(Viene de la entrega anterior).
En la Arri ST, el arrastre de la película y movimiento del obturador de espejo se hace con un motor eléctrico cilíndrico de 8 voltios, que se aloja en la parte inferior trasera de su cuerpo. El motor se puede quitar fácilmente con sólo aflojar el tornillo de bloqueo, para reemplazar por el tipo mas adecuado para la filmación que se va a hacer. Para documentales de naturaleza, suelo emplear el motor de velocidad variable (graduable entre 10 y 50 fotogramas por segundo), cuya cadencia real se establece con referencia a un tacómetro en la parte posterior de la cámara; este motor, aunque no tiene la precisión suficiente para sincronizar labialmente si la toma es muy larga, permite, sin embargo, que la Arri ST pueda filmar en reversa cuando se requiera (aunque marcha atrás el tacómetro no esté operativo).
Un pequeño problema, al menos en mi Arri ST, es que, al terminar una toma, ocasionalmente el obturador de espejo queda abierto, lo cual impide ver por el visor . En la Arri ST, una rueda de avance manual, en la parte posterior de cada motor, permite que el obturador del espejo se coloque en la posición de visualización cuando la cámara no está filmando. Este defecto, es común para la mayoría de los cámaras con obturador de espejo, incluyendo la Fuji ZC1000, excepto la de la serie "New", que incorpora un circuito de posicionamiento del espejo que asegura que el obturador siempre se detenga en la posición de visualización en el visor, sin velar ningún fotograma.
Originalmente, la Arri ST se alimentaba de unas baterías que el camarógrafo debía llevar colgadas. Sin embargo, la tecnología actual permite usar baterías mas modernas y compactas que se pueden adosar a la cámara, lo que hace que la Arri ST sea, en 2022, totalmente autónoma.
El cuerpo de la Arri ST está diseñado para filmar con bobinas de 30 metros de película (el contador de metraje cuenta hasta casi 40 metros --la cámara, dicho sea de paso, dispone de un contador de fotogramas individuales, hasta 40 fotogramas--). Sin embargo, quitando la solapa superior, puedo colocar un cargador, o magazine, tipo Mickey Mouse, para 120 metros de película (los hay también para 60 metros).
El magazine se mantiene anclado solidariamente al cuerpo de la cámara mediante un clip de resorte que permite sustituirlo por otro con relativa rapidez. Con el magazine, la película debe pasarse manualmente por dos rodillos dentadas a través de la compuerta. El magazine tiene su propio motor, con interruptor (mecánico) de avance y retroceso, que transfiere el accionamiento al eje apropiado.
Mi magazine de 120 metros es para película en núcleo, sin bobina, por lo que hay que recargarlo en la obscuridad. Sin embargo, el magazine de 60 metros, que no poseo, emplea bobinas que permiten su carga a la sombra en exteriores. Tanto un tipo como otro de magazine disponen de un contador de metraje que muestra la cantidad de película que queda sin exponer.
En mi caso, con esta cámara, ajusto el diafragma de forma manual, usando como exposímetro de mano el legendario Weston Master IV (VER AQUÍ). Pero Arri tiene como opción para la ST un medidor de exposición semiautomático detrás de la lente (BTL), que funciona desviando parte de la luz del sistema de búsqueda a una célula CdS que está conectada a una aguja visible en el ocular, justo como en la ZC1000. Con este exposímetro opcional, el camarógrafo simplemente ajusta el iris del objetivo hasta que la aguja del medidor se centra en el visor cuando el diafragma es el correcto. ¿Por qué no lo tengo, si es tan útil, especialmente para rodajes documentales? Sencillamente, ¡cuesta un potosí! (Arri cobra por su instalación un importe muy superior a lo que hay que pagar por la mas cara de las Blackmagic, con lo cual, siendo un cineísta independiente, sin los golosos apoyos que reciben otros, es una prestación que, aunque me sería muy útil, debo prescindir de ella).
Filmar cámara en mano con la Arri ST es una auténtica delicia para los que estamos enamorados de la película como medio de expresión audiovisual; la ST, con un poco de práctica se convierte en un apéndice mas del cuerpo del camarógrafo: fue pensada para sujetarla con la mano derecha trincada con el pulgar lo que deja el resto de los dedos libres para manejar las palomillas del enfoque del objetivo y hasta corregir el diafragma, mientras que con la mano izquierda se acciona el disparador que está en la tapa lo suficiente para una toma corta o, se pulsa hasta el fondo, para deja correr la película. Un mito.
Como curiosidad, concluiré esta reseña recordando que Arri manufacturó una versión de esta cámara para película de Súper-8 (Lea aquí: ARRI SUPER8)
Si no las ha leído todavía, ¡¡¡no se pierda las entradas anteriores de la serie "Mis cámaras favoritas de 16 mm"!!!
En ulteriores entregas me ocuparé de la gama Beaulieu, de la Bolex, y de la Pathé.
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