El día de Todos los Santos, aprovechando la festividad, me acerqué al cementerio de mi ciudad para probar mi pequeña Bauer con una modificación efectuada por el competente técnico André Egido consistente en añadir un selector manual de la velocidad de película, graduable entre 40 y 200 ASA. Aproveché el rollo para filmar tumbas de literatos gallegos. Aunque mi intención inicial era ir de incógnito, desgraciadamente, no paré de encontrarme gente conocida, desde miembros de la corporación municipal hasta amigos de la infancia. Lo mas gracioso es que el gran Víctor Echave, el fotógrafo de La Opinión, ¡me tomó un par de fotografías!, que agradezco, diciéndome que "le encantó el sonido de tu cámara acompañando la coral".
Este modelo en concreto de cámara Bauer suele estar devaluado pues, tal y como viene de origen, acepta sólo dos sensibilidades de película, pero, con la modificación de André Egido, se puede usar la práctica totalidad de las emulsiones del mercado, a excepción de la Kodak Vision 500 negativa y de la Fujifilm Provia 400 inversible.
Es uno de los últimos modelos de Bauer para Súper-8 y, aunque el objetivo está manufacturado en Japón, y no en Alemania, por Sun Glasses (¡con la cámara montada en Malasia!), su diseño es totalmente teutón, del grupo Robert Bosch, y en él se aplica una patente exclusiva que Bauer vendió a algún otro fabricante, como Nikon, como la posibilidad de hacer macro en cualquier longitud focal, en lugar de sólo en los extremos.
La calidad óptica del objetivo es excepcional, de lo mejor jamás fabricado, aunque dudo que abra a un verdadero 1.2 pues la ganancia que observo, con respecto a una cámara no ineXisting Light, ¡no llega a un diafragma!
Entre sus múltiples virtudes, tiene alguna desventaja, la principal de las cuales es que su consumo es extremadamente goloso: con el interruptor encendido y la tapa abierta, aún sin funcionar, chupa 60 mA, lo suficiente para drenar las baterías en unas pocas horas con un descuido (la cámara en marcha, con película, consume 320 mA, 210 mA sin película: una barbaridad).
El rollo de prueba, con un vetusto Kodak Plus X, lo aproveché para filmar tumbas de relevantes literatos gallegos: toda una sorpresa comprobar como las tumbas de Manuel Murguía y la de Pondal ¡¡¡se encontraban vergonzosamente abandonadas!!! Una prueba más que, en esto del nacionalismo, hay mucho "postureo", ese "palabro" tan de moda, pues, si algo les importasen estas magnas figuras, destinarían una partida mínima para el adecentamiento de sus restos.
La noche víspera de Todos los Santos, en la villa de Sada, fue auténticamente espectacular: registramos un "llenazo" con una sesión doble compuesta por: "Frankenweenie" y "El resplandor".
Los proyectores DCP de IB CINEMA, además de proyectar a más de 25 metros de la pantalla, llevan, en la mesa de sonido, un monitor para control no sólo de la exhibición sino de ciertos
parámetros por parte del operador, sin que aparezcan menús ni marcas en pantalla. Lo más gracioso es que, por estar en el taller el furgón de IB Cinema, el camión que nos dejaron era de Correos.
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