El último trimestre es la temporada del año que más veces voy al cine, en ocasiones hasta tres veces por semana. Como son tantas películas, opté por dejar de comentarlas, por falta de tiempo. Debo, sin embargo, hacer una excepción con "Sully", la película de un Eastwood de noventa años, sobre el milagro del Hudson, aquel avión de pasajeros cuyo comandante tuvo que hacer un amerizaje de emergencia en el río que desemboca en Nueva York, en una hazaña que ha pasado a los anales de la aviación y en la que nadie falleció.
La maestría de Eastwood hace que la película no termine aquí sino que comience, narrada con serenidad y emoción, con la lucha de un comandante acosado por los burócratas del gobierno quienes, plegados a los intereses de las compañías de seguros y del fabricante del avión, con simulaciones trucadas con ensayos y otras triquiñuelas, intentan probar que hubo error humano.
No
pasan desapercibidos para Eastwood pequeños detalles de los cuales, sin duda, tomó nota al
investigar para el guión, como el barato televisor de tubo en la casa del
sexagenario comandante o la preocupación de su esposa por una deuda hipotecaria
con el banco. El espectador no debe perderse los créditos del
final pues, en el vídeo, aparecen los protagonistas verdaderos de la hazaña.
Junto
con la de Tim Burton, "Sully", es la película que más he disfrutado
en lo que va de trimestre. Por increíble que parezca, ¡los piratas la han subido a Internet antes de su estreno! Esto es el "logro" de la distribución en digital, que sería imposible con los positivos físicos de 35 mm. Las majors, en su codicia, se cavaron su fosa. ¡Qué dolor siento cuando veo los proyectores de cine de 35 mm, plenamente operativos, de adorno en el vestíbulo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario