Bajo el epígrafe "Súper-8 en la era digital" iré escribiendo, en esta bitácora, una introducción al fascinante mundo argéntico de la película de Súper-8, para dar respuesta a todos los recién llegados, ávidos de conocimiento, que me mandan mensajes privados, los cuales, lamentablemente, no tengo tiempo de responder uno a uno.
El Súper-8 fue un paso cinematográfico que nació concebido para el aficionado. Muy pronto, sin embargo, encontró acomodo en el mundo profesional, primero en el terreno de la exhibición, por ejemplo, en aviones. Tras unos años de oscuridad, donde su supervivencia fue mantenida por unos cuantos miles de entusiastas repartidos por todo el mundo, en pleno siglo XXI el súper-8 renace con fuerza, ahora dentro de la división de cine profesional de Kodak, con emulsiones como las películas negativas Kodak Vision 3 e, incluso, una nueva cámara, con videoasistencia, que Kodak pondrá a la venta probablemente a finales de este año. Fujifilm, por su parte, ha puesto recientemente a la venta una película inversible de lo más idónea para el Súper-8: la Provia III.
Las películas en Súper-8, antes, eran vistas en proyección directa sólo por un puñado de espectadores. Ahora, sin embargo, se pueden digitalizar a 2K, 4K o 5K y, subidas a Internet, las creaciones en Súper-8, llegan a miles o millones de personas, que sí saben apreciar el origen fotoquímico de la imagen, con su naturaleza orgánica y más de un siglo de tradición, tan distinto de la frialdad digital.
Personalmente, me ha pasado que mi clip musical "La noche de San Juan" (rodado con película Kodak Vision 500) ha sido difundido en la web de Kodak y visto por más de cien mil espectadores, la mayor parte estadounidenses. Recientemente, he subido a Vimeo "Dr. Jekyll en la ciudad de las playas", rodado con película inversible Kodak Ektachrome y espectacular formato anamórfico (para su difusión en pantallas 16:9), y en un par de semanas ¡ha cosechado unos 25.000 espectadores! (supone uno que la mayoría son de La Coruña).
Rodar en Súper-8 no es ni fácil ni barato pero ahí radica su mérito: el director debe demostrar su conocimiento del medio, sin margen al error, pues cada fotograma cuesta dinero.
Con el propósito de que aquellos que sí valoran la belleza de una imagen fotoquímica puedan aprender todos los secretos del mundo del súper-8 nace esta serie de entradas, "Súper-8 en la era digital". Su lectura atenta permitirá un conocimiento profundo del medio, tanto en lo relativo a la filmación, como al montaje, la sonorización, la digitalización e, incluso, el revelado.
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