martes, 8 de noviembre de 2016

BAUER C900XLM: DECADENCIA TEUTONA

Una de las marcas míticas dentro del mundo de cine es la alemana Bauer, fundada en 1907. Los cines de media Centroeuropa estuvieron equipados con sus proyectores estacionarios de 35 mm y, en cuanto al 16 mm, Bauer puede estar orgullosa de presumir que absolutamente todas las universidades alemanas poseen varias unidades de su modelo P8. En 1965, el gigante de la electrónica Robert Bosch compró la marca (posteriormente adquiriría también Nizo, que compró a Braun, y Silma, en Italia).
En la época gloriosa del súper-8, durante los años 70, Bauer fue la responsable de la acreditada serie Royal, cuyo modelo cumbre, el C10 Makro (en la fotografía inferior),  fue el elegido nada menos que por el Generalísimo Francisco Franco Bahamonde, Caudillo de España por la Gracia de Dios, para sus filmaciones superochísticas.

Bauer inventó muchas soluciones para el Súper-8, mas tarde vendidas a otros fabricantes, como Nikon o Canon: por ejemplo, el fundido encadenado automático con el obturador variable o la posibilidad de macro en cualquier longitud focal (con un sistema distinto al desarrollado por Bolex o Fujifilm).

Salvo ahora Kodak, Bauer fue el último fabricante europeo manteniendo  producción en serie de "tomavistas" Súper-8  (pues las Beaulieu de los noventa se montaban de una en una), con diseños del famosísimo Hans Erich Slany, la cima de cuyo trabajo es la espectacular Bauer A 512, una de mis cámaras favoritas.
La C900XLM  (en la fotografía superior) es el último trabajo salido del tablero de diseño de Slany. A mí nunca me gustó. Es horrible: una especie de monstruo con una cuerpo verdoso (que me recuerda al plástico de aquellos soldaditos con los que jugábamos de pequeños),  pero que contiene un objetivo sorprendentemente maravilloso.
Como la semana pasada, tuve una avería con el intervalómetro de la C900, ayer por la noche, tras la cena, la abrí: ¡qué desastre, Dios mío!

La tapa lateral,  que da acceso al circuito impreso principal, no está sellada de ninguna forma, con la gravedad de que ni siquiera encaja a la perfección: por la holgura entre la tapa y el chásis puede entrar polvo y humedad. Además, por increíble que parezca, en un producto de Robert Bosch, ¡¡¡la placa está soldada a mano!!! Las soldaduras, irregulares, se encuentran algunas tan próximas unas a otras que, en un clima como el gallego, si entran alguna gota por la tapa, un cortocircuito hará "petar" el conjunto.

Por otra parte, en posición de reposo, ¡¡¡la cámara consume 20 miliamperios!!!, con lo cual, si se olvida la cámara encendida por la noche, al día siguiente las pilas estarán sin carga.
Un desastre, pues. La salva su óptica y la modificación de André Egido, que le permite aceptar todo tipo de sensibilidades (de origen, ¡¡¡sólo admite dos!!!).

2 comentarios:

  1. Una pregunta... De entre estos dos cadáveres ¿Qué preferirías que resucitase si tuvieras que elegir? ¿Franco o el Súper 8?

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    1. El Súper-8 está hoy más vivo que nunca. En su época de esplendor comercial no tuvo a su disposición emulsiones profesionales, como si tiene hoy toda la gama Kodak Visión de película negativa de color.

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