domingo, 9 de septiembre de 2018

SPITSBERGEN: EL GUARDIÁN DEL ÁRTICO. En Súper-8 4K de Kodak. Cuaderno de bitácora número 17 (final).

LA BITÁCORA DIGITALIZADA DEL “MALMÖ” DEMUESTRA EL CAMBIO CLIMÁTICO.
¡Impresionante ver a un colosal helicóptero Superpuma, surgiendo entre la bruma del Océano Glacial Ártico! Recordará el lector que los facultativos de SAR que descendieron a bordo del “Malmö” estimaron que no era necesario evacuar a Kanuk: tras las curas de urgencia, básicamente una sutura y una vacuna, bastaría con que adelantásemos unos horas el tiempo de llegada a Longyerbyen, “la capital” de Spitsbergen. Este pequeño contratiempo obligó a que Svein y Audun trazasen junto con el capitán Karlsson una nueva derrota: decidieron recalar, el miércoles 9 de mayo, en la isla de Príncipe Carlos Forland, frenta a un glaciar donde se suelen avistar morsas. En el puente de mando, el capitán me mostró la bitácora digitalizada desde 1943:  el estudio de las derrotas seguidas a través de los años por este veterano rompehielos demuestra que el cambio climático es, lamentablemente, una realidad. El planeta está enfermo...tal vez sin cura.
Lo terrible es que pasan los años, lustro tras lustro, décadas incluso, y no se toman medidas contundentes. Cuando en 1958 el comandante James Calver emergió, con el submarino nuclear Skate, junto a Alfa, una pequeña base norteamericana en el Ártico, uno de los responsables científicos de ésta, el doctor Robert Unsterteiner, le mostró las investigaciones que estaban llevando a cabo en cuanto a una previsión del calentamiento del Ártico. En su libro "Emersión en el Polo", publicado en España en 1962, Calver escribe: "Existen indicios de que, desde hace un cierto número de años, el Ártico se recalienta y la extensión y espesor de la banca polar disminuye (...) Los científicos de Alfa se dedican a medir cuidadosamente el espesor decreciente de los floes durante el verano". ¡Hace 60 años que científicos y militares llevan advirtiendo a los políticos!, a los que, en general, poco les importa el futuro del planeta pues se rigen pensando en el corto plazo. 
La NASA tiene informes irrefutables de que, desde el siglo pasado, el Ártico se recaliente y la extensión y espesor de la banquisa polar disminuye. 
Con la Eumig Nautica, por encima de  los 80 grados de latitud, frente a Moffen (diapositiva disparada por Oscar Brost)
MADRUGADA EN NAVEGACIÓN.
Desde el punto de encuentro con el Superpuma, frente al pequeño archipiélago de Nordvestoyane, frente a las costas septentrionales de Spitsbergen, el “Malmö” inició, esa misma tarde de martes,  su navegación hacia al sur en lo que era una sucesión de magníficas vistas: en lugar de volver por el fiordo Smeerengburgfjorden, por donde habíamos navegado la semana pasada en nuestro camino a la isla Moffen, ¡justo al norte de los 80 grados de latitud!, el “Malmö” encaró esta parte del Océano Glacial Ártico conocida como Mar de Groenlandia sin parapeto alguno, pudiéndose ver a babor la mítica isla de Amsterdamoya, descubierta, ¡como no!, por Willen Barents, que tanta importancia tuvo, el siglo pasado, en varios intentos de conquista del último gran reto del Hombre: el Polo Norte.
Pese a que el tiempo atmósferico no era de lo mejor, con viento, y pese, también, a la fatiga acumulada, como me era imposible conciliar el sueño con la luz diurna entrando por el ojo de buey del camarote,  subí al puente de mando a eso de las seis de la mañana, cuando el “Malmö” acaba de cruzar los 79 grados de latitud.
TRES CUARTOS DE SIGLO DE DERROTAS DIGITALIZADAS.
El capitán Viktor Karlssen tenía tan pasión por su navío que, por iniciativa propia, digitalizó todas las bitácoras de a bordo desde su singladura inaugural, hace 75 años, cuando estos confines estaban bajo el dominio del III Reich. 
Lleva años estudiándolas. Así, por ejemplo, resulta que el hecho de que estas aguas no están plagadas de hielo no se debe sólo al efecto de la corriente del Golfo, sino, principalmente, al calentamiento global: según se demuestra con la bitácora del “Malmö”, en esta latitud, y también mas al sur, durante décadas las navegaciones del “Malmö”, en esta época del año, tuvieron que sortear no sólo icebergs, sino enormes fragmentos planos de banquisa polar. Durante los últimos veinticinco años, sin embargo, las condiciones de navegación mejoran cada primavera: las derrotas inmortalizadas en la bitácora digitalizada del “Malmö” son la prueba palpable de que el calentamiento global, y la paulatina disminución del hielo en el Océano Glacial Ártico, es una desgraciada realidad.
Los que tenemos la fortuna de vivir en latitudes mas meridionales, como España o Italia, de momento, apenas notamos los efectos perversos de estas enfermedades de nuestro planeta. Pero, conforme prosigan, el deshielo del Ártico provocará un aumento del nivel del agua que en muy pocos años (desde luego este siglo), no sólo dejará sin playas a Galicia, sino que podría anegar toda la zona centro de mi ciudad, La Coruña, conocida como “la pescadería”, que, en determinados puntos de la calle Real no está a más de cinco o seis metros del nivel del nivel de una marea viva en su punto elevado.
UNA MAÑANA CON EL PRÍNCIPE CARLOS.
