Lo malo de las crisis es que, para ir superándolas, a buena parte de la población no le queda otra que desprenderse de cosas que, de vivir una situación normal, no se prescindiría de ellas. Ya en la anterior crisis, la que nos dejó el peor presidente en la historia de España (que aun sigue dañando al país), tuve que desprenderme de algún artilugio histórico de mi colección que me dió verdadera pena como un proyector de 35 mm de 1899, y que, además, no se quedó en España, sino que se fue para Inglaterra.
Mi estrategia esta vez, para superar la crisis del coronavirus que tanto afecta a los del sector cultural (muy especialmente a los que no somos del mainstream ni lacayos de ningún régimen), es vender artículos cinematográficos no tan exclusivos que pero que hagan felices a sus nuevos propietarios y pueda tener una segunda vida pletórica.
Ha tocado el turno de desprenderse de uno de mis proyectores de 16 mm, el Elmo CL de 16 mm, que se va para Cataluña. La máquina está totalmente nueva pues no tiene ni cincuenta horas de uso.
En su día, compré este proyector cinematográfico pues, en la era Fraga, cuando en IB Cinema hacíamos programaciones en 16 mm en colegios, en las contadas ocasiones en que había que repetir el audiovisual, en estas reposiciones, si no se podía quedar el operador, dejaba este proyector en el centro educativo. Al ser este aparato del tipo de carga con el canal abierto (channel loading), era el ideal para las maestras a la hora de cargar la película, más fácil incluso que los proyectores de enhebrado automático, con la ventaja, sobre estos, que no dañan la película. De hecho, es mas fácil de proyectar con este Elmo CL 16 mm que con muchos proyectores de Súper-8 de uso doméstico.
Además, el Elmo CL es muy luminoso, fiable, robusto, con una calidad óptica excepcional (su objetivo es mejor que el Isco), y, en esta mi versión, dispone de sonido magnético además de óptico. Una virtud nada desdeñable es que mima las películas, aunque se rebobinen a través del aparato. Y, a diferencia de los automáticos, permite quitar la película a mitad del metraje en cuestión de cinco segundos.
¿Por que lo vendo, pues? En esta tanda de la crisis, me iré deshaciendo de aparatos de canal abierto y automáticos, para retener únicamente los de enhebrado manual, o sea, aquellos en los que hay que demostrar destreza técnica a la hora de ponerlos en marcha, que son con los que realmente disfruto. Claro que me gustaría conservarlos, pero...
Hice una última prueba del Elmo CL, con un viejo noticiario: todo perfecto. Así que se va para su nuevo destino, a hacer feliz a alguien.
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