lunes, 24 de agosto de 2020

MAGNUM OPUS

Puerto de Reikiavik, otoño de 2019. Después de seguir las instrucciones de una misiva que, la noche anterior, me había entregado la "botones" del hotel (una rutilante nórdica... que resultó ser ¡¡¡nativa de la colonia de Gibraltar!!!), esperé, al atardecer,  en una lonja cercana a un barco ruso pues,  uno de sus oficiales, ucraniano, bajaría para intercambiar un positivo nuevo de la semiclandestina "Día de Libertad" (tirado a partir del negativo sin censurar que conservo en IB Cinema), por el Magnum Opus de Tarantino. 
Enhebrando el Magnum Opus en el proyector, ayer.
Pero pasó la hora acordada y nadie se acercó. No tenía ningún contacto telefónico, así que no me quedó otra que seguir esperando, fumando cigarro tras cigarro,  durante hora y pico, bajo el ventimperio, sorbiendo de cuando en cuando un trago de la petaca, para resistir la temperatura,  hasta que, por fin, una figura fue surgiendo, cual espectro,  de entre la niebla. 
El ucraniano no traía nada consigo, pero, en inglés, me dijo que el intercambio lo haríamos en la Catedral Católica, donde otra persona nos estaría esperando (en Ucrania, aunque se siguen las fechas ortodoxas, al parecer, se encuentran bajo la jurisdicción de Roma).

La monja, único testigo (diapositiva Ektachrome)
Aunque acabé calado hasta los huesos, la caminata hasta la Catedral Católica de Reikiavik (no lejos de la luterana),  mereció la pena: tras apenas cuatro palabras con el desconocido, una especie de monje casi albino,  que nos esperaba junto al  órgano, hicimos el intercambio.
  ¡¡¡Por fin!!!, ¡Dios sea loado!, en mi poder, un auténtico incunable, el único positivo en 16 mm anamórfico de "Érase una vez... en Hollywood" en stock Fujifilm de poliéster (sin duda, caducado), el magnum opus de Tarantino que resulta imprescindible ver tal y como desea su autor, proyectado con película -no en miserable digital- , con el suave ronroneo del proyector cinematográfico en la cabina.
Salimos, y tras nosotros, la única monja de Islandia cerró las puertas del templo, lo que inmortalicé con una diapositiva Ektachrome disparada con mi Nikon de titanio (cámara que acabaría sus días, un par de semanas mas tarde, en acto de servicio, con las aguas sulfurosas de la Laguna Azul corroyendo sus entrañas, como ya conocen los lectores de esta bitácora). 
De regreso a Galicia, quedé sorprendido por la extraordinaria calidad del tiraje. La pista óptica, en ucraniano. Ucrania es un país de rica cultura y gente preparada: lástima que Europa siempre le de la espalda, de forma que los soviéticos primero, y los rusos ahora, intentan arruinarlo, ante la pasividad de la Unión Europea, donde debería integrarse sin la menor dilación pues Ucrania "es uno de los nuestros", desde siempre. 
Meses después, este positivo viajó a Italia, para,  con la aquiescencia del mismísimo Tarantino, participar en una nueva edición del festival de cine, organizado por Alberto Vangelisti sólo con película, "La nostra memoria inquieta", en San Giovanni Valdarno, en la Toscana, este verano de 2020 con una completa retrospectiva de este genio del cine de ascendencia italiana, seguida por streaming por la madre del mismísimo Tarantino.
"Érase una vez... en Hollywood", en Italia, se proyectó doblada en digital y, con película, exclusivamente en versión original subtitulada. Pero Alberto pistó este positivo para la ocasión y le transfirió sincrónicamente el doblaje en italiano: por primera vez, "Érase una vez... en Hollywood" se pudo ver doblada en italiano y proyectada con película. 
Tras su pase en "La nostra memoria inquieta", a la película le fue sincronizado su audio en español. 

¿POR QUÉ ME ENCANTA "ÉRASE UNA VEZ... EN HOLLYWOOD"?
En primer lugar, soy un entusiasta del cine de Tarantino desde siempre. Él sólo había filmado cuatro largometrajes y uno ya le consagró todo un mes de sesiones en la entonces denominada Filmoteca del Fórum Metropolitano de cuya programación me ocupaba bajo el beneplácito de aquel gran concejal de cultura que fue,  para La Coruña,  José Luís Méndez Romeu, cinéfilo no sólo él, sino también su jefe,  alcalde recordado con cariño a diestra y siniestra, el irrepetible sir Paco Vázquez
Independientemente de la maestría a todos los niveles de esta película rodada con film, ¿cómo no me va a seducir el magnum opus de Tarantino?, con frases como: "Ayer vimos copias en 35 mm en nuestra sala..."; "he visto dos episodios en 16 mm" ; "después, me trajeron un kinescopio de regalito"... además de menciones a Screen Gems, a "Tierra de Gigantes" y a tantas otras series de mi niñez. Por cierto, dicho sea de paso, mi largometraje "Spitsbergen, O Gardián do Ártico" lo conservo en bobinas Screen Gems. 
Por otra parte, me fascina el final que Tarantino, también guionista, ha imaginado de un masacre atroz que, siendo uno un niño de 8 o 9 años, me había dejado impactado. 

MONTAJE, EN BOBINA DE 2.200 METROS.
Cuando se estrenó "Érase una vez... en Hollywood" la fuí a ver todas las semanas a la sala comercial hasta que la retiraron. Como ahora se que veré este positivo, ya en español, varias veces al año, invertí en comprar una colosal bobina de Castells para 2.200 metros de película, a fin de poderla pasarla de un tirón, y conservarla en ella, no en los rollos mas pequeños en que vino del laboratorio ucraniano. 
Como es un tesoro, ni siquiera la rebobino en la bobinadora eléctrica, mas propensa a causar daños, sino que lo hago, amorosamente, con cariño,  en la bobinadora manual, también fabricada en Barcelona por Julio Castells.

SONIDO MAGNÉTICO. 
El sonido de este positivo ha sido grabado en alta fidelidad por Alberto Vangelisti, de Movie Magnetic. Ello permite apreciar sutilezas, como el timbre óptico cuando se intercalan escenas antiguas con material de rodaje moderno. 

"LA MANSIÓN DE LOS SIETE PLACERES".
También me encanta la secuencia en que Sharon Tate va al cine para ver su película "La mansión de los siete placeres" que uno, como Tarantino, también atesora en el departamento de 16 mm de la cinemateca. 
En resumen, unas tardes memorables, las de este fin de semana, disfrutando dos veces de "Érase una vez...en Hollywood", proyectada con el Fumeo 9315 con presor de fuerza variable, ventanilla de altura graduable, cabeza mecánica desmodrónica de apertura total, brazos de 2.200 metros o 500 W de xenon, entre otras golosinas técnicas. 



ALGO QUE NO PODÍA FALTAR: EL LOGO DE KODAK.
Por último, toda una delicia encontrarse el logotipo de Kodak en los créditos del final de la película. Aunque este positivo se encuentra en stock Fujifilm, Tarantino rodó su magnum opus exclusivamente con películas Kodak de 35 mm, 16 mm y Súper-8. 

1 comentario:

  1. Una entrada muy completa, con material que has ido publicando en varios días. Me encanta. ¡Y qué truculenta historia! ;-)

    ResponderEliminar