En esta expedición viví situaciones similares a los de los grandes exploradores de los polos, como cuando el “Malmö” se quedó atrapado en un Océano Glacial Ártico congelado. Tuve, también, ocasión de ver lugares nunca ollados por la especie humana. Pero también pude otear multitud de sitios históricos relacionados con la conquista ártica. Uno de ellos, es nuestro destino, la isla Príncipe Carlos Forland, en cuyas costas orientales, junto a la pequeña isla del Muerto, aterrizó en 1928 el primer viaje efectuado por un aeroplano desde Alaska hasta Spitsbergen, con sir George Hubert Wilkings, pionero de los vuelos árticos. El avión estaba pilotado por Carl Ben Eilson, quien fallecería al año siguiente en otra expedición (una base norteamericana en Alaska lleva su nombre). Lo del viento inclemente, en esta zona del mundo, no es cosa de ahora, y en aquel vuelo de Wilking e Eilson era de tal magnitud y frialdad que debieron permanecer cuatro días en la cabina de su Vega, un  entonces novedoso avión de la Locked Corporation con el que habían llegado al norte de la Tierra de Grant, al punto 84ºN y 75ºO de Greenwich, en busca de unas islas, recogidas en las tradiciones esquimales, que se demostraron míticas.
La isla del Príncipe Carlos Forland, bautizada así por balleneros británicos en honor del que luego sería rey de Inglaterra y Escocia, es como una especie de salchicha, con una longitud de 86 kilómentros y una anchura de solo unos once. La mayor parte de su superficie es montañosa, con cimas que se elevan hasta los 1.084 metros sobre el nivel del mar del monte Monacofjellet. Su extremo sur es muy curioso, pues la isla surge de las aguas con un pico de 430 metros conectado al resto por una franja con sólo 17 metros de altura. Se encuentra, Príncipe Carlos Forland, separada de Spitsbergen por el canal Forlandsunder imposible de atravesar por los grandes navíos pues, en determinadas zonas, su profundidad es de sólo ¡¡¡4 metros!!! Sin embargo, en la costa occidental de la isla, la que da al Oceáno Glacial Ártico, la profundidad desciende de forma vertiginosa a límites casi insondables. Lo se pues allí recaló el submarino nuclear "Skate", bajo el mando del comandante James Calvert, en la segunda expedición submarina al Polo Norte (la primera fue culminada por el "Nautilus", también nuclear y norteamericano, en 1958). El recuerdo de esas epopeyas hacen de Principe Carlos Forland un topónimo muy familiar para mi. Se encuentra justo al sur de la Isla de los Daneses, al que llegó mi admirado Nansen con el "Fram" el 14 de agosto de 1896, un día después de haberse soltado de los hielos que lo mantuvieron atrapado durante tres años.
Al ser parque natural, la isla es otro refugio para morsas. De no ser por nuestro precipitado regreso a Longyearbyen, por mor de las necesidades médicas de la mordedura de foca de Kanuk el día anterior, el “Malmö” habría fondeado durante toda la jornada frente a uno de sus glaciares y habríamos ido con las zodiac en busca de morsas. Pero, como el tiempo apremiaba, nos contentamos con disparar nuestras cámaras desde el rompehielos. Esta bahía, durante mayo, según la bitácora del “Malmö”, se encontraba totalmente congelada. Tal y como la vemos ahora, todavía con mucho hielo,  estas imágenes serán, desafortunadamente, historia dentro de de tres o cuatro lustros.
UN PLANETA HERIDO.
Las políticas medioambientales actuales, aunque bien intencionadas, son ineficaces, pues, mientras que unos cuantos países se toman las recomendaciones en serio, en el resto del globo son poco mas que papel mojado. O se crea una autoridad internacional, con poder, en estas cuestiones, por encima de los gobiernos nacionales, interviniendo, de ser menester, sobre los estados (incluso mediante el uso de la fuerza), o, ya no es que desaparezca la vida en Spitsbergen tal y como ahora la conocemos, o que se derritan los casquetes polares, es que la atmósfera de éste nuestro único hogar, del cual no podemos escapar, que es es la Tierra, dejará de labergar las características que permiten la vida humana. El planeta está herido de muerte y requiere medidas excepcionales.  
La bitácora digitalizada del “Malmö”, con sus tres cuartos siglo de historia, es la prueba de esta enfermedad terrícola. Posiblemente, aunque sea in extremis, estemos aun a tiempo de reaccionar. O se actúa firmemente desde ya o la destrucción del planeta, tal y como lo conocemos, la verán nuestros hijos.
LA ÚLTIMA ARRIBADA.
La tarde del miércoles 9, tras la comida, se inició con el momento menos deseado de la expedición: el de hacer el equipaje. A eso de las 19.00 horas, el “Malmö” atracó en el puerto de Lonyearbyen, de forma que Kanuk pudo trasladarse al pequeño hospital para la revisión de su mordedura y la nueva inyección.
El jueves diez, por la mañana, después del desayuno, nos tomamos una fotografía del grupo y, aunque la mayor parte iríamos juntos al aeropuerto (algunos se quedarían en Spitsbergen dos días mas), llegó el triste momento de la despedida de Svein Weik, que de ingeniero de computación se convirtió en un gran guía polar y renombrado fotógrafo; del mundialmente famoso profesor Audun Rikardsen, con sus lecciones magistrales en todos los campos, desde la biología, la ecología o la fotografía; de la amazona del Ártico Delphine Dupré, que a su destreza con las armas añadía el don de ser una excelente fotógrafa;

