miércoles, 6 de septiembre de 2017

ARTESANÍA CINEMATOGRÁFICA: ¡COMO GRATIFICAN LOS 50.000 ESPECTADORES DE "NO HAY FUTURO (OPUS II)"

El lunes estuve mirando las estadísticas de los opus en Súper-8 que publiqué durante este año. Estoy muy contento con el número de espectadores que los ha disfrutado en su integridad (los contadores son públicos, aunque uno, como administrador, tiene acceso a datos como el número de países, ¡que superan los cien!):

  • NO HAY FUTURO (OPUS II), agosto 2017: 50.417 espectadores (en un mes, ¡toda una marca par un opus que dura quince minutos!)
  • DR. JEKYLL EN LA CIUDAD DE LAS PLAYAS. 41.332 espectadores
  • NO HAY FUTURO (OPUS I) 38.531 espectadores
  • PASTORIZA: LA VIRGEN QUE SOBREVIVIÓ A ALMANZOR, noviembre 2016: 31.841 espectadores.
  • ECCE HOMO EQUINOCCIAL: abril, 2016: 5.291 espectadores.
  • FELIZ NAVIDAD: diciembre, 2016: 1.403 espectadores
  • POSTUREO EN EL CEMENTERIO: abril, 2016: 1.099

169.000 ESPECTADORES EN UN AÑO: NO ES MOCO DE PAVO: LA MAGIA DEL SÚPER-8
Sumados, los 169.000 espectadores alcanzados con trabajos artesanales en Súper-8 durante el último año son una cantidad nada desdeñable, a la que habría que añadir los que siguen viendo obras mas antiguas, muy especialmente "La noche de San Juan", gracias a la difusión que le ha hecho Kodak en los Estados Unidos (este clip musical en Súper-8 hace tiempo que superó la barrera psicológica de los 100.000 espectadores, en su mayor parte estadounidenses).
En su momento, esos incunables que son las películas inversibles de Súper-8 sólo llegaban a unos centenares de espectadores, en festivales especializados. Gracias a la digitalización, y a plataformas como Vimeo o YouTube, los festivales han perdido su razón de ser: estos opus cinematográficos se encuentran al alcance de cualquier espectador del universo mundo en toda su redondez (con la sola excepción de los residentes en algunos países comunistas o islámicos). 
Pese a que muchos televisores modernos ya traen incorporado YouTube, filmando en argéntico, prefiero Vimeo, pues su compresión es menor, de forma que prostituye menos la calidad de la imagen, permitiendo adivinar, a la retina cultivada, su origen fotoquímico.
En esta tarea de preparación digital de las obras para su difusión en Internet es menester agradecer la labor de mi amigo Víctor Galdón (que también me ayuda en la sonorización y la edición), al que, pese a ser un hombre digital, le mola la tecnología fotoquímico. ¡Qué pena que cada vez viva mas lejos de mi ciudad, y sólo nos podamos ver algún domingo por la mañana cada ciertos meses!, pues tengo muchos otros opus, ya filmados,  esperando.
Entre los millones de trabajos audivisuales que se suben cada mes a Internet, muchos de ellos golosamente subvencionados y con todo un equipo detrás, ¿cómo los espectadores llegan a los míos? La etiqueta "súper-8" es el rasgo distintivo: aunque mi país se encuentra "vendido" al inframundo digital, a lo filosofía de los más fácil, de lo mas barato, "al tanto da, lo solucionamos en postpo"; globalmente considerados son muchos los que valoran la maestría de un rodaje en soporte argéntico. ¡Esa es la magia del súper-8! y su textura inconfundible.
GRATIFICANTE ARTESANÍA CINEMATOGRÁFICA.
Filmar con película, tal y como la hace uno, es una tarea artesanal de principio a fin. Como empleo cartuchos de Single-8, primero hay que introducir en cuarto obscuro la película en esos cartuchos (previamente, hay que extraerla de los de Súper-8, o bien, cortarla de un rollo grande, a granel, o dividirla en dos de 16 mm con perforaciones tipo S). Cada cartucho sólo tiene para unos dos minutos de filmación continua, a veces se atascan y uno no tiene la seguridad de que realmente ha filmado, y que ha salido bien,  hasta después del revelado. 
