Se encuentra delicado de salud toda una institución del cine en Galicia, pese a que su nombre se silencia y su principal obra, el Cine Club Aldebarán, se oculta. Se trata de Ricardo Fernández Castro. Tiempo habrá de explayarnos en el trabajo de difusión del cine, durante décadas, de este entusiasta.
Ahora sólo mencionar que uno, con ocho años, tuvo ocasión de disfrutar, en una sesión del Aldebarán, de "El globo rojo", de Albert Lamorisse (Palma de Oro en Cannes y ganador de un Oscar), mediometraje que me impresionó tanto que, ya mayor, fui feliz cuando logré conseguirlo primero en Súper-8, en copia de Derann Films, y después en un positivo de 16 mm absolutamente inmaculado.
Con Franco vivo, gracias al Aldebarán, pude descubrir joyas del cine de detrás del telón de acero, empezando nada menos que por "El acorazado Potemkin"; los mismos que silencian la enorme labor del Cine Club Aldebarán engañan a la gente diciendo que estas películas estaban prohibidas. Sólo un director, Xavier Villaverde, es lo suficientemente valiente para reconocer la importancia formativa del Cine Club Aldebarán, omitida hoy en día en los estudios oficiales de memoria desmemoriada, en la que no se menciona ni de refilón a Ricardo Fernández Castro. En otro país no sólo sería citado, sino que su labor tendría reconocimiento público. La mano derecha de Ricardo Fernández Castro fue otro entusiasta del cine con una labor, digna de estudio, que abarca desde el mundo de la proyección, la creación y la enseñanza: José Luís Moar, con el carnet número dos del Cine Club Aldebarán.
Esperemos que Ricardo se recupere pronto: oremos por él.
Una institución en el mundo del Cine, sin duda, como igual de meritoria y ausente de reconocimiento ha sido su dedicación al mundo de las organizaciones empresariales, y concretamente a la CEG (Confederación de Empresarios de Galicia), una institución que logró dignificar con mucho trabajo y esfuerzo, aglutinando empresas, sectores y representando con dignidad y esfuerzo a los empresarios gallegos.
ResponderEliminarLamentablemente, un tal Antonio Fontenla lo escupió de la CEG de la forma mas ingrata e injusta, y ha llevado a esa organización a la total ignominia consiguiendo aislarlas y ser objeto de desprecio por empresas, instituciones y gobierno gallego, destrozando el trabajo de Ricardo Fernández.
A Ricardo le debe mucho Galicia y los gallegos.
Pronta recuperación, Ricardo!! te necesitamos, y te echamos de menos!