del capitán Viktor Karlsson, tan enamorado de su barco como el resto de su personal Jan Gustafsson, Olle Eriksson, Julia Lindberg, Bjorn Berg y hasta el grumete Lars Mattsson, sin olvidar al peculiar  cocinero Daniel Olsson, un enamorado de su arte. Uno, me han de perdonar los amigos de Kodak, también disparó un buen número de fotografías instantáneas Fujifilm Instax, dado que son fotoquímicas, y no por sublimación como las de Kodak.
¡Como os echaré de menos Bjarne Vidar, y tus inconfundibles trajes militares, con objetivos a juego!; al Dr. Gunnar Aus, con tu irónico sentido del humor; a la Luisa Lane del ártico Kari Toft, redactando las crónicas de forma manuscrita, y tu Jimmy Olsen el camarógrafo de la Norwegian Televisión NRK Reidar Gregersen (en relación al rescate de la cámara de Audun Rikardsen,  arrojada por un respiradero de foca por un oso, hay cierta información que, hasta que se emita su programa, no puedo desvelar aquí); 
de la discreta teutona, además de excelente fotógrafa, Ramona Strempel; de los amigables aventureros Per Andersson y Oscar Brost; de los amigos de la “mesa del BrexitNicholas Townsend, Caroline Townsend, la ingeniera nuclear Nicola Hopper y el extraordinario fotógrafo Brian Mattews; sin olvidar a ese gran compañero de camarote que fue el periodista holandés Eric Fokke.
Conforme nos aproximábamos al puerto de Lonyearbyen, el tiempo mejoraba hasta volverse completamente azul a las 12 la noche: bellísimas, con el sol de medianoche, las resplandecientes cimas circundantes. Expedicionarios y dotación formamos un gran equipo en una expedición que me recordó mis lecturas de la de Nansen a bordo del "Fram": ellos eran 13, con los camarotes alrededor de una especie de salón que hacía de comedor y una potente estufa. ¡Nansen se llevó hasta un fonógrafo! Nosotros, en cambio, teníamos un proyector de diapositivas, y otro digital. 
No fue sin gran pesar que dejamos el "Malmö": la prueba de la nueva Kodak Ektachrome 7294 en condiciones extremas y el rodaje del documental con todo el portafolio de Kodak fue una gran aventura, el término de un esfuerzo supremo (los experimentos y las filmaciones las lleve a a cabo sin ayuda). Ahora todo había terminado, regresábamos a casa. Los miembros de la expedición se dispersarían por los caminos de la vida, en Inglaterra, Suecia, Alemania y Noruega, pero la experiencia, cada uno con su cometido, nos convertiría para siempre en los que en terminología náutica anglosajona se denomina "shipmates" (compañeros con los que se ha vivido en el mar experiencias imborrables). ¡Incluso echaré de menos al fantasma del "Malmö". No importa que el rompehielos se haya modernizados con sistemas de seguridad actuales: viajar, en estos inhóspitos confines helados, en una nave de 75 años, sometida a los caprichosos designios de la naturaleza, te hace creer hasta en los fantasmas. Entre tanto hielo, con un cielo y un océano acerado, y siendo uno gallego, en estas latitudes, de día perpetuo, para los que navegamos por aquí, muchos de nuestros actos y decisiones están siempre vinculados o inspirados por supersticiones y leyendas. En Spitsbergen, todo resulta demasiado imprevisible como para atenerse a la fría lógica. ¡Echaré de menos también el café del "Malmö", en su gigantesco depósito! Sin el inextinguible suministro de este elixir ¡me habría sido imposible aguantar tantos días sin noche, sin apenas descanso!
  
