El fabricante de proyectores francés Heurtier fue responsable de algunas de las mas impresionantes locuras. Cuando la mismísima Kodak, inventora del Súper-8, había asegurado que no se podría grabar en sonido en la pista de compensación, Heurtier, como saben los lectores de esta bitácora, superó esta barrera técnica ¡¡¡en 1972!!!, cuando presentó su primer proyector estereofónico, un lustro antes que cualquiera de sus poderosos rivales japoneses.
Otra de las ideas locas de Heurtier tuvo menos éxito: incorporar rubís en los presores ¡en medio del fotograma! para mantener plana la película en ventanilla.
Uno de mis proyectores favoritos de Heurtier es el triformato Superson 60 para cine de 16 mm, 9.5 mm y 8 mm. Existieron otros aparatos biformato e incluso triformato mudos, pero sólo Heurtier llegó a comercializar un proyector capaz de leer sonido en los tres pasos.
Esta belleza se estuvo fabricando desde principios de los años cincuenta hasta los años setenta. Heurtier cesó sus operaciones justo a tiempo, en 1981, antes del colapso que supuso la irrupción del vídeo. El motivo fue que, al expirar sus patentes, los japoneses las podían copiar y ofrecer en el mercado un 40 por ciento mas barato. Esta cierre ordenado salvó de la ruina a la familia Heurtier.
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