lunes, 4 de noviembre de 2019

CHARLA SOBRE EL CINE HÉRCULES DE LA CORUÑA

De vez en cuando los medios de comunicación me solicitan colaboraciones sobre aquellos templos de los  sueños que fueron los cines de nuestra infancia. En esta ocasión, fue Eva de COPE, que quería que le relatase diversa información sobre un cine, el Hércules, cuya pasado aun se intuye en el mercadillo de la calle San José, que conserva la marquesina, las taquillas y otros elementos.  La entrevista se radiará mañana a eso de la una y algo.
Hablar o escribir de cine es algo que me resulta muy grato, aunque, como autónomo, me vea obligado a atender a Eva desde el trabajo, ¡con una visita al otro lado del escritorio! Disfruto hablando y escribiendo de cine,  y lo seguiré haciendo con gusto, si bien, para este tipo de historias, no se como no cuentan con alguien de la plantilla del CGAI, que para eso cobran.


Cuando dicté la conferencia "La Coruña a través de sus cines", uno de los asistentes se molestó en resumirla:

En 1896, el fotógrafo francés afincado en A Coruña José Sellier Loup realizó la primera proyección de películas de los Lumiére en la ciudad, según el productor y estudioso del cine Ignacio Benedeti. Poco después, grababa en la ciudad las primeras películas de cine que se hicieron en Galicia: Entierro del General Sánchez Bregua, Orzán, oleaje, y Temporal en Riazor son algunos de los títulos. Eran los primeros compases de una estrecha relación de la ciudad con el cine, que tendría un punto álgido a mediados del siglo pasado cuando “la gente vivía para el cine”, y este se convirtió en el acontecimiento social por antonomasia.
Benedeti defiende que la época dorada del cine en la ciudad, cuando estuvieron abiertos más locales simultáneamente, se sitúa entre 1939 y 1965. “Entre los cuarenta y principios de los sesenta, unos 18 locales cinematográficos competían entre sí, sin contar con las salas de exhibición de órdenes religiosas y colegios y los cine clubes”. En esta época los empresarios invirtieron en A Coruña para crear “suntuosos locales de exhibición, a cada cual más grandioso, como el cine Coruña, el teatro Colón o el pequeño pero elegante Equitativa original”.
Fue un periodo de auge no ya por el número de cines, sino por la variedad. “Hay un mayor número de salas en los multicines de ahora, pero todas proyectan las mismas películas”. En aquel entonces, “cada cine exhibía una película diferente” y había un formato para cada tipo de público. En la escala de la pirámide social, y del precio de las entradas, estaban los “cines de primera”, salas de estreno del centro, que pasaban las “superproducciones”.
Luego estaban las salas de estreno periféricas, que se abastecían de filmes no tan populares. Y, por último, los cines de barrio, con pases de reestreno y menos categoría, a los que “la gente iba a pasarlo bien” y había más jarana. El público alborotaba especialmente en el cine Hércules, pues esta sala compartía propietario en el Monelos, y en los dos se pasaba el mismo filme, en los mismos rollos de película y el mismo día. El transportista tenía que llevarlos de un lado a otro con rapidez, pues, si se retrasaba, se paraba la película y empezaban los silbidos y los pateos.
A partir de finales de los años 60 se incorporaron también las salas de arte y ensayo, como el Goya, en la que una película que incluía la escena de un parto provocó desmayos entre el público asistente y ambulancias en la puerta. Pero en esta década el cine empezó su decadencia. Primero el 600, las discotecas y la televisión, y luego el vídeo, fueron haciendo que decayera el hábito de ir a las salas.
Pero las películas no serían nada sin las personas que iban a verlas y el recorrido está lleno de las anécdotas y los personajes que poblaron las salas coruñesas. Como el director de cine de terror Amando de Ossorio, “una persona olvidada que en la ciudad no tiene ni una esquina con su nombre, pero que en Estados Unidos es director de culto”, y que en su infancia escuchaba el ruido del proyector del cine París desde su ventana. O el acomodador Chousa, curtido en la División Azul y que imponía orden en la sala del cine Hércules, frecuentado por el público "del barrio chino, prostitutas, marineros...“ antes de trabajar en el Equitativa.
Y, por supuesto, la figura de José Sellier, pues, después de la conferencia Benedeti mostró una fotografía tridimensional que tomó el precursor del cine de la inauguración del Obelisco, hace 120 años.

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