jueves, 26 de junio de 2025

PREGÚNTENLE A BALTAR (No, no a ese Baltar… al otro)

No, no me refiero al actual senador José Manuel Baltar, que en su anterior etapa política consiguió lo que parecía impensable: convertir el Ourense Film Festival en un verdadero acontecimiento internacional, de la mano de directores tan entregados como Miguel Anxo y Aurelio.

No, esta vez no va de política ni de festivales, sino de cine, del de verdad. Del que se rueda con película, sudor y talento.

Cuando digo "Pregúntenle a Baltar", me refiero a la venerable y exquisita casa Baltar, esa legendaria marca de ópticas cinematográficas, tan olvidada por algunos "modelnos" pero tan reverenciada por quienes saben de verdad cómo se rueda una película.

Vivimos tiempos extraños. Y no lo digo solo por la política. Sino por ciertos "cineastas", que no "cineístas",  de hoy, esos directores de “autor” que apenas saben enfocar, pero que ¡exigen! a producción un arsenal de ópticas que parece sacado de una subasta en Panavision: zooms de órbita geoestacionaria, juegos completos de Zeiss Master Prime de ultra-alta resolución y sensores para medir la luz lunar reflejada en una cuchara.

Uno, que ha tenido que lidiar con esa gente en carne propia, no puede evitar sonreír cuando escucha estos desvaríos. Porque luego, ya en rodaje, esos mismos adalides de soporíferas imágenes clínicas, que ni los montadores quieren ver, tratan las lentes con más descuido que un tenedor en una secadora. Y lo peor: ni siquiera saben exprimirlas. Les da igual un Baltar, un Angenieux o un pisapapeles con montura C.

Por eso, cuando alguien me sale con ínfulas y me enseña el despliegue de ópticas que ha "exigido para su visión", yo, con media ceja alzada, les suelto:

— Pregúntale a Baltar.

¿Que no saben quién es? Pues muy mal. Porque si Hitchcock, que de cine sabía un poquito, decidió rodar "Psycho" (sí, Psicosis, esa obra maestra del terror, del encuadre, del blanco y negro y de la ducha) con una sola óptica —una Baltar—, uno se pregunta qué necesidad hay de cargar tres maletas de cristales para filmar, pongamos, el corto de graduación de una escuela de audiovisuales.

Una sola óptica. Una Baltar. Y aún hoy nadie se ha quejado de cómo quedó la peli.

Así que, estimado lector, cuando alguien pretenda impresionarte con su despliegue técnico, con su “necesidad creativa” de cinco ópticas por secuencia, recuerda este humilde consejo:

--Pregunta por Baltar.

Y si no saben de qué hablas… ya sabes todo lo que necesitas saber sobre su cine.

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