner 2049" plantea al espectador qué nos hace humanos, y por qué nos tratamos de diferenciar de nuestra creación, cuando empiezan a adoptar nuestros rasgos: aunque el protagonista a veces presenta movimientos robóticos, en sus relaciones, sobre todo con esa belleza que es Ana De Armas, el espectador es testigo de cuan humano verdaderamente es, con su bonita historia de amor. 
Otro gran detalle, es que "Blade Runner 2049", encuentra un tiempo para denunciar el trabajo infantil. 
Impresionantes, también, las localizaciones, en especial la ubicada en lo que realmente es un astillero especializado en desguace de barcos, y la secuencia de Harrison Ford, grabada en la antigua sede la la televisión de la Hungría comunista, en Budapest, ahora cerrada.
"Blade Runner 2049" es, fundamentalmente, una historia de amor en un futuro casi post apocalíptico, con un guión que nos habla de la importancia de la libertad, el sacrificio y la familia; es una obra que me proporciona cierta esperanza en el futuro de Hollywood. De lo mejor, reitero, que he visto en lo que va de otoño. Lástima que no se haya filmado en película

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