Noventa años después sigue funcionando como el primer día. Y es una cámara "ecológicamente sostenible": no funciona con pilas o baterías, como las digitales, sino con un mecanismo de relojería.
La película se introduce en cargadores, en longitud de hasta quince metros con veinticinco centímetros, que puede recargar el propio cineísta, y que permite, en exteriores, si se dispone de varios cartuchos, librarse de las engorrosas tareas de enhebrado de los modelos de bobinas abiertas.
La Kino-Kamera B, con el antiguo logotipo de Siemens, de una poco disimulada estética nazi, posee un ingenioso sistema para filmar de forma secreta: un visor externo, adosado a la parte superior, permite que el operador encuadre de forma discreta lo que está filmando, con la cámara disimuladamente situada en la posición de la cintura.
La precisión de este dispositivo espía es asombrosa lo cual seguro que la convirtió un modelo ideal para periodistas, espías, delatores y depravados (por cierto, ¡de la misma marca que el horno de la cocina de mi casa!), así como para que Eva Braun, contumaz fotógrafa y cineísta (trabajaba para Hoffmann), pudiese rodar las inauditas filmaciones en la intimidad del que moriría como su marido, en Kodachrome, donde se le ve sonriendo ¡con cara bonachona!
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