Hubo un tiempo, antes de la llegada de la infame tecnología LED, que la fabricación de bombillas conjugaba el proceso industrial, con la excelencia en ingeniería y la artesanía. Un ejemplo, es el de la bombilla halógena de ciertos proyectores S8 Fujicascope.
La base es íntegramente metálica. El bulbo de cristal de cuarzo, en su parte frontal, lleva en el centro una lupa rodeada de un espejo dicroico, rodeándolo, cuyo diseño hacía reflejar los rayos luminosos, pero no el calor, en otro espejo parabólico interno, suspendido en una base metálica, que es el que concentraba el flujo lumínico en la lupa.
Antes y después de poner en marcha este tipo de aparatos, disfruto recreándome con el diseño y construcción de estas maravillosas lámparas de una era, antes de los años ochenta, cuando los fabricantes estaban orgullosos de este tipo de logros.
Una de las vitrinas del museo de la Cinemateca Sellier está consagrada a exhibir este tipo de lámparas cinematográficas raras, en una exposición única en el universo mundo, en su inmensa e inabarcable redondez.
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