Uno de los mayores placeres, para los que filmamos con película, es abrir los envases sellados y, antes de introducir la emulsión en la cámara, aspirar el característico olor que difiere de una marca a otra. Es una costumbre que mantengo desde niño, primeramente entrenada con los carretes fotográficos.
En cualquiera de los cuatro formatos de fotografía instantáneo que comercializa Fujifilm en la actualidad, con notorio éxito, la película envasada, como se trata de material fotoquímico, nos regala con ese maravilloso efluvio cuando se abre el paquete, lo que no ocurre con otros sistemas como el de sublimación o el de simple impresión, ajenos a la magia alquímica de las reacciones químicas.
Soy un defensor de la compra en tiendas tradiciones excepto en este caso: ciertos vendedores de Ebay ofrecen cartuchos con película Fujifilm Instax, totalmente frescos, a la mitad de precio que en la FNAC, por ejemplo. Es mucha la diferencia, especialmente comprando en paquetes, aunque ¡las instrucciones vengan en japonés!
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