En la expedición Kodak al Ártico tuve un problema con la correa de mano de la Bauer A512. Ésta va atornillada en la rosca del trípode. En circunstancias normales, no hay problema. Pero, con el ajetreo propio de una expedición, con constantes vaivenes, ocasionalmente se desenrosca y se suelta.
¡Me ocurrió tres veces en Spitzbergen! Menos mal que, en las tres ocasiones, la cámara se estampó en la nieve, pero ¿y si hubiese caído por la borda del rompehielos, o las zodiacs, a las profundidades abisales del Océano Glacial Ártico?
Por otra parte, en una expedición de estas características, rodando sin ayuda, a menudo con guantes, a temperaturas a veces inferiores a -20 C, resulta todo un engorro quitar la correa para colocar la cámara en un trípode. ¡Varias veces estuve a punto de perderla!
Parece mentira que sea un diseño alemán, y que, siendo de los años sesenta, no se haya corregido hasta las últimas Bauer de finales de los ochenta.
En la fotografía inferior, podemos ver, a la izquierda, una de las primeras Bauer C900, con el diseño tradicional de la correa en la rosca de trípode, y la última versión mejorada, con la correa sujeta en otra parte del cuerpo, a la derecha.
La Bauer C900 presenta otro problema: en trípodes con zapatas de montaje rápido es imposible extraer el cartucho sin antes desmontar la zapata. Todo un engorro.
En cualquiera de las Bauer, la leva que indica que la película avanza correctamente varias veces siguió funcionando aun en caso de atascamiento del cartucho o de final del mismo.
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