VIAJE DE REGRESO.
Me había levantado a las siete de la mañana: ¡lejos estaba de suponer que no me podría acostar hasta la madrugada del día siguiente, para conciliar el sueño nada mas que tres o cuatro horas! En este sentido, de todos los miembros de la expedición Kodak al Ártico era quien escribe al que le esperaba un trayecto mas largo ¡por vivir en la provincia final del Imperio Romano!
Antes de irme, me quedé mirando con melancolía el viejo y buen "Malmö", atracado tranquilo tras 75 años rompiendo hielos, recorriendo millones de millas náuticas sin fatigarse jamás, siempre obedeciendo a sus capitanes. El "Malmö", capaz de enfrentarse a las mas violentas tempestades, se había dejado atar dócilmente a los norayes, él,  que amaba la libertad del Ártico, que había afrontado tres cuartos de siglo el viento bajo cero, la helada, la nieve, la lluvía, la niebla... o quebrado sin miedo la acerada banquisa. Había uno vivido con tanta intensidad en aquellos diez días, que la memoria estaba llena de recuerdos, como si hubiese vivido diez años. ¡Adiós, querido amigo: te deseo que sigas surcando el Ártico otros 75 años! 
El aeropuerto de Longyearbyen es muy pequeño; naturalmente sin pasarela cubierta desde la terminal al avión (“finger”) o, ni tan siquiera, autobús. Como sólo tiene uno o dos vuelos diarios, a lo sumo tres, desde la torre de control aprovechan para vigilar, con unos prismáticos, las entradas del Archivo Mundial del Ártico y de la Bóveda Mundial de Semillas, pues, en ambas instalaciones, no existe servicio de seguridad. Durante el invierno, y aun en esta época del año, el aterrizaje de los aviones a veces es imposible: por fortuna, eso no sucedió esta mañana y pudimos tomar el avión de regreso a Oslo
En el aeropuerto, el oficial de seguridad, a quien me remitió la azafata del mostrador, accedió a la inspección visual de la películas que ocupaban en su integridad la maleta del equipaje de mano. Superaba el peso permitido pero tuvieron la amabilidad de “hacer la vista gorda”. Respecto al gran maletón, en el que llevaba desde la ropa polar hasta unos diez minutos de metraje cinematográfico, que no me entraban en el equipaje de mano, o el sonido ambiente digital y otros accesorios, me aconsejaron que lo facturase de forma directa a Barcelona: encontré la sugerencia cómoda pues, como decía la etiqueta que le pegaron a la maleta, era “mas pesada una elefante embarazada”... pero luego me arrepentiría.
AEROPUERTO DE OSLO.    
Esta vez conseguí inspección visual de la película, sin Rayos X. Eso sí, la mujer policía revisó uno a uno cada cartucho ¡que naturalmente tuve que volver a colocar en su sito! Pese al trasiego, menos mal que no se me perdió ninguno: ¡malditos bastardos terroristas!; la de penalidades que tenemos que sufrir los que seguimos con el fotoquímico por su culpa.  
Vestido, como iba, con ropa noruega, mi sorpresa fue que, en Oslo, hacía un calor que parecía el sur de España. En unas pocas horas había pasado de -20 grados Celsius ¡¡¡a mas de 25!!!
En este aeropuerto sólo hay facturación electrónica, con las máquinas únicamente en la lengua nacional y en el esperanto moderno que es el inglés: ignoro cómo se las arreglan los que no saben inglés. 
La organización, no es buena: colas para todo y ausencia de cintas transportadoras; además, salvo en los restaurantes, apenas hay enchufes para recargar el móvil (ninguno de los que se ubicaban bajo los asientos funcionaba). La partida de mi vuelo de regreso a Barcelona fue retrasada hasta las ocho de la noche.

¿EFICACIA NÓRDICA?
Una vez en España, sucedió lo que todo viajero teme: que su maleta no salga por la cinta transportadora: ¡¡¡los de Norwegian la extraviaron!!! Con la demora de la reclamación, no pude tirarme en la cama del hotel hasta la una de la madrugada: a las 5 A.M. de nuevo en pie. 
¡Menos mal! que me mantuve firme en mi propósito de llevar (casi todas) las películas en el equipaje de mano, pese a la insistencia de que, por peso, debería facturarlas en la bodega. 

Y no es la única metedura de pata de Norwegian: en el avión, estando ya sentado, ¡apareció otro pasajero con un billete con mi mismo número de asiento! Como el vuelo estaba completo, creo que lo acomodaron donde las azafatas. 
¡Dos billetes para un mismo asiento!
Para rematar la jornada, en el hotel de Barcelona me cobraron la "tasa turística": me parece fatal no por el importe, sino por la cutrez. ¿Así quieren que se recupere el turismo en mi querida Ciudad Condal?
Me tiré en la cama muy triste, sin una de las cámaras Bauer, el sonido digital, accesorios diversos, ropa ártica y cinco cartuchos de película que no me quedó otro espacio que meterlos en la maleta perdida.
BARCELONA: UNA MÁQUINA DE RAYOS X DE MUY MAL ASPECTO.
Si a la ida, en El Prat, accedieron a la inspección visual de las películas, esta vez tuve mala suerte ya que el nada amable empleado de seguridad me obligó a introducirla en una máquina de Rayos X que, lejos del aspecto moderno y profesional que se encuentran en otros aeropuertos europeos, parecía de factura antigua y casi artesanal. Según Kodak, los escáneres actuales son seguros con películas de hasta 1.600 ASA. Pero, ¿y éste, que parecía construido por el mismísimo doctor Wilhen Conrad Röntgen?
De seis controles que pasé en el transcurso de esta expedición, sólo no conseguí evitar uno en Oslo y éste de hoy. El tipo de seguridad me asegura que no afecta a las películas, pero la máquina advierte: "PELIGRO RADIACIÓN". Además, lo que no saben, es que el efecto de los Rayos X, en una emulsión sensible, es acumulativo: de ahí mi interés en evitar cuantos mas escaneos mejor.
EL COLMO DEL DESPROPÓSITO: DESVIADADO DE LA CORUÑA A SANTIAGO.
En esta época en que los viajeros de las líneas aéreas (clase turista) somos tratados como ganado, disponiendo de menos espacio que tenían los esclavos que remaban en las galeras, en sólo 24 horas he visto como mi billete de Oslo a Barcelona lo vendieron dos veces,  como me perdieron una maleta; como he sido obligado a pasar por Rayos X las películas y, para rematar, como a varios pasajeros con destino a La Coruña nos recolocaron en otro avión, para otra población de la provincia que no es la mía, siendo trasladados en autobús a La Coruña. ¡Qué mal funciona todo! La satisfacción del cliente ya no importa. Menos mal que, al llegar a casa, ¡me esperaban todos los ejemplares de mi suscripción heredada de La Voz de Galicia, con cuya lectura pude ponerme al día después de estar casi dos semanas desconectado de Internet.

