El siniestro ministro de propaganda del III Reich Joseph Goebbels (por cierto, excomulgado por la Iglesia), dictó un edicto, en 1941, que sentaría las bases de la industria de animación del régimen nacional-socialista de Hitler. Goebbels, que era un entusiasta de la animación norteamericana, impuso con su ley de subvenciones el desarrollo de efectos tridimensionales que fueran competitivos tanto con la cámara multiplana de Walt Disney (empleada por primera vez en "The old mill", de 1937) como con el sistema de Max Fleischer (desarrollado en 1934).
La primera película de animación que cumplía las directrices del decreto de Goebbels (en la foto, su caricatura procedente del cartoon anti-nazi de Walt Disney "Educación para la muerte"), fue la producción "Scherzo Verwitterte Melodie", de Hans Fischer, estrenada en 1942 y filmada en Agfacolor. El cinéfilo ministro alemán pudo hinchar el pecho de orgullo ante Hitler gracias a Fischer.
Llevo lustros, sino decenios, detrás de un positivo de calidad aceptable, propiedad de un amigo al que conocí a finales de los ochenta, en los viajes de John Wright. De hecho, la primera vez que ví "Scherzo Verwitterte Melodie" fue, en uno de aquellos cruceros, en el cine del "Leonidas Brezhnev" antes de la caída del telón de acero.
BREZHNEV, MON AMOUR from IB CINEMA Motion Picture Films on Vimeo.
Como mi amigo obtuvo un positivo de este título en estado sorprendentemente inmaculado, accedió a permutarme su primer cartoon por un positivo en 35 mm de otro cartoon en mi poder que le intersaba.
¡Qué contento estoy! Aunque hoy se puede ver todo, o casi todo, por Internet, aunque sea en pantalla pequeña o con calidad ínfima, nada hay como tener un pedazo de la historia en auténtico soporte cinematográfico.
Las secuencias iniciales, con el vuelo del abejorro entre la floresta, son absolutamente sorprendentes: ¡parece animación CGI! ¡Qué maestría, qué maravilla!
Hans Fischer para nada fue simpatizante nazi pero, dada su relevancia artística en aquella época, permaneció tras la guerra encarcelado tres años en un campo de concentración comunista hasta que fue exonerado. Si en su momento hubiese emigrado a los Estados Unidos, como los Fleischer, George Pal o tantos otros, Fischer sería reconocido hoy en día como uno de los grandes nombres de la época dorada de la animación.
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