En esta ocasión, en lugar de ir escribiendo a ritmo de proyección de cine, o de la moviola, a fin de avanzar más rápido, pues me gustaría tener el trabajo sonorizado lo antes posible, me sirvo de un montaje prácticamente definitivo (hecho siguiendo la escaleta que escribí el mes pasado), con la película ya digitalizada, viéndola en el monitor: así, los retrocesos puedo realizarlos de forma instantánea, y no rebobinando la película a tiempo real.
La
película, al igual que la del "Dr. Jekyll en la ciudad de las
playas", la rodé con la emulsión inversible de color (tan llorada cuando cesó su fabricación), Kodak
Ektachrome 100, con su peculiar colorido orgánico, imposible de emular por
bastardos sistemas digitales: si incluso vista a través de una miserable foto
de un móvil a un monitor obsoleto, el azul Ektachrome del cielo, tras la
Virgen, destila un efecto casi hipnótico, ¡imagínese el lector como se ve en proyección
directa del original en pantalla! (la Ektachrome es una emulsión inversible,
esto es, la imagen latente del negativo se transforma en un positivo tras su
revelado).
Como
muchas de las películas que filmo en Súper-8 la rodé en anamórfico, con el fin
de obtener una relación de aspecto panorámica, nada habitual en este paso, y, aunque se encuentra
digitalizada a 4K, por carecer de equipos informáticos con capacidad de manejar
tal volumen de datos (¡ay, esta crisis a la que no se ve final!), no me queda otra que
trabajar con ella en HD. Tiene, la obra, algún plato fuerte, como tomas hechas
con slider o filmaciones en interiores abriendo a f 1.0 ¡en Scope!
Esta
mañana, en mi ofrenda tras la misa, mi petición fue que la Virgen interceda
ante el Altísimo para que me de fuerzas para acabar este documental antes del
último domingo de octubre.
Naturalmente,
podría ir mas rápido si pudiese disponer de ayuda, en lugar de hacer desde
cámara hasta guionista e, incluso, ¡de locutor! (que no tengo voz para ello). Desgraciadamente, no me queda
otra alternativa que seguir en solitario, terminando proyectos
audiovisuales, pues las ayudas de la
Xunta, que me permitirían acelerar contratando gente, parecen ir en exclusiva a grabaciones en digital (toda una
paradoja pues, lo digital, es aire: nada cuesta, a diferencia del cine, donde
cada fotograma tiene un valor; por eso aprovecho hasta el último), o bien,
sorprendentemente para colaborar con un ¡festival de cine árabe en ese corazón
de la Cristiandad que es Santiago! Pero, ¿acaso los sarracenos nos han devuelto
las campanas de la Catedral de Santiago que robó su reyezuelo Almanzor, en una
de sus razzias, antes de incendiar Pastoriza y pasar a cuchillo a nuestros
antepasados?
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