Sigo avanzando en el guion de "Spitsbergen, el Guardián del Ártico", aunque sólo puedo dedicarle dos horas diarias, que consigo birlar de entre el resto de mis ocupaciones de variada índole a las que estamos sometidos los que, además de ser autónomos, somos padres de familia.
Dos horas parece mucho pero se van en un santiamén, entre la verificiación de datos y, una vez escrito cada párrafo, leerlo ante la pantalla, para comprobar duraciones y sincronismo.
Menos mal que la sala donde escribo, HAL 9000, en IB Cinema, es una auténtica gozada, entre bobinas de película, empalmadoras, moviolas, dispositivos de retroproyección cinematográfica y, todo ello, bajo la presidencia de una Santa Cena estereoscópica y de Shigeo Mizukawa, el diseñador de la ZC1000.
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