EPILOGO.
Durante el rodaje de la expedición "Spitsbergen: el guardián del Ártico",  los expedicionarios hemos superado vivencias increíbles, como quedarnos atrapados en un Océano Glacial Ártico congelado sobre cuya superficie tuvimos que caminar durante dos kilómetros para alcanzar la costa o, entre otras,  recuperar una cámara dejada durante el pasado año para una misión científica.
En un rompehielos ¡botado en 1943!, todavía con su máquina y generadores originales, llegamos a latitudes por debajo de los 80 grados, con temperaturas inferiores a -20 Celsius, descendiendo a tierra en zodiacs especialmente preparadas para el Ártico, lo que me proporcionó la ocasión de vislumbrar a escasa distancia osos polares (que tristeza, en medio del viento inclemente, ver a aquella famélica osa con su osezno, en busca de un alimento inexistente), focas y morsas, arrastrándonos en medio de una nevada inmisericorde. 
La experiencia ártica me ha demostrado varias cosas: 
1) la fragilidad de la salud del planeta; la Tierra se encuentra herida.
2) el serio peligro de extinción de muchas especies; y 
3) la necesidad de imponer una estricta regulación a la contaminación de los mares obligatoria para todos los países, incluso Rusia, China o los africanos. 
En lo personal, he aprendido:
a) valorar el consumo responsable y sostenible (desde el mismo envase del producto);
b) que se puede vivir perfectamente sin el encadenamiento que suponer Internet o la esclavitud de la telefonía móvil;  
c) que siempre hay que prepararse para lo peor aunque lo que venga no sea finalmente tan malo;
d) que las programaciones vitales no pueden ser rígidas.
PELICULA KODAK EN SÚPER-8 4K
La aventura ártica, a bordo del veternao "Malmö", bajo la supervisión del aclamado fotógrafo Svein Wik y del mundialmente premiado doctor Audun Rikardsen, ha sido una experiencia inolvidable, de comunión con la naturaleza, en la que he tenido ocasión de, además de rodar un documental en Súper-8 4K empleando toda la gama Kodak Vision, así como inversible la Kodak Tri X, poder experimentar para Kodak la versión de preproducción de la totalmente nueva película inversible de color Kodak Ektachrome 7294, y principal objeto de este viaje. Con mi veredicto, se corrigieron ciertos aspectos, y se elaboró la versión final del producto que, en agosto, probaría con un documental sobre la ciudad de Ferrol cuyo original inversible será mostrado en la inminente Photokina de septiembre, en Colonia. Los resultados de mi prueba, publicados en la nueva edición en inglés de la revista PhotoKlassic International.
TRAS LA EXPECIDICIÓN: PELÍCULAS ENVIADAS AL REVELADO.
Un montón de papeleo, para evitar los Rayos X, a través de DHL, y varias horas dedicadas a un esmerado embalaje, para enviar todos los rollos a los laboratorios (cada uno, con menos de tres minutos): el material negativo, siguiendo las indicaciones de Kodak, a Andec, en Alemania. El inversible de blanco y negro, a Super 8 Reversal Lab, de Holanda. Y el nuevo Kodak Ektachrome 7294 inversible en la máquina procesadora de la revista Photo Klassik International, personalmente manipulada por su editor Marwan Mozayen.


LA INCERTIDUMBRE DE RODAR EN ARGÉNTICO.
Filmando con película, aun el caso de disponer video asistencia, no se tiene la certeza de que el material expuesto haya salido bien hasta después del revelado (¡incluso puede surgir problemas durante el revelado!) ¡Es una emoción tremenda! ¿Estará el metraje bien expuesto? ¿Habrá desenfoques? ¿Aparecerá algún pelo en ventanilla? Todo son incógnitas propias del fotoquímico. 


En la actualidad, el trabajo filmado se digitaliza inmediatamente tras su revelado. En este caso, casi todo el metraje fue digitalizado en 4K en uno de los tres laboratorios de telecine que mejores resultados proporciona en el universo mundo, en toda su redondez: Ocho y Pico, de Madrid. Sólo unos metros de la versión final de la nueva Kodak Ektachrome 7294 fueron digitalizados en Alemania, en 2K, por la propia revista Photo Klassik International.

PROBLEMAS DEL RODAJE. 
El hecho de que todas las emulsiones Kodak vengan con envases en blanco, sin el menor indicativo, en el caso de llevar distintos tipos de emulsiones, puede conllevar a errores por parte del camarógrafo. Por otra parte, los envases en blanco obligan a viajar ¡con las cajas de cartón!, para no levantar sospechas sobre su contenido en los inspectores de aduana cuando se solicita su inspección visual.

NUEVOS CARTUCHOS DE SÚPER-8 DE KODAK: UNAS SUGERENCIAS. 

