jueves, 28 de septiembre de 2017

CHRISTINE, DE CARPENTER: NUEVA VIDA PARA EL 16MM

Mi formato de archivo favorito es el de 35 mm. Sin embargo, para disfrutar de forma cómoda de proyecciones con sabor cinematográfico, la calidad de las emulsiones actuales permite que el mas manejable 16 mm alcance en grandes pantallas rendimientos inimaginables hace unos pocos años. 
Además, ahora, en 16 mm, ¡los estudios facilitan  ediciones anamórficas!, con resolución comparable a la proporcionada por el  35 mm hace unos pocos años, naturalmente, claro está, si se emplea para la proyección un aparato de xenón (el talón de Aquiles del paso, todo hay que decirlo,  es el diseño obsoleto de los objetivos primarios --no así los anamórficos, puesto que resulta posible emplear los de última generación). 
Unos pocos laboratorios del mundo siguen trabajando este querido paso cinematográfico, que naciera en 1923, inicialmente para los aficionados, pero que desde los años treinta fue introduciéndose en el terreno profesional, tanto en el campo de la filmación como, muy especialmente, en el de la exhibición no comercial (en barcos, ejército, cárceles, universidades...).
"Chistine" en núcleos de laboratorio, preparada para recibir sus pistas magnéticas.
¡Qué época tan añorada, en mis tiempos universitarios en Barcelona, cuando iba a buscar las películas en 16 mm para mi Colegio Mayor, el querido Sant Jordi, a Profilmar!, firma, lo que es la vida, con la que sigo trabajando, aunque ahora, desafortunadamente, en digimerde.
Los positivos de 16 mm actuales son de una calidad insuperable, ultra nítidos, de bonitos colores, respetan el formato,  con soporte de poliéster con emulsiones de calidad archivo y pista óptica trazada a láser. El problema es que los laboratorios suministran la película sólo en inglés
Ello, como ya he referido en alguna ocasión en esta bitácora, tiene solución, gracias, una vez más, al país madre de nuestra cultura, Italia: el amigo Alberto Vangelisti consiguió, de forma homérica, restaurar una pistadora para pasta magnética líquida, cuya fórmula no sólo ha también obtenido, ¡sino que ha mejorado!: ¡la nueva pasta magnética italiana es de color grisáceo, idéntica a la usada por Derann Films en sus tirajes finales! (no la marronácea, de simple óxido férrico,  de los años ochenta y anteriores)capaz de ofrecer un sonido sobresaliente, con una respuesta de frecuencias muy superior a la del sonido óptico. 
Alberto también ha logrado que una firma química transalpina le fabrique todos los ingredientes. El resultado es que, en pleno 2017, el sonido magnético ha regresado al cine, ofreciendo la posibilidad de "repicar" el sonido con el doblaje de cada país (al mismo tiempo que se mantiene la pista óptica con el inglés original)
En este terreno de recuperación de películas clásicas en 16 mm, formato anamórfico y soporte de poliéster, con sonido óptico en inglés, y castellano en magnético, le llega su turno a "Christine", un clásico para nada menor de John Carpenter,  basado en el inquietante relato de Stephen King. 
La trama gira en torno a un chico introvertido que,  objeto de burla por parte de sus compañeros, establece una relación especial con su coche, Christine, en el que proyecta sus deseos y frustraciones: se trata de un modelo de los años cincuenta (incluso las melodías que suenan en su radio son propias de aquella época, lo cual le da un toque más siniestro si cabe). 
Lo que, sin embargo, proporciona a Christine su aura maligna es su  capacidad de reconstruirse por sí misma y reparar cualquier abolladura, tras cada asesinato. El espectador realmente llega a asustarse, creyendo que el coche tiene una personalidad diabólica que lo guía a terribles situaciones. 
Los efectos visuales de Christine (¡son de 1983!), no sólo no han envejecido, sino que uno se sorprende de la maestría de los técnicos en aquella época pre digital. 
Por otro lado, Carpenter consigue recrear perfectamente la atmósfera de un ambiente de instituto norteamericano. Banda aparte, son los temas musicales, que en varias secuencias se convierten en la terrible vez de Christine, como cuando atrapa a la novia del protagonista y suena en la radio ‘Keep A-Knockin’, but yo wont’ came in’ mientras él intenta abrir la puerta. 
"Christine" es, en mi opinión, una las mejores adaptaciones que se ha hecho de una película de Stephen King. 

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