jueves, 23 de septiembre de 2021

FUMEO SESTO TR 1500: UN PROYECTOR CELESTIAL PARA 16 MM

El proyector Fumeo VI,  concebido bajo el pontificado de San Pablo VI, no se vendió oficialmente en España (Fumeo no tuvo representación en nuestro país hasta finales de los años setenta), pero sí que hubo unidades funcionando propiedad de distintas órdenes religiosas, que, de alguna forma, tal vez de contrabando, los traían directamente de Italia 

Los bondadosos Padres Claretianos, de El Ferrol (en Galicia, en el noroeste de España), han tenido a bien regalarme su unidad que, bajo un manto sacrosanto de 50 años de polvo, se encontraba olvidada en un trastero tras el pequeño altar de un recinto que lleva un lustro cerrado y que, ya desacralizado, está a punto de pasar de manos.

Este es un VI especial, el TR1500: con brazos para 1.500 metros (un largometraje sin interrupción), ¡y ventanilla de formato variable!, una prestación rarísima en 16 mm.  El conjunto viene completo, hasta con su soporte de anamórfico, altavoz exterior y el extraordinario objetivo de focal variable granangular 25-45 mm, que es una joya. 

Pesa un quintal: ¡menos mal que los amigos Álex y Marcos me ayudaron a traerlo!

Siempre me encantó el Fumeo VI pues el volante de inercia ¡se encuentra a la vista!, y la llave exterior de accionamiento del motor gira todo el tiempo: naturalmente, algo así no se homologaría hoy en día... ¡pero qué bonito resulta verlo funcionar!

Los Padres Claretianos ¡hasta me facilitaron el libro de mantenimiento del aparato! Es un VI de los últimos de esa gama, con el amplificador transistorizado, en lugar de a válvulas (¡qué pena, Dios mío!).

Originariamente, fue fabricado para usar con la lámpara Marc 300 pero convertido, posiblemente en fábrica, para funcionar con una halógena normal de 250 W. Todos los indicios es que la conversión fue hecha en fábrica pues el proyector, en lugar de funcionar a 125 V, como todos los de su gama, es multivoltaje entre 200 y 250 V.

Lo único malo, de este regalo celestial, es un golpe en el frontal de su amplificador. Tiempo habrá, en el largo invierno gallego, para repararlo estéticamente, y, de paso, reacondicionar interiormente: el plástico que recubre alguno de sus cables internos, tras medio siglo sin uso, no tienen buen aspecto. 



 

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