Una de las personas a las que más debe mi colección cinematográfica de películas en 16 y 35 mm es a Jeff Joseph, el dueño de la desaparecida Sabucat Productions, gracias a quien, durante los años noventa, pude conseguir algunas obras memorables. Jeff es el coautor, junto con Dennis Bartok (actualmente CEO de una distribuidora especializada en el circuito de filmotecas universidades pero, en el pasado, director de programación de la Cinemateca Americana en Hollywood), de un volumen imprescindible, A THOUSAND CUTS, que investiga para la posteridad sobre una de las más extrañas subculturas norteamericanas que, rápidamente, se está extinguiendo: la de los coleccionistas de películas cinematográficas en 16 y 35 mm, formada por un pequeño grupo de locos que hicieron del cine y la proyección en su soporte original una especie de particular cruzada.
El
libro incluye las historias de coleccionistas tanto anónimos como famosos,
incluyendo a mi admirado Leonard Martin, el reputado historiador
cinematográfico especializado en animación; Robert Osborne, uno de los pesos
pesados de Turner TCM; el ganador del Oscar Kevin Brownlow, cuyas película "It happened here", sobre un gobierno nazi en Gran Bretaña, tengo
la suerte de poseer, gracias a Jeff
Joseph, en lo que es el único positivo doblado en español que se conserva en el
mundo en soporte cinematográfico, pese que no se estrenó en
España (con la sola excepción de 4 pases que hice en la Filmoteca del Fórum
Metropolitano cuando uno, en la época de
gran Méndez Romeu como concejal de cultura,
era su programador); o Roddy McDowall, cuya colección fue confiscada por el FBI y el
popular protagonista de "El planeta de los simios" arrestado.
Hojeando
y ojeando el libro página a página con rapidez, nada más recibirlo, lo encuentro sumamente
interesante, aunque, sin embargo, me llama la atención una afirmación
errada: los autores aseveran que la mayor parte de los
coleccionistas de películas son varones gays y anglosajones blancos (y eso que
en el el libro aparece una mujer, mi amiga la poderosa Hillary Hess): la mayor parte de los coleccionistas que conozco, tanto en España como en el resto de
Europa, son padres de familia normales y corrientes; eso sí, mujeres hay pocas,
negros ninguno ¡y los hispanos (al menos los spaniards), somos, querido
Jeff, tan o más blancos que tu!
¡Feliz, pues, dado que tengo ilusionante lectura para varias noches! El libro lo
encargué el lunes y es americano: ¿cómo es posible que Amazon me lo entregue
hoy jueves? (¡y sin gastos de envío!). El servicio de Amazon es alucinante
(creo que lo despacharon desde su almacén en Inglaterra pero, aun así,
un libro tan especializado, que a lo sumo interesará a tres o cuatro mil
personas en todo el mundo, ¿cómo diablos pueden tenerlo en existencia y servirlo tan rápido?)
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