Los académicos tendrían que haber tenido en cuenta que no es lo mismo dirigir a unos pocos actores mayoritariamente en estudio, en decorados y con efectos digitales, que mover a cientos de extras en campo abierto, trabajando en escenarios reales, con aviones, embarcaciones y material bélico de época, real no virtual, todo ello filmando con cámaras de media tonelada con película de 65 mm con unos pocos minutos de carga, sin apenas posibilidad de repetir tomas y sin poder ver los resultados hasta tres días después (pues el negativo Kodak de 65 mm se reveló en Estados Unidos).
"La forma del agua" es un esfuerzo muy menor, en el que, además, Guillermo del Toro ni se molestó en incorporar, como hubiera sido deseable, un breve cameo de una inolvidable Julia Adams todavía viva. Además, a uno, como exhibidor que piensa en las familias, no le agradó nada la forma en que Del Toro resolvió cierta escena, innecesariamente explícita.
¡Es que la otra no es una película! Se podrá llamar obra, producción, infografía o "digieikon" o como se quiera, pero ese puñado de unos y ceros archivado en un disco duro no es una película, todo lo contrario que "Dunkerque", rodada en una combinación de formatos y pasos cinematográficos (en 35 mm y 65 mm), y distribuida no sólo en 35 mm y 70 mm (tanto de 5 como de 15 perforaciones), sino también en 16 mm.
Ya había pasado el año pasado, cuando le birlaron el Óscar a la Mejor película al maravilloso musical en 35 mm "La La Land", que, pese a todo, se convertirá en un clásico (a ver quien se acuerda de la galardonada dentro de un cuarto de siglo).
Supongo que esta edición, como parte de la cruzada anti-Trump, lo que tocaba era premiar a un latino (de lo cual me alegraría de no entrar la obra maestra "Dunkerque" en la terna).
Pantalla superior: proyección en DCP de "La forma del agua".
Pantalla inferior: proyección en 16 mm anamórfico de "Dunkerque" 2.66:1
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