Los nuevos cartuchos Súper-8 de Kodak son muy bonitos, tanto en el exterior, indicando en grande, con tipografía retro, el ancho de nuestro querido paso cinematográfico, como en su interior, con la etiqueta del propio cartucho impresa ahora en policromía.
UN CAMBIO PARA MEJOR.
En las etiquetas precedentes, y desde hace años, se cometía un grave error: no se indicaba el tipo de película en el lugar previsto para ello, especificado por Kodak en 1964, de forma que el cineísta no tenía forma de saber, de un simple vistazo,  que tipo de película estaba cargada en la cámara mirando a través del ventanuco, en lo que era toda una paradoja: ¡la inventora del formato, Kodak, estaba incumpliendo sus propias normativas!, sí respetadas, en cambio,  por los demás fabricantes.  
En su momento, comenté este hecho primero en el grupo de Facebook que administro, Super 8 mm (https://www.facebook.com/groups/27648968851/   , que supera ya los ¡¡¡4.000 miembros!!!), y después, en esta bitácora "Mi mundo en Súper-8" (¡casi 300.000 lecturas de sus publicaciones en dos años!).
En Rochester me leyeron y Kodak tomó nota: los nuevos cartuchos, con etiqueta a colores, indican el tipo de película en el lugar correcto para ser visto por el ventanuco de las cámaras de todas las marcas.  
Además, las viejas etiquetas estaban revestidas con un barniz que impedía la escritura rápida de, por ejemplo, la numeración del cartucho, error que ahora se ha solventado.

SUGERENCIAS PARA NUEVAS MEJORAS.
A) Sensibilidad y tipo de luz. 
¡Fabuloso que ahora se pueda comprobar la denominación en catálogo de la película a través del ventanuco de cualquier cámara! Sin embargo, añadiría una información más para verse a través de la ventanilla: 
1) la sensibilidad de la emulsión, 
y 2)  una T o D para, de un vistazo, saber si la cámara se encuentra cargada con película para luz de tungsteno o diurna. 
Queda muy profesional, y hasta esotérico,  lo de indicar 7294 para la nueva Kodak Ektachrome,  7213 para la 200T, 7219 para la 500T, 7203 para la 50D, y 7266 para la Tri X, pero para el camarógrafo superochista, normalmente un lobo solitario, un francotirador, que acomete sin ayuda todas las labores de una producción, se le facilitaría el trabajo añadiendo al código de la película su sensibilidad y tipo de emulsión de forma que pudiese ser visto a través del ventanuco.

B) Tipografía de diferente color según el tipo de película. Actualmente, las tres emulsiones Kodak de color negativo vienen con el código de emulsión para ver a través del ventanuco impreso en negro. En otro lugar de la etiqueta, la información de la sensibilidad se encuentra en blanco con fondo rojo, para las de color negativo Vision,  en fondo verde para la de blanco y negro inversible Tri X y con fondo azul para la nueva Ektachrome 100D 7294.  
Mi sugerencia es que cada emulsión tendría que identificarse xon un color diferenciado: 
1) La Tri X, de blanco y negro,  podría ir en letras blancas con fondo negro; 
2) La Visión 50, para luz de día, podría quedar perfectamente con letras blancas en fondo rojo; lo mismo que la nueva Kodak Ektachrome 100 para luz de día;
y 3)  las dos para tungsteno, en letras blancas con fondo en azul. 
En resumen, negro para las monocromáticas, rojo para las balanceadas para luz de día y azul para las de tungsteno.
Ello facilitaría la labor del cineísta francotirador, que no es raro que filme con varias emulsiones en un mismo trabajo. 
C) Envoltorio del papel de los cartuchos grabado.   Desde hace unos años, el papel de aluminio de los cartuchos Kodak es, en su exterior, simplemente blanco. ¡Lejos quedan los tiempos en que era del color corporativo e indicaba, orgullosamente,  de que se trataba de un producto Kodak! 
Lo ideal sería que, como hacía Fujifilm hasta el 2012, estos envases de papel de aluminio fueran en rojo, para película luz de día, en azul, para luz de tungsteno,  y en blanco y negro para la Tri X. 
Si de lo que se trata es de reducir costes de impresión, podría valer el envase blanco pero, ¡ojo!,  indicando el tipo de película y la advertencia de evitar pasarla por Rayos X. Por ejemplo, bastaría con indicar, para la nueva 7294,  este código y, además, la sensibilidad y tipo, 100 D, amén del consabido "FILM: do not X Ray".
El sistema actual, con todas las emulsiones empaquetadas en blanco, obliga, como ya se ha descrito,  a viajar con las cajas de cartón de origen para saber la clase de emulsión, ocupando espacio, añadiendo peso y posibilitando errores cuando, en un mismo día de rodaje, se llevan varias emulsiones.
La policía de los puestos de control en los aeropuertos, al solicitársele inspección visual, y ver envases en blanco sin rotular, es normal que sospechen.

APROVECHANDO HASTA EL ÚLTIMO METRO
Los creadores en fotoquímico tenemos la costumbre de no desperdiciar ni un sólo fotograma. Monté todo este tinglado, en mi oficina de IB Cinema, para aprovechar un metro de Kodak Vision 200T y otro de Kodak Vision 50, en sendos cartuchos, todo ello, sin ayuda, de igual modo que filmé el resto de "Spitsbergen: el guardián del Ártico".
Sobre dos trípodes Manfrotto (mi marca favorita), instalé el deslizador motorizado (slider) que, según mis especificaciones, construyó en su día César Ballesteros, quien, curiosidades de la vida, ahora edifica su futuro ¡en Noruega!, cansado de un horizonte brumoso en su España natal.
En la filmación, programada con un autodisparador Hama, aparezco empaquetando los cartuchos con las películas que mañana vienen a recoger para llevárselas a Estados Unidos a revelar.
La instantánea, un autorretrato, está hecha con el autodisparador de mi móvil Kodak Ektra (¡cómprenlo, señores: cuesta menos de 180 euros en Amazon!).

