lunes, 12 de septiembre de 2016

FUJIFILM: CONSTRUIDOS PARA DURAR

Inicio esta entrada con cierto abatimiento al conocer la noticia de que el mayor laboratorio cinematográfico de Europa, el germano ANDEC FILMS, cerrará el mes que viene su planta de procesado para E6, esto es, para color inversible (sistema que proporciona un positivo tras el revelado). Seguirán con el blanco y negro, tanto negativo como inversible, y ampliarán las instalaciones para negativo de color, gracias a la gran aceptación de todo el portafolio Kodak Vision, pero dado que actualmente, en el mundo, el único fabricante de inversible de color es Fujifilm (lo de Ferrania, en Italia, va para largo, si es que alguna vez llega a buen puerto), y esta película se vende con su revelado incluido en Japón, no hay forma de sostener un tren de revelado en continuo tan grande como el de ANDEC. Es la hora de los laboratorios pequeños, como Retro Lab Cinema, que ya se ha trasladado desde Gibraltar a una población cercana a Málaga.
Soy un gran entusiasta de la película inversible, por su peculiar colorido, tan distinto del digital, y la sensación orgánica que acompaña a una proyección (pese a que es un tipo de película muy difícil de filmar ¡con su latitud de menos de medio diafragma!).  En este país tan mariano que es España solo nos queda encomendarnos a la Virgen para que Fujifilm siga produciendo sus magníficas emulsiones inversibles por muchos años.
La verdad es que uno sólo puede hablar bien de esta empresa nipona, como fiel usuario de la marca desde que era niño. El grueso de mi equipo foto cinematográfico, que fui formando principalmente entre finales de los setenta y principios de los noventa, sigue en pleno uso hoy.
De Fujifilm es la que se considera la mejor cámara de cine jamás construida: la Fujica ZC1000 (al fondo, a la derecha): montura intercambiable tipo C, filmación marcha atrás sin cambio en la línea de encuadre, diafragma de iris circular, obturador variable, contador digital de fotogramas y un sin fin de golosinas que hacen posible que sea la única cámara que no pone límites a la imaginación del cineísta.  Además, es fiable: mi unidad me ha acompañado, en estos casi cuarenta años, desde las arenas del desierto hasta las frías latitudes polares, muchas veces equipada con el pesadísimo objetivo Iscorama, sin el menor contratiempo, pese a golpes y otras vicisitudes.
Mi primera ZC1000 la compré en mayo de 1978, justo antes de ir a la universidad, a razón de diez mil pesetas mensuales de la época (para pagar un total de 133.000 pesetas). Como en aquella época estudiantil, me sacaba unas pelíllas escribiendo pruebas de equipamiento cinematográfico para la desaparecida revista Cinema 2002, cuando le llegó el turno a la ZC1000, mi veredicto fue tan entusiasta, que el mismísimo señor Mampel, entonces importador de Fujifilm (antes de que la compañía nipona se estableciese en nuestro país como Fujifilm Spain), me localizó en mi Colegio Mayor de Barcelona (tras telefonear a la redacción en Madrid), para decirme que, gracias a mi artículo, habían vendido muchas unidades, y que quería corresponderme regalándome la entonces (1979) recién llegada versión N, la primera recibida en España, y que Mampel Asens había tenido como muestra en SONIMAG y otros foros, principalmente de Cataluña ("shop soiled", usada sólo para exposición y demostración). 
Recibí la Fujica ZC1000 tipo N a finales de 1979, perfectamente ajustada según mis requerimientos (en teoría, la ZC1000, debido a su alto precio, salía de fábrica para que fuese individualmente testada antes de ser entregada al cliente por el distribuidor nacional, pero, en la práctica, es algo que, fuera de Japón, sólo se cumplía en Alemania, Suiza y Holanda). 
Desde 1979 he filmado con la ZC1000 miles de kilómetros de película. Como tiene obturador de espejo, ¡la de millones de veces que se habrá levantado y bajado, en estos casi cuarenta años!, y ahí está hoy, plenamente operativo, como el primer día.
Uno de los proyectores de la fotografía, el Fujicascope SD Auto, en su rara versión con óptica f 1.0, sigo usándolo en la actualidad para chequear los rollos de película tras su revelado. Como también sigo usando la cámara Fujica P2 (con su caja estanca sumergible), así como todas las ópticas Fujinon con su nunca superado sistema de revestimiento EBC (en aquella época novedoso y hoy aclamado por la industria del cine), sin olvidar las cámaras de fotos Fujica AX5 (que empleo tanto en su versión plateada como en la negra); ni la sumergible Fuji HDM (mientras que en el mundo digital las cámaras sumergibles son relativamente unas "recién llegadas", en el fotoquímico hace casi cuarenta años que están con nosotros).
Fujifilm se ha convertido, en 2016, en un gigantesco conglomerado con unos 150.000 empleados directos y que, a diferencia de Kodak, ha sabido diversificarse con éxito fuera del mundo fotoquímico, en sectores como el de la cosmética (Astalift) o el farmacéutico (suyo es el medicamento Avigan, la vacuna más efectiva contra el Ébola) sin abandonar el sector de la película, que lo tiene presente incorporado en su propia marca, Fujifilm (antes , la compañía se llamaba simplemente Fuji), un sector, el fotoquímico, que, pese a ser actualmente insignificante en los ingresos de la marca, todavía sigue dando alegrías, como el haber pasado las ventas de cámaras de fotografía instantánea Fujifilm Instax (tipo Polaroid), con papel fotoquímico, ¡de 200.000 a más de cinco millones anuales en un lustro!
Esperemos, pues, que Fujifilm no sólo mantenga su producción de película inversible en color, sino que siga investigando para superar, si cabe, el rendimiento de sus emulsiones, con hallazgos como el recientísimo de la tecnología Epitaxial Sigma Crystal, incorporada a la película Fujifilm Provia.
¡¡¡Larga vida a Fujifilm!!! (Y PARA KODAK TAMBIÉN)

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