Las películas de súper-8 (con una rara excepción de cierta cámara de Fujifilm, que registra el sonido de forma óptica), se sonorizan en pistas magnéticas que van en los bordes de las películas. Estas pistas pueden ser aplicadas mediante dos sistemas: el adherido (pistas laminadas) o el pintado (pistas de pasta líquida).
Siempre preferí el sistema líquido pues, aunque desgasta un poco más el cabezal del proyector o la moviola, dado que la superficie magnética nunca queda tan plana como en el laminado, forma cuerpo con el soporte de la película y es indestructible garantizado por décadas, sino por centurias.
Además, en las películas de poliéster la pista pintada es, prácticamente, la única opción; por ello, en los últimos años, Fujifilm devolvía su Fujichrome del tipo N ya con pista pintada cuando retornaba la película de su laboratorio en Tokyo. En Europa, el procedimiento líquido sólo lo aplicaba el bueno de Nick Maltezos, de EVT Magnetics, de Inglaterra, hasta hace unos tres años, cuando, con ocasión de su ¡90 cumpleaños!, se jubiló (en su día, me dijo que estaba en negociaciones para vender su maquinaria a Wittner, pero ignoro en que quedó la cosa).
Desde que el pistado líquido dejó de estar disponible, no me quedó otro remedio que pasarme al laminado, que, en esencia, son inmensas tiras de finísimas cintas magnéticas que se pegan en los bordes de la película de súper-8.
Durante una temporada, las estuve adhiriendo personalmente, en IB Cinema, con mis máquinas EWA, hasta que me quedé sin existencia de la pista de compensación y uno, para sus obras, necesita pegar ambas pistas pues, rizando el rizo, graba el sonido estereofónicamente.
En Súper-8, sonorizar una película es una labor que, a la gente del digital, le sorprende por su complejidad, por los pasos a seguir:
1) hay que sincronizar, donde corresponda, el sonido directo;
2) añadir, en superposición, la música;
3) grabar, en superposición, los efectos de sonido; y, finalmente,
4) registrar, en superposición, la locución.
Como todo es en superposición, grabando con mayor o menor intensidad sobre las pistas, ello exige un control ultra experto de los potenciómetros. Además, si uno se equivoca en la locución, como va en sobreimpresión, esa escena hay que repetirla en su integridad, desde el primer paso.
¡Qué sencillo, y falta de mérito, es la sonorización digital, con grabación en canales independientes, y retroceso inmediato en el ordenador!
Buscando un lugar donde pistar con doble pista laminada de alta calidad, finalmente lo encontré, gracias a mi amigo Marc Martí: se trata de FIPRA, en Alemania.
Les envié dos trabajos (un nuevo documental y otro Opus de la serie No hay futuro), y estoy sorprendido:
1) la pista se encuentra adherida con pegamento, no con acetona (que, a la larga, desencadena el síndrome del vinagre);
2) la precisión de pegado a lo largo de todo el metraje es soberbia;
3) Hice una prueba de sonido y la grabación es alta y fuerte: por el color de la pistas, diría que emplean la AGFA F5 y no la OrWo.
Lo mejor de todo: han hecho el trabajo, me lo han devuelto a España ¡y no me han cobrado todavía!
¿Qué quiere decir esto?
En FIPRA, adelantaron el tiempo, el material y el coste de correos, ¡y me mandan ahora la factura para que les pague a posteriori!
Naturalmente les voy a hacer la transferencia de forma inmediata: ¡son únicos, los alemanes! Ninguna empresa del sur de Europa, o Inglaterra, haría lo mismo. Supongo que, en FIPRA, la mayor parte de sus clientes serán nórdicos. Pero como se les vaya abriendo el mercado al sur o el este de Europa, haciendo así, ¡me parece que se van a topar con algún impago!
Por rapidez, calidad del trabajo y confianza no puedo mas que recomendar, para pistados magnéticos, a la gente de FIPRA, en Alemania. Los pistados magnéticos de FIPRA son de calidad SUPER A1.
Atienden en inglés y se les puede encontrar a través de su web:
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