miércoles, 26 de junio de 2019

EL PROYECTOR FRANKENSTEIN

Uno de mis compactos favoritos, desde 1983, para visionar películas tras el revelado, es el Fujicascope SD Auto, un proyector totalmente automático: no sólo se pone en marcha automáticamente, al introducir la película en la boca de admisión, sino que, cuando termina, también se apaga sin ayuda. Incluso, al concluir el rebobinado,  para sólo. ¡Hasta el formador del bucle es automático!, pero no mediante un pedestre sistema mecánico, sino con un refinado dispositivo electrónico. Su bobina de recogida ofrece un original sistema para que el rebobinado de los rollos recién revelados sea una operación rápida.
Todo ello, en un tamaño muy compacto, y con un rendimiento muy bueno, gracias a sus palas de obturador de sólo 40 grados y el objetivo opcional 1.0    Por supuesto, teclas de mando electrónicas, lectura y grabación en las dos pistas magnéticas, sonido óptico y desenhebrado ultra fácil. 
Afortunadamente, mi primer Fujicascope SD Auto jamás necesitó servicio y, desde 1983, ha funcionado incansable como un reloj japonés. 
Hace unos meses, el gran Fernando Pujalte me regaló uno de estos modelos que no funcionaba. Recientemente, Alex López consiguió otra unidad, también estropeada,  por 10 euros. 
Ayer, tras terminar de trabajar en el montaje del largometraje sobre el calentamiento global "Spitsbergen, el guadián del Ártico" (íntegramente rodado con todas las emulsiones Kodak), Alex et moi nos pusimos a la tarea de, entre los dos Fujicascope SD Auto estropeados, hacer uno que funcionase: voila!, ¡lo hemos conseguido!  El proyector Frankenstein... ¡está vivo! ¡está vivo!


No hay comentarios:

Publicar un comentario