La Fujica ZC1000 es la mejor cámara de cine jamás fabricada, por sus posibilidades sin límite, que no restringen la imaginación del creador. Su único inconveniente es que no pasa desapercibida, lo que en determinadas situaciones, por ejemplo, rodando en el interior de una manifestación de comunistas, es un problema.
Sin embargo, la ZC1000 se puede transformar en una herramienta discreta si sustituimos su objetivo original por el minúsculo Pentax f 1.2 de 6 mm, y en lugar de emplear la empuñadura de serie, colocamos la de la Eumig Mini 5.
Con estos dos cambios, voila!, tenemos una mini cámara con la que podemos seguir usando el obturador variable, la marcha atrás y otros recursos, con menos de kilo y medio de peso.
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