jueves, 6 de octubre de 2016

NOMENCLATURA PARA EL REPASO CINEMATOGRÁFICO

Hubo un tiempo, hace años, cuando los positivos cinematográficos llegaban al último eslabón de la cadena de exhibición, el non theatrical, lo hacían en muy mal estado. Eran épocas en que, por su coste, se tiraban muy pocas copias en 35 mm y 16 mm de cada título, que se estrenaban primero en los cines emblemáticos de las ciudades más grandes, de ahí pasaban a los cines de barrio y a ciudades más pequeñas, después a pueblos y,  por último, al mercado non theatrical (sin entrada de pago), en colegios, universidades, museos, cine-clubs, programas itinerantes, etc. (mercado que era la especialidad de IB Cinema).
Las películas, desde principios de los cincuenta hasta mediados de los noventa, fueron fabricadas, en general, en soporte de triacetato de celulosa, muy propenso al desgaste y que se rompía fácilmente, por lo que, en las distribuidoras, las llamadas repasadoras (generalmente mujeres) tenían que reparar manualmente cada copia.
Durante la década de los noventa cambió la política de la distribución y la exhibición: la proliferación de multicines, y la sustitución del sistema de doble proyección, por dispositivos de largo metraje de variada índole, motivaron la popularización del soporte de poliéster, que no se rompía y era inmune a deterioros como el síndrome del vinagre. Además, los cines tradicionales fueron desapareciendo (en ciudades y pueblos), a la par que las majors, en los complejos de multicines,  pasaron a intentar copar el mayor número de pantallas con un mismo título durante las dos o tres primeras semanas del estreno. Todo ello, conllevó a un tiraje elevadísimo de copias, en los grandes estrenos de multinacional, muchas de las cuales, desaparecidos los cines de segunda y de pueblos,  llegaban prácticamente nuevas a la exhibición non theatrical.
De todas formas, como las copias de 35 mm eran muy costosas, siempre quedaba el resquicio de alguna pantalla libre que se podía cubrir con películas independientes, tarea que la exhibición digital ha vuelto prácticamente imposible en los complejos comerciales: ¡lo digital, que se prometía como la panacea para el cine independiente, en realidad lo que ha conseguido es abocarlo totalmente fuera de los multicines! Un desastre para las productoras pequeñas.
No hace tanto, estas películas independientes (como, por ejemplo, en el caso de IB Cinema, "La casa de mi abuela", "Estigmas" o "Mercado de futuros"), se conseguían estrenar comercialmente y después iniciaban su periplo por cine-clubs, filmotecas y cines municipales. En estas películas independientes, estos continuos montajes y desmontajes, en sitios tan dispares, a menudo por proyeccionistas que no amaban el cine, sino que eran simples mercenarios, originaba un deterioro de los positivos,  como en los viejos tiempos. 
Existía, en la industria del cine, una nomenclatura, común para las repasadoras de todas las distribuidoras (cada copia se mandaba a los cines no sólo con la denominada "hoja de censura" -el certificado de calificación-, sino con la "hoja de repaso", documento en el que la repasadora indicaba al operador del estado de la película).  El jefe de proyeccionistas de IB Cinema, Marcos Fernández Eimil, siguiendo un esquema que le preparé, confeccionó hace unos añitos una diapositiva que recoge la "nomenclatura de las repasadoras", con los distintos grados de deterioro de una película;  cuando en su momento la subí a Facebook, se que ha recorrido la red. Por su fácil comprensión, la recupero en esta bitácora, donde los estudiosos del cine la tendrán más fácil de localizar para futuras referencias:



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