Como, a diferencia del digital, la película es una material muy caro (amén del trabajo ya explicado), es preciso planificar hasta al más mínimo detalle pues no se repiten tomas: todo tiene que salir bien a la primera, si acaso desperdiciando unos pocos fotogramas al principio y final de cada plano. Esto llegó al grado máximo con el Opus I de la serie sobre la crisis española "No hay futuro" en que la toma del suicidio subjetivo del protagonista, Onésimo, fue inmortalizada con una cámara ¡que tiré filmando desde un sexto piso! Algo así, es naturalmente irrepetible. 
Lo alucinante es que la cámara sobrevivió y la volví a emplear, en el Opus II, para filmar la escena en que una furgoneta pasa por encima de ella. ¡Y la cámara sigue viva! Y, cuando digo viva, es en el más amplio sentido del término pues, siendo este modelo, una Fujica ZXM300, un obsequio que había estado décadas guardada en un trastero de un sótano, cuando llegó a mis manos era, pudiéramos decir, una especie de biotopo, con hongos y minúsculos bichitos: ¡tuve que desmontar todas y cada una de las lentes del objetivo para limpiarlas, amén de los hojas del diafragma!, antes de poder filmar (si bien dejé los hongos y bichitos en el interior del resto del cuerpo: ¡los bichitos desaparecieron con la caida!, no así los hongos que siguen sobreviviendo).
En este tipo de cámaras no hay moderneces como, por ejemplo, el enfoque automático: todo se hace de forma manual. Después, hay que revelar la película, que casi siempre se hace de forma artesanal (raramente en un laboratorio industrial)
El montaje, con tijera y empalmadora, a la usanza clásica,  con visionado en moviola. Posteriormente, hay que limpiar la película con un químico, para borrar suciedades y huellas digitales. 
Tras esto, añadirle las pistas de sonido en las que grabar (sistema no sólo artesanal, sino de precisión milimétrica: cualquier error, hace que la pista se despegue o se vea en pantalla); 
Despues, se procede con la sonorización, por este orden: los sonidos directos, el doblaje si lo hay, los ruidos, la música y la locución; cada una de estas fases se hace en superposición, de forma que un error, por ejemplo, en la locución (un carraspeo, una velocidad de lectura que no coincide con la imagen, etc.), implica repetir todos los procesos de grabación sonora anteriores (no se trabaja con pistas independientes, como en digital, sino, reiteramos, en superposición).
Finalmente, la película queda lista para proyectar: como es un material inversible, esto es, un positivo tras su revelado, se trata de algo único e irrepetible, una especie de incunable fotoquímico. cuando se proyecta, se está proyectando la película que físicamente estuvo en el rodaje.
Es por ello que siempre me gusta decir que el cine en Súper-8 (en single-8 en mi caso), permite que el cineísta (termino afrancesado que prefiero a cineasta pues implica amor y conocimiento por el cine y sus técnicas, del cual carecen muchos erróneamente denominados cineastas y que no han tocado una película en su vida) pueda demostrar su conocimiento del medio en casi todos los oficios cinematográficos implicados: camarógrafo, técnico de laboratorio, montador, técnico de sonido, guionista, director y ¡hasta locutor! 
Suelo emplear como ejemplo el símil de la construcción: es como si un arquitecto, en una obra, ejerciese no sólo su labor, sino también de albañil, carpintero, fontanero, etc. A fin de cuenta, una película es también una "obra", por eso uno siempre suele denominar a sus obras "opus". 
RETOS SUPEROCHÍSTICOS.
Cada uno de los opus de la serie "No hay futuro" procura conseguir al menos alguna hazaña nunca antes realizada. En el Opus I, por ejemplo, se trata de la secuencia filmada con la cámara cayendo desde un sexto piso; en el Opus II, la filmación con una cámara ¡de 1 euro! modificada y película de diapositiva reperforada Fujichrome Velvia, sobre expuesta un diafragma o diafragma y medio.
Mas detalles, en el siguiente enlace: http://mimundoensuper-8.blogspot.com.es/2017/08/super-8-fujichrome-velvia-no-hay-futuro.html
NO HAY FUTURO (OPUS II), en esta pantalla: 

NO HAY FUTURO (OPUS II) from IB CINEMA Motion Picture Films on Vimeo.

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