En 1979, la firma vienesa Eumig, en aquel momento la primera empresa privada de Austria, y el mayor fabricante de proyectores cinematográficos del planeta (siendo España su segundo mercado mas importante tras Alemania), sorprendió al mundo con la cámara sumergible sin carcasa Eumig Nautica (con la que todavía filmo, en su versión de 24 f.p.s.) y con el proyector estereofónico Eumig S926 GL, tal vez el proyector de Súper-8 sonoro mas seductor jamás diseñado, combinando elegantemente dos tonos, y con una impresionante consola de controles que nos hacía soñar a los jóvenes superochistas de entonces.
¡Qué bonito es! (pese a la "chuleta" que puse en la consola con las instrucciones para la transferencia de pista) |
Como estudiante en primero de carrera, no tenía en aquel momento sufiente capacidad para comprarlo pero lo fuí admirar varias veces a Arpí, en Barcelona, hasta que un día descubrí con horror que no tenía rodillo dentado de admisión. Poco después, Eumig presentó su hermano mayor, y "buque insignia" de la marca, el Eumig 940 Multiprocessor, con rodillo dentado superior, que pude adquirir gracias, por una parte, a mi trabajos, a partir del segundo curso en la Universidad, como jefe de actividades en el Colegio Mayor Sant Jordi y proyeccionista de "2001" para la Universidad, y, por otra parte, a que el señor Noia, de Arpí, accedió a vendérmelo a plazos mensuales sin mas garantía que un apretón de manos: así es como funcionaban en aquel entonces las cosas en España.
Álex, en primer término, con la grasa neutra no derivada de petróleo |
Con todo, a los dos o tres años, cuando se liquidaron todos los productos Eumig al entrar la firma en bancarrota, adquirí un Eumig 926, pues, pese a la ya referida ausencia del rodillo dentado de admisión, a la locura de la disposición en ejes coaxiales para las bobinas y a la (casi) imposibilidad de desenhebrar la película en medio de su pase (1), pese a todo ello, ¡es tan bonito!
Abajo, puede entreverse el bisinfin de bronce |
Pero es que el 926, además de su espectacular diseño, tiene una serie de virtudes iniliguables: 1) transfiere el sonido de pista a pista sin necesidad de cables y, lo que es mas importante, sin que el volumen la grabación apenas disminuya en el canal dos (algo que no consigue ninguno de mis dos Eumig 940); y 2) su bisinfin es de eterno bronce, no de plástico, como en el 940.
Silicona CRC: imprescindible para estas labores |
Adicionalmente, la calidad de acabado es alta, a diferencia de lo que ocurre con la mayor parte de los 938 y 940, pues cuando se fabricó el 926 Eumig todavía no padecía de problemas económicos. Por otra parte, el 926 introdujo un ingenioso objetivo de focal variable, Optical Level System, que permite regular la altura de proyección en pantalla sin necesidad de inclinar el proyector ni deformación trapezoidal alguna (con la debacle de Eumig esta patente fue adquirida por una empresa japonesa, creo recordar que por Canon, aunque acabaría en manos de Sony).
Cuidadoso lijado superficial de los discos de goma... |
Con todo, como nunca me convenció la falta de rodillo dentado superior, abandoné esta máquina durante varias décadas, hasta que, recordando algunas de sus virtudes, decidí restaurar el 926 para una única y exclusiva finalidad: transferir en películas monofónicas el sonido de la pista principal a la de compensación sin merma perceptible (apenas) y con la máxima calidad, al mismo tiempo que disfruto, mientras ejecuto estos trabajos, con la belleza del aparato... hasta el día que, cuando el cabezal se gaste, sí que volverá a las vitrinas de la Sellier: Cinemateca de Galicia.
...que quedaron como nuevos, dada su gran calidad de fabricación |
¿Y quién mejor para acometer restauración de mi 926 que el, posiblemente, mayor experto español en Eumig, además de gran admirador de Austria, que es mi colaborador desde niño Álex López, alias Peter Parker?
Otro producto imprescindible en cualquier taller |
Álex, tras desmontar el 926, limpió concienzudamente cada uno de los engranajes, cuya grasa estaba reseca, sustituyéndola por una grasa nueva de un tipo especial, no procedente del petróleo, y que no degrada los componentes plásticos con el tiempo. Después, lubricó con silicona CRC cada eje móvil. ¡Cómo disfrutó Álex con el acabado del interior del aparato! Hasta su transformador parece concebido como para ser expuesto a la vista, y no oculto en las entrañas del aparato.
Llevando orgullosamente el nombre de Austria por todo el globo |
Seguidamente, tocó el turno de lijar cuidadosamente la goma que recubre los dos discos que, unidos al motor, son el corazón del aparato, en un sistema único de Eumig, que nadie imitó, y que es una prueba mas del ingenio de los ingenieros austriacos.
¡Todavía con una halógena contemporánea, con el logo Fujifilm elíptico! |
Con el limpiador de contactos CRC, Álex, con precisión teutónica y paciencia suiza, revisó y limpió cada una de las cientos de soldaduras y potenciómetros. Finalmente, con la silicona CRC procedió a abrillantar hasta el más recondito espacio del cuerpo de aluminio de la máquina, con el resultado final de que el Eumig 926 GL está ahora en mejores condiciones que cuando salió de fábrica hace casi medio siglo, dispuesto a rendir servicio hasta que su cabezal magnético aguante (a diferencia de lo que ocurre con Fumeo, ya no hay repuestos).
(1) Nota del autor: realmente, como el italiano Maurizo di Cintio aclara, sí es es posible desenhebrar la película a mitad de pase en el 926... ¡pero es una labor casí de cirugía mayor que exige una cierta paciencia y disponer de cierto instrumental de quirófano!
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