Mi modelo de cámara fotográfica favorito es la AX5, de Fujifilm, que compré en 1983, para la que, con los años (en especial cuando la hecatombe fruto de la debacle originada por la eclosión de las digimerde), tuve la fortuna de ir reuniendo a precios sorprendentemente irrisorios todas las ópticas Fujinon EBC, desde el ultragranangular de 16 mm hasta el sobrecogedor tele de 1.000 milímetros ¡de un metro de largo! (y de los cuales sólo se fabricaron menos de cien, dos de ellos en mi poder). Alguno de estos objetivos Fujinon EBC los empleo también en cine, con la cámara de S8 Fujica ZC1000N. Estos objetivos, hoy en día, como hay adaptadores para digimerde, se han puesto de nuevo por las nubes.
Para sumergirme en el agua siempre llevo la Fuji HDM, de principios de los ochenta y que me ha acompañado por medio mundo. Tiene un inconveniente: su objetivo no es intercambiable, sino fijo, un 2.8 de 35 mm. En cámaras de bolsillo, mi confianza va para la Fujifilm Natura y la Fujifilm Tiara Super Mini, ambas con objetivos de focal variable EBC.
Como me niego a llevar a la playa
ninguna de mis dos AX5, (una negra y otra plateada, está última la adquirí en 1985), y dado que, a
veces, junto al mar, o bajo la lluvia, necesito un granangular extremo, empleo
una cámara que, aunque es electrónica, es posible hacerla trabajar sin electricidad, la Fujica AZ1, el último modelo de Fujifilm
fabricado con montura Praktica M42.
Como
la AZ1, si es necesario (por ejemplo,
bajo cero), ¡puede funcionar sin pilas, mecánicamente! (incluyendo el
autodisparador para los selfies), resulta muy útil en climas polares o en el
desierto. ¡Pocas cámaras hay tan ecológicas! Eso sí, sin pilas, resulta menester ajustar el diafragma a " ojímetro" (la experiencia y la latitud de la película negativa es, pues, un grado: no estamos hablando de algo apto para bedelas de colegio mayor).
Cámaras
AZ1, en buen estado, se pueden conseguir hoy por cacahuetes (unos 50 € para
ejemplares inmaculados). Claro que, si hay
alguien interesado, recomiendo paciencia para asegurarse la obtención de un
buen ejemplar que, una vez revisado por un técnico cualificado, tendrá una vida útil que se medirá por
décadas.
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