En esta serie de artículos, del cual este es la cuarta entrega, nos estamos ocupando de aquellos proyectores que permiten la transferencia sonora de pista a pista a pista sin necesidad de cables, y con alta calidad.
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Una maravilla francesa… construida por un español, esta unidad de 1995. |
En el aparato sujeto de este artículo, la calidad no solo es alta, sino suprema, en el que es el último proyector de cine con grabación fabricado (Fumeo continuaría fabricando proyectores hasta el 2006 o 2007 pero sin capacidad de grabación). Este modelo de Beaulieu, la fábrica me lo entregó en 1995 y, desde entonces, no me ha deparado mas que satisfacciones.
Se trata de la versión STUDIO que se diferencia del Stereo normal en que sus vúmetros son de diodos, el contador es de cristales líquidos y presenta mejoras, muy sustanciales, en los diseños de puntos claves como los ejes de las bobinas o el canal de los cabezales (amén de otras en los apartados de la electrónica).
Ambos modelos estereofónicos comparten otras características apabullantes por sí solas, como el enfoque micromético, obturador variable de cuarenta grados, presor de lado de la lámpara, el ajuste fino de velocidad o, por no seguir, capacidad para bobinas de 700 metros.
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Mando de la transferencia de pista y conmutador de la grabación |
La transferencia de pista, en esta máquina, es muy sencilla, por el diseño racional de los mandos. El botón giratorio marcado como track transfer permite seleccionar la pista de 1 a 2 o de 2 a 1. No hay confusión posible. Una vez seleccionada, bajo ella, el interruptor de grabación se pasa de play a record. A continuación, a la izquierda de la consola de controles, debe pulsarse el botoncito de grabación. Al activarse ésta, se enciende un diodo rojo. Si la transferencia es en sobreimpresión con una grabación ya existente en la pista, se debe seleccionar previamente el grado de borrado con el lineal marcado como trick, que avisa al operado con un diodo amarillo, como se muestra en la fotografía inferior.
La calidad de la transferencia con el Beaulieu Stereo STUDIO es sorprendente, si bien, los cabezales no son tan duraderos como los sendust o permalloy que equipan ciertos aparatos japoneses, con lo cual, cada ciertos centenares de horas, hay que preparar el bolsillo para sustituirlos.
Soy el máximo defensor, a la hora de la proyección, de los proyectores Fumeo y, para grabar bandas complejas me gusta mucho el Fujicascope SD25, pero si me viese obligado a decidir un sólo proyector que me podría llevar a un refugio en la Antártida, éste sería el Beaulieu Stereo Studio, pues conjuga las ventajas de todos ellos (aunque en un peldaño ligeramente inferior valoradas por separado).
No se pierda la siguiente entrega de esta serie pero tampoco deje de repasar las precedentes.
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