lunes, 6 de mayo de 2019

¡INFECTADO POR EL S.V.! (Síndrome del Vinagre)

Los archivistas cinematográficos tenemos que luchar contra muchos problemas, siendo uno de los mas graves el conocido como "síndrome del vinagre" que afecta a las películas con soporte en triacetato de celulosa (también a las de diacetato).
Una de las mayores tristezas fue cuando el síndrome afectó a mi positivo en 35 mm, en IB Technicolor, de "Navidades Blancas" (primera ilustración, en la bóveda de IB Cinema). 
El sistema de imbibición Technicolor, que proporciona colores en proyección que nunca mas se verán en el cine, tiene su lado negativo: el sistema de imbibición acelera la descomposición del soporte de triacetato (hay otras causas también).
"Navidades Blancas" en 35 mm IB Technicolor: infectada.
Ahora me ha pasado con "El diario de Ana Frank", un glorioso positivo en 16 mm CinemaScope. Lo curioso es que no es Eastman, sino Gevaert: es la primera vez, en mi Cinemateca,  que el síndrome del vinagre se desencadena en material de origen europeo. El largometraje lo tenía archivado en una gran bobina de dos mil metros: la infección comenzó por el núcleo.
"El diario de Ana Frank" en 16 mm Scope: ¡infectada también!


Ahora lo he dividido en cuatro rollos: el cuarto, está en la tercera fase del síndrome. El segundo, en la segunda fase. Los rollos 1 y 2, en primera fase. 
Una vez que se detecta la infección, rápidamente hay que separar esa película de las otras del archivo pues la "desacetilación" se transmite a otras películas de soporte de triacetato, con resultado letal, por lo que muchos archivistas denominan al síndrome como el SIDA de las películas.
Menos mal que la mitad del archivo cinematográfico de IB Cinema se encuentra en soporte de poliéster, inmune tanto al síndrome del vinagre como a los hongos. 
¡Lástima que el material original de cámara, de cualquier marca, se siga suministrando hoy en día en triacetato de celulosa, y no en poliéster!
El síndrome del vinagre, en las películas de triacetato,  se genera por varias causas:
1) Una película mal lavada durante el revelado trae consigo el germen de su destrucción.
2) Ciertos químicos de limpieza cinematográfica, lejos de proteger la película, dañan el plastificante, lo que hace que se desarrolle el síndrome.
3) Una película de triacetato necesita respirar: los contenedores herméticos, que son ideales para las de poliéster, se deben evitar con las de triacetato, en favor de los de cartón. Las latas metálicas son las peores. Los cajas de cartón, las mejores.
4) El calor y la humedad influyen negativamente.
5) El pistado magnético en triacetato acelera el síndrome. 
Lo peor de todo es que, una vez iniciado el síndrome del vinagre, no se puede detener, a lo sumo, ralentizar, con químicos como Vitafilm, que es el que usa Tarantino para proteger su inmensa colección.
Hace años, en un curso de restauración que hice en Estados Unidos, uno de los conferenciantes, Jeff Joseph, nos dijo que la cura del Síndrome del Vinagre no era imposible, al menos en teoría: bastaría con detener la reacción ácida y estabilizar la base para evitar que se descomponga (grosso modo, como consiguen con el hierro ciertos químicos anti óxido).
Según Jeff Joseph, habría que sumergir la película en una solución ligeramente alcalina. Existe un problema: hacerlo podría implicar la destrucción del positivo afectado sometido a tratamiento o provocar una reacción con la plata de la emulsión o los cromógenos. 
La solución podría ser,  probablemente,  sea algún tipo de baño de polímero que estabilice el triacetato, al tiempo que eleva el pH de la base de la película a neutro. 
En teoría, eso no es difícil de hacer, pero crear un proceso que no afecte la calidad de la imagen es la parte difícil. En aquella época,  Kodak estaba financiando una investigación sobre esto, pero, con su situación económica en el filo de la navaja desde hace unos años, los experimentos se abandonaron alrededor de 2007. 

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