El grueso de mi colección cinematográfica se encuentra en 35 mm y 16 mm: en la foto inferior, aparezco con una ínfima parte de mi archivo que, en su especialidad, animación y ciencia-ficción, es, dicen, el más completo de Europa en 35 mm y 16 mm.
Todo este proceso de búsquedas de positivos cinematográficos tuvo un comienzo, cuando con 14 años, adquirí mi primera película de Súper-8, en una tienda de mi localidad, un título de Castle Films que inoculó mi pasión por el cine, el cine de verdad, el mecano químico.
En la fotografía bajo esta línea, puede leerse el coste, la fecha, hora y lugar exacto de esa primera compra con la que se inició todo un proceso de evolución que, desde esa primera película resumida,
con los años, culminaría en una productora, IB Cinema, que, amén de sus programas de exhibición en villas y pequeñas localidades de toda Galicia, en sus mejores tiempos llegó a emplear más de treinta personas, con obras en varias ocasiones nominadas al Goya, un par de veces a los premios de la Academia Europea del Cine, una preselección al Oscar y responsable de uno de los hitos del cine de animación español, "Minotauromaquia: Pablo en el laberinto", escrito y dirigido por ese genio que es Juan Pablo Etcheverry, emigrado ahora en la cuna de nuestra cultura que es Italia.
Aquella mi primera película de Castle Films, "The house of Frankenstein", era lo que llamaban una "edición completa", en realidad un resumen de unos nueve minutos, mudo y con subtítulos en inglés. A ese, siguieron otros títulos, con todos los clásicos de terror de la Universal, que todavía conservo pues, aparte de la morriña que desprenden, aun hoy disfruto con el diseño gráfico de las cajas, cuidadísimo en litografía, que contienen el rollito de película.
Actualmente, todo el mundo puede ver casi cualquier película en casa, bien con DVD o Blu Ray o bien mediante Internet, pero cuando uno era niño, la única forma de hacer sesiones caseras (¡populares entre la chavalería coruñesa de la época!) era gracias a los resúmenes en Súper-8, mercado en el cual Castle Films era la distribuidora emblemática, con sus "digestos"
distribuidos a través de las tiendas de fotografía de media España.
Gran felicidad me llevé, hace unos días, cuando Amazon puso en oferta un libro que estudia la historia y producción de Castle Films. Lo estuve hojeando ayer por la noche, tras terminar la lectura de "Anestesia mortal", y es prometedor; omite, sin embargo, una información vital: cuando Universal se pasó al mercado del vídeo, en lugar de vender a precio de saldo todo el stock en Súper-8 de Castle Films, no se les ocurrió otra cosa ¡que hundirlo en el Hudson! Ay, Dios...
Tengo buena lectura para unas cuantas noches.
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