OPERACIÓN SPITSBERGEN: UN COMENTARIO SOBRE LAS CÁMARAS TRAS EL RODAJE.
Para filmar en Súper-8 4K, con toda la gama de películas cinematográficas Kodak (Vision 50, Vision 200, Vision 500, nueva Ektachrome 100D 7294 y Tri X 200), no pudiendo, en esta ocasión, traspasar la emulsiones Kodak a los cartuchos Single-8 para usar la película de cine Kodak con mi querida Fujica ZC1000 (ya probada en condiciones extremas, a lo largo de los años, siempre sin desfallecimiento), por imperativo de la expedición, me ví comprometido a utilizar los nuevos cartuchos Kodak de Súper-8 (excepto uno, con el que filmé la secuencia del dron).
LA PRUEBA: UN ÉXITO.
Antes de proseguir, y aunque tendré ocasión de extenderme otros días, adelanto que los nuevos cartuchos de Kodak funcionan perfectamente ¡¡¡incluso a -20 grados Celsius!!!, pese a su endiablado diseño coaxial, la ausencia de bobina internas y de láminas antifricción.
BAUER A512 Y BAUER C900
Forzado a filmar con el cartucho de Súper-8, en lugar del de Single-8, mi primera opción fue llevarme una Leicina Special y una Beaulieu 4008, ambas con la misma óptica, el aclamado Optivaron 6-66 mm de Schneider. Sin embargo, dadas las condiciones extremas de la expedición, y tras hablar con el ingeniero Anselm Vidal, experto en Beaulieu y Bolex, no me quedó otra que descartar ambos modelos.
Existe, en mi arsenal, otra Súper-8 de gran calidad óptica, la Canon 814 XLS, de la que también tengo dos unidades, fuera de consideración, también,  debido a su compleja electrónica, imprevisible bajo cero. Y, en cuando a mis Nikon R10, se encuentran a revisión desde hace ya un cierto tiempo en el taller del amigo Mateu (una de ellas, me ha sido devuelta esta semana)
Sí que me decidí por dos Bauer A512 (un ejemplar de repuesto) y una Bauer C900, para interiores, así como una Eumig Nautica para ciertas condiciones en las zodiac. Para la secuencia del dron, la diminuta Fujica P2 con granangular extremo de Voigtlander y obturador reducido a 150 grados en Microdelta.
Todas mis Bauer han sido modificadas por André Egido para selección manual de ASA, lo cual no sólo posibilita su uso con  todas las emulsiones modernas, sino que, además, permite sacar el máximo partido del obturador variable, compensando la exposición con el selector de ASA.
La Bauer A512 dispone, en mi opinión, de uno de los mejores objetivo de focal variable más nítido jamás construido para Súper-8: el Schneider Variogon 6-70 mm, con 12 aumentos, ¡¡¡fabricado con cristal Schott!!! y con el mismo revestimiento que empleó Schneider para ciertos dispositIvos ópticos de las misiones espaciales norteamericanas Lunar y Apolo. 
T DE "TARNUNG"
El revestimiento óptico del Schneider Variogon 6-70 mm de la Bauer A512 se denomina T (de "tarnung", el vocablo en alemán que designa a "camuflaje"); equipa a la serie T de los objetivos para cinematografía de 35 mm Zeiss.
Sólo hay 3 objetivos de Súper-8 con el revestimiento T: el de la Bauer A512, el de la Nizo Professional (empleada por Thor Heyerdahl --cámara que no es de mi agrado por su diafragma "de tijera"--) y el monstruoso, y rarísimo, Schneider Variogon 6-180 mm, del que se produjeron menos de 25 unidades.
De entre los tres, mi favorito, en cuanto a definición y rendimiento, es el que equipa la Bauer A512 (si bien, sobre todos ellos, prefiero el revestimiento EBC de Fujifilm, en condiciones en las que se debe filmar sin parasol o con el sol de frente!
¡Háblales, a la brigada del digital, del revestimiento Tarnung o del cristal Schott! Suerte tendrás si conocen la marca Schneider...
El  objetivo de la Bauer C900, aunque mas modesto, un Neovaron 6-51 mm, tiene la ventaja de que abre a f 1.2 (sólo lo usé en interiores), pero es que, además, su nitidez no es en absoluto desdeñable: pocos saben que este transfocator, pese a ser construido en Japón con cristal de Sun Optical, fue diseñado en Suiza por ingenieros de la antigua Kern que entraron a trabajar para Robert Bosch, la matriz de Bauer, de ahí su extraordinario comportamiento.
Nota:  en cuanto a "bokeh", no hay objetivo mejor que el Fujinon EBC de 7.5-75 mm, de serie con la Fujica ZC1000.

FALLOS DE DISEÑO EN LA BAUER A512
Sólo me hizo falta emplear mi Bauer A512 mas antigua ya que, pese a lo duro de las condiciones de rodaje (horas a temperaturas bajo cero, inclemente viento salobre, nieve, traslados en zodiacs, en motonieve, caídas...), la unidad aguantó el trato rudo.
Sin embargo, para uso expedicionario extremo, veo en la A512 los siguientes defectos: 
1) La correa comparte la rosca con el trípode: esto es un inconveniente que no sólo puede hacer perder, al operador,  un tiempo precioso (máxime trabajando en plan "francotirador"), sino que, además, con el uso continuado cámara en mano, el tornillo tiende a aflojarse:  ¡a mí me cayó la cámara sobre la nieve o el hielo en tres ocasiones!: ¡¡¡menos mal que no al océano helado!!!
2) Con cinta aislante, tapé varios puntos de posible entrada de agua (por ejemplo, la tapa de pilas posterior y la toma de sincronismo de sonido). Al retirar la cinta, en la parte del cuerpo de aluminio, el poder adhesivo de ésta se ha llevado consigo parte de la pintura.
3) Pese a llevar pilar Panasonic Evolta, las únicas que rinden el cien por ciento a -10 C, al permanecer la A512 durante horas a la intemperie, a temperaturas inferiores a esa, en un par de ocasiones sí que noté que la cámara iba a una cadencia ligeramente inferior a 24 fotogramas por segundo: los compartimentos de las pilas van mal aislados y se echa en falta una entrada para un sistema de alimentación exterior. 
4) El mando giratorio de bloqueo de fotómetro, en la A512, es lento para la rapidez que se requiere en fotografía de naturaleza.
5) La carga de película posterior vuelve difícil la limpieza de la ventanilla de la película, en condiciones poco propicias, como a bordo de una zodiac. 
6) Al engrasar el motor de arrastre para bajo cero, olvidé sin embargo el motor del objetivo de focal variable: gran error, pues con la grasa normal, dejó de funcionar tras un par de horas expuesto a sólo - 5 centígrados.
7) Un último problema de diseño de la Bauer A512 es que funciona a 9 V, y no a los normales 6V (se carga, pues, con seis pilas, en lugar de cuatro), siendo, además, extremadamente voraz en su alimentación: si el camarógrafo se olvida la cámara, tras la última toma del día, en posición de pausa, sin desconectar el interruptor general, durante la noche ¡¡¡la cámara habrá consumido casi toda la energía de las pilas!!!

En cuanto a la Bauer C900, las únicas anomalía que noté, tras someterse a uso intenso, fue que se cayó el mando giratorio de selector de la sensibilidad de la emulsión y que, en filmaciones con macroenfoque a grandes aberturas, solo quedó nítida una parte del fotógrama.
PRÓXIMAMENTE, UN LIBRO; MAS TARDE, EL DOCUMENTAL.
Personalmente, fue un esfuerzo publicar cada viernes estas diecisiete entregas que componen la bitácora “Spitsbergen: el guardián del Ártico”, compatibilizando la redacción y maquetación con mi trabajo habitual y la familia. Esta ingente labor la llevé a cabo por dos motivos: 
1) al no haber aparecido mi maleta con la narración de nombres y fechas en mi bitácora digital, no me quedó otra que echar mano de mis breves anotaciones manuscritas y hacer uso de mi memora antes de que, el transcurso del tiempo, ocultase nombres y recuerdos en el fondo de mis neuronas; y 
2) este material, con cierta información todavía sin publicar, servirá: 
a) para escribir el guión del documental “Spitsbergen: el guardián del Ártico”; y 
b) un libro, posiblemente homónimo, en el que verán la luz algunas de las fotografías que me reservo, amén de ciertas informaciones de interés indudable para varios nichos de lectores.
¡Muchas gracias, amable lector, por ser uno de los aproximadamente 1.000 fieles que han seguido estas peripecias durante estos cuatro meses!, cada fin de semana (incluyendo a las amigas de "La Opinión", que le han dedicado un reportaje).

Si ha perdido alguna de las bitácoras anteriores, puede leerlas pulsando en este índice: 
Capítulo 1:  https://mimundoensuper-8.blogspot.com.es/2018/05/spitzbergen-el-guardian-del-artico-en.html
Capítulo 15: https://mimundoensuper-8.blogspot.com/2018/08/spitzbergen-el-guardian-del-artico-en_24.html
Caoítulo 16: https://mimundoensuper-8.blogspot.com/2018/08/spitzbergen-el-guardian-del-artico-en_31.html
SVALBARD, SPITZBERGEN O SPITSBERGEN.
Cuando inicié la primera parte de mi bitácora sobre esta expedición Kodak Super-8 4K al Ártico, comencé denominando Svalbard a este confín del mundo, en pleno ártico.  Como ya expliqué en su momento, este archipiélago fue terra nullius hasta 1920 cuando, en un tratado internacional firmado el 9 de febrero de ese año, fue puesto bajo la soberanía de Noruega,  que tomó posesión el 14 de agosto de 1929, rebautizándolo como Svalbard (mantienen el topónimo deSpitzbergen sólo para designar a la isla principal).  
Este decisión noruega, sin embargo, me parece injusta pues Willen Barentz, el descubridor de estas tierras, las bautizó como Spitzbergen (algo así como "picos puntiagudos", en su idioma, haciendo alusión a la principal característica física:enormes montañas que surgen en pico de las profundidades). 
Mi praxis es que en lugares que no cuenten con un nombre nativo, como éste era el caso (pues se trata de tierras tan inhóspitas que ni los esquimales podían vivir en ellas), se deben designar por el nombre impuesto por su descubridor.
Estos días, ha llegado a mis manos un artículo escrito con respecto a este archipiélago por el difunto miembro de las Real Academia de la Lengua, don Vicente Zamora Vicente, en el que se defiende que la correcta ortografía, en español, es Spitsbergen, de forma que, en este capítulo final de la bitácora, y mas adelante tanto el libro como el documental, pasarán a llamarse "Spitsbergen: el guardián del Ártico", aunque, en los textos, haré uso indistinto de las tres denominaciones. 


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