viernes, 13 de junio de 2025

ADIÓS A LA EUMIG METROPOLITAN HIGH CONCERT FIDELITY CENTRE

Hay marcas que uno lleva grabadas a fuego en la memoria. Si hablamos de Súper-8 en Europa, un acrónimo destaca sobre todas las marcas: EUMIG. Durante décadas, esta firma austriaca fue sinónimo de cine en pequeño formato, llegando a ser el mayor fabricante de proyectores del Viejo Continente que, gracias al auge del Súper-8,  llegó a convertirse en la empresa privada más importante de Austria.

En España, el nombre de EUMIG se recuerda con especial cariño. Fue esta marca la que, en los años finales de los sesenta y primeros setenta, democratizó el cine sonoro en los hogares españoles, poniéndolo al alcance de quienes soñábamos con proyectar nuestras películas y escucharlas al mismo tiempo, como en el cine comercial (no en vano, España fue el tercer mercado internacional mas importante para la firma vienesa, tras Alemania y Estados Unidos, ¡y por encima de Gran Bretaña!).

En mi caso, la relación con EUMIG es también emocional. A los lectores habituales de esta bitácora no les será desconocido mi fiel EUMIG 940 Multiprocessor, mi primer proyector “bueno”, comprado siendo aún estudiante universitario en Barcelona, en la legendaria tienda Arpí de las Ramblas, pagado a plazos mensuales, sin papeles, sin contrato, sólo con la palabra dada al señor Noia. Así se hacían antes las cosas en España: con un apretón de manos y confianza recíproca. El 940 sigue en servicio, casi medio siglo después.

Con el tiempo, y ya para trabajos profesionales de sincronización de sonido, incorporé a mi estudio un par de pletinas de cassette EUMIG Metropolitan. Técnicamente son una maravilla: sin correas, con engranajes hasta para el contador y otras soluciones de ingeniería que las colocan, a mi juicio, muy por encima de sus competidoras japonesas, tan admiradas, pero casi clónicas en su tecnología, y que actualmente sufren los achaques propios de la edad.

Trabajo habitualmente con ambas Metropolitan. Si una falla, la sustituyo por la otra, mientras la reparo. Me sigue produciendo placer ver el acrónimo EUMIG en el frontal, como si ese logotipo destilara un eco de mi juventud.

Pero hoy, toca despedirse de una tercera unidad: la EUMIG Metropolitan High Concert Fidelity Centre, el último diseño para Eumig de  Gerhard Heigl, quien en los años treinta había creado la “radio del pueblo”, fabricada por EUMIG, para el III Reich. En esta versión, es un aparato mas largo que los otros Metropolitan, pues integra amplificador y sintonizador de radio, elementos que nunca llegué a necesitar para el tipo de trabajo que realizo, centrado en el sincronismo preciso entre la cinta y la imagen fílmica.

"No te preocupes, querida amiga, que vas para un buen hogar"

No la utilizo, pero no puedo negar que me da cierta pena dejarla partir, especialmente porque sólo se fabricaron 1.000.  Además, a estas alturas, este tipo de máquinas no son solo herramientas: son compañeras de vida.

Por suerte, y ese es mi consuelo,  no se va a lejanas latitudes. Permanecerá en España (aunque no en Galicia, que pierde una pieza histórica). Lo más importante es que cae en buenas manos: las de un apasionado de EUMIG,  que sabrá apreciar su valor no solo técnico, sino histórico y sentimental. Me tranquiliza pensar que allí será cuidada, admirada y, quizá, vuelta a poner en marcha con la misma emoción que un día la encendí yo.

Porque en este Estudio no se tiran máquinas:  se las despide con gratitud, como a los buenos amigos. 

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