sábado, 4 de octubre de 2025

NUNCA ES TARDE PARA LA VOCACIÓN

Dicen que la vocación se descubre en la juventud. No siempre es cierto. A veces llega tarde, o no se puede ejercer por no estar en el sitio y el lugar adecuado,  pero cuando se consigue, la vida de uno se transforma, aunque se esté mas cerca de los setenta años que de los sesenta.

Durante años, desde mis cuarenta y tantos, me dediqué a producir largometrajes y cortometrajes para otros. Lo hacía con entusiasmo, pero en el fondo sentía que estaba ayudando a construir los sueños ajenos, no los míos.

Hasta que un día, en 2010, decidí dar un giro radical. Tenía claro que, si el cine era mi vida, debía hacerlo a mi manera. Así comencé a dirigir mis propios cortometrajes en Súper-8, con película real, con mis propias manos, literalmente: escribiéndolos, filmándolos, revelando la película, montándolos, sonorizándolos… siendo a la vez, el arquitecto y el albañil, el carpintero, el pintor y el electricista de mi propia obra.

Ocho años después, en 2018, con 58 años, estrené mi primer largometraje documental, Spitsbergen, O Gardian do Ártico. Se proyectó en cines, se emitió en televisión y viajó por festivales de todo el mundo. Fue la confirmación de algo que siempre había sospechado: nunca es tarde para empezar.

Muchos de mis directores admirados lo demuestran. Manoel de Oliveira tenía 73 años cuando filmó su primer largometraje, y siguió rodando hasta los 106. El japonés Takeo Kimura debutó a los 90, y el Guinness se lo reconoció. El tiempo no es el enemigo: lo son la duda y la resignación.

Hoy sigo filmando en Súper-8, pero con las herramientas del presente. Actualmente, yo mismo hago el intermediate en 4K, hincho a 16 mm o 35 mm, y preparo cada proyecto como si fuera el primero. El cine fotoquímico, bien cuidado, no tiene límites de difusión ni de emoción.

Y aunque todavía no fabrico película (¡todo llegará, je, je!), corto y adapto personalmente el material: recargo cartuchos, convierto Doble Súper-8 a Súper-8, y Súper-8 a Single-8. No es fabricar película… pero está muy cerca.

Porque la vocación, como el cine, no tiene edad.
Y si algo he aprendido, es esto: nunca es tarde para empezar a ser quien realmente eres.



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