lunes, 2 de marzo de 2020

¿POR QUÉ FILMO EN SÚPER-8?

A menudo la gente del digital quiere saber la razón de que filme  con película de Súper-8,  si todo son dificultades: la película es insanamente onerosa (a lo que se debe añadir su revelado,  su digitalización o, si es el caso,  las copias en película),   no se ve el resultado de inmediato, hay problemas con los escáneres de los aeropuertos o, por no seguir,  cada cartucho dura sólo dos minutos y medio a 24 f.p.s.
Son varias las razones que me motivan a crear en Súper-8, alguna de las cuales, a vuela pluma, enumero:
En lugares remotos, hago las pruebas revelando con café y hasta cerveza
1) TEXTURA. Me subyuga la textura orgánica, con sus virtudes y defectos, de la imagen en Súper-8, e, incluso,  hasta su imperceptible inestabilidad. De acuerdo que todo ello se puede emular digitalmente pero esos burdos trucos de postproducción no nos engaña a ningún profesional del fotoquímico: es como intentar imitar un óleo con un dibujo digital.  
2) PROYECCIÓN INVERSIBLE. Si puede ser, filmo con película inversible, esto es, la que, tras su revelado, se transforma en un positivo listo para proyección. No hay sensación mas satisfactoria que proyectar ante público un original inversible, sintiendo hasta los empalmes de la película en la que has trabajado con tus manos, en lo que es un original único e irrepetible, cuya pérdida significaría la desaparición de la obra creada. 
Por otra parte, el colorido de emulsiones inversibles como la Kodak Ektachrome 7294 o las Fujichrome Provia o Velvia es irreproducible por cualquier otro medio que no sea la proyección directa, que nunca deja a nadie indiferente, genera asombro ¡y no sólo entre el público afecto a la causa!

3) ALQUIMISTA... DE LA PLATA. Adoro ser el responsable de cada fase del proyecto, desde la filmación o el montaje, a la sonorización e, incluso, la proyección y, a veces, hasta el revelado (muy difícil de conjugar todo ello en 16 mm o 35 mm, por lo engorroso de los equipos). Revelar lo que uno mismo ha filmado (o, al menos, estar presente en ese momento) proporciona una sensación casi de alquimista: sólo que los superochistas no trabajamos con oro, sino con plata (uno de los ingredientes de la película).
4) PALETA DE COLORES. Valoro el distinto rendimiento de cada emulsión en cuanto a grano, colorimetría o distintos tonos de blanco y negro, que elijo en función de la trama o, incluso, de la secuencia.
5) ARCHIVO. Independientemente de que al final la obra se distribuya en digital, queda un soporte físico para archivo, el negativo, que siempre se podrá escanear en cualquier resolución futura y, bien conservado, puede durar no centurias, sino milenios. 
6) FILMAR CON PREVISIÓN. El hecho de que la película sea tan costosa implica pensar dos veces antes de apretar en gatillo, lo cual se traduce en que aprovecho el 90 por ciento, ¡o más!, de lo filmado. Lo que se gasta de mas en película virgen ¡se ahorra después en tiempo de postproducción!, pues, con lo digital, como no cuesta dinero, se suele grabar incontables horas.
7) VIRTUOSISMO TÉCNICO. Al no poder ver el resultado de forma inmediata, ello implica estar bien formados técnicamente:
a) como el enfoque es manual, y, en mi caso, el diafragmado también, hay que estar bien seguro de conocer la reglas fotográficas, no como en digital en que hasta una bedela de colegio mayor puede obtener grandes resultados: una buena filmación,  en Súper-8,  es el premio a la excelencia técnica.
b) En el caso del rodaje largo, en un lugar remoto, el no ver resultados de inmediato implica rodar y revelar fragmentos a modo de prueba cada poco, in situ, con película en blanco  y negro, para verificar que no suceden vicisitudes como, por ejemplo, un pelo en ventanilla.
c) Si es un viaje personal, filmar en Súper-8, como dice mi buen amigo el director Marc Martí, ver los resultados días, o semanas, después, es tan emocionante como un regalo en diferido. 
SPITSBERGEN, EL GUARDIÁN DEL ÁRTICO (teaser de pre producción) from IB CINEMA Motion Picture Films on Vimeo.

9) NADA DE OBSOLESCENCIA PROGRAMADA. Filmar en Súper-8 es ecológico: las buenas cámaras de Súper-8 son eternas, inmutables, duran para siempre. No estoy hablando aquí de los modelos que fueron de gran consumo en la era dorada de este paso, sino de la élite, como las Beaulieu francesas, ciertas Canon, las Nikon, las cámaras de Leitz, varias Bauer, selectas Braun Nizo, determinas Fuji (película con perforación tipo S en chasis Single-8) y alguna otra. La nefasta estrategia de la obsolescencia programada no tiene cabida aquí. Lo mismo ocurre con ciertos proyectores de alta calidad, de Beaulieu, Fumeo y otros: trascenderán nuestras vidas.
9) UN FORMATO PARA CADA OPUS. El Súpeer-8 permite una gran variedad de formatos, entre 1.33:1 y 3.1:1, según la naturaleza de la obra.
10) LA CREACIÓN TOTAL. Disfruto con cada parte de proceso, tocando en todas ellas la película con la mano, incluso a la hora de construir la banda sonora en una pista que se aplica a la propia película. ¿Os imagináis que un arquitecto, aparte de diseñar el proyecto, lo ejecutase con sus manos, desde el desmonte, el encofrado, la albañilería, la pintura? Esto es lo que permite, el Súper-8, a un artista: la creación total.
11) ARTE Y TÉCNICA, DE LA MANO. En resumen, crear en Súper-8 no consiste sólo en narrar una historia, como se puede hacer en digital, sino que es una forma de arte que exige demostrar el conocimiento en varias disciplinas, como la óptica, la química y la mecánica, amén, claro está, de las propias del audiovisual. El resultado final, especialmente si es proyectado con película, es claramente distinto a un frío producto digital: el fotoquímico transmite vida, tiene alma.
Mi sistema de creación en Súper-8 se describe en el siguiente documental
SPITSBERGEN: MAKING... IN PROGRESS! from IB CINEMA Motion Picture Films on Vimeo.

1 comentario:

  1. Excelente trabajo analógico, de pensarse, José Buil, saludos desde Coyoacán, CDMX.

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