En el mundo del Súper-8, hay proyectores... y luego está el Fumeo 9119. Diseñado para usos profesionales, fue durante años el rey indiscutible de los laboratorios cinematográficos, donde se usaba para chequear copias. Un aparato robusto, preciso, y con una calidad de proyección suprema. Pero como todo icono, tiene su talón de Aquiles: la lámpara ESC de 200 W, la misma que comparte con el también legendario Elmo GS1200. Hoy en día, esta lámpara es muy dificil de encontrar: es escasa, cara, y producida solo en tandas limitadas debido a su uso exclusivo por esos dos modelos
Algunos han intentado sustituir la ESC200 con lámparas de videoproyector, pero hay un problema: quien trabaja con Súper-8 no proyecta como en digital, de una vez y sin pausas. En Súper-8 se rebobina, se pausa, se cambia de rollo... y las lámparas de proyector digital, diseñadas para estar encendidas largos periodos, no se llevan bien con tanto encendido y apagado.
Fue entonces cuando Álex, el propietario más joven de un Fumeo (¡de dos, en realidad!), que conozco en Galicia, se hizo una pregunta simple pero potente: "¿Y si lo adaptamos a LED?"
Una idea brillante —nunca mejor escrito—, pero no exenta de dificultades. Le comenté que el mayor reto no era la potencia, sino cómo concentrar un haz de luz LED en una ventanilla del tamaño de sólo 4,01 x 5,79 mm. No basta con que brille: debe concentrarse el haz con precisión quirúrgica.
Álex comentó el caso con su amigo Fernando, quien, con aire casi conspirativo, le dijo:
"Creo que sé quién puede ayudarte... pero tendrás que ir a verle a un faro."
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Recreación de nuestra primera visita a la isla, cargando el 9119, dibujada por Álex |
Así fue como entró en escena José Luis, técnico de iluminación marítima, responsable de alguno de los faros del norte de Galicia. Un hombre acostumbrado a mantener en funcionamiento luminarias diseñadas para resistir las galernas que vienen del Atlántico, la sal, el viento y la oscuridad absoluta. Y que, sorprendentemente, nunca había visto un proyector de Súper-8 en su vida.
La primera visita al faro fue en plena tormenta, una noche de enero. Cruzamos la pasarela metálica cargando una maleta con el Fumeo 9119 de Álex, al resguardo en su interior. José Luis examinó el aparato con curiosidad casi infantil. Aquella noche no resolvimos nada, pero algo se encendió: la chispa de la invención.
Durante semanas, siempre en noches de temporal —únicos momentos en los que debía acudir físicamente al faro— José Luis fue desarrollando un sistema. A cada tormenta, una mejora. Hasta que, en plena Semana Santa, su luz LED alcanzó los mismos lúmenes que la antigua halógena... con menos de 10W de consumo, sin calor, y una temperatura de color de 5.200 K que recordaba a las lámparas de xenón (que tienen 5.500), con un nivel de iluminación constante tanto durante los primeros minutos como a las dos horas de proyección.
Solo había un problema: todo el conjunto no cabía dentro del proyector.
Pero José Luis, como buen farero, no se rinde ante obstáculos. "En la próxima tormenta os llamo", dijo. Y cumplió.
El pasado fin de semana, mientras el Atlántico rugía con fuerza, llamó a Álex: había conseguido integrar todo el sistema —lámpara y alimentador— dentro del cuerpo del Fumeo 9119. Quería que Álex viera en persona su amado Fumeo.
Álex, sin dudarlo, arrancó su Mercedes de 30 años y se dirigió hacia el norte. Bajo un cielo de plomo, con el mar golpeando los acantilados, cruzó la pasarela justo antes de que se desatara la tormenta. Dentro del faro, entre mapas náuticos y olor a sal, José Luis lo esperaba.
Todo estaba listo para la prueba. Pero justo en el momento clave... ¡se cortó la luz! No importó: el generador arrancó como si también supiera que estaba a punto de ocurrir algo importante.
José Luis quiso que fuera Álex quien encendiera el proyector. Y cuando lo hizo, un haz de luz perfecto atravesó la ventanilla, justo cuando un relámpago iluminaba el mar tras los ventanales.
—¡Funciona! ¡Funciona! —gritó Álex, con una mezcla de incredulidad y entusiasmo— ¡Funciona!, repitiendo con el mismo entusiasmo que el Dr. Frankenstein decía "está viva, está viva" en la película cuando le creó una novia a su monstruo.
Álex trajo su Fumeo 9119 para probarlo en el plató Stalag de IB Cinema con pantalla de seis metros. ¡Me dejó mudo de asombro! Ahora, el nuevo reto es conseguir instalar una lámpara LED mucho mas potente, capaz de obtener al menos 2.000 lúmenes en pantalla, con un proyector Fumeo de 16 mm.
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Asombroso rendimiento sin calor |
Nosotros, los amantes del cine de verdad, en película, sabemos que en algún lugar de Galicia, hay un faro que no solo guía a los barcos... también alumbra el camino del Súper-8 en el siglo XXI.
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Óptima